La honestidad de Andersen en el contrabajo dio lugar también a la intervención de sus compañeros de grupo, el italiano Paolo Vinaccia y el escocés Tommy Smith. Creativo percusionista el primero, su concepción es la de un músico melódico nada obsesionado con simplemente llevar el tiempo.
Excelente y laureado saxofonista el segundo, su modestia le permite sorprender al público con un sonido fuerte y versátil, sin más que levantarse de su sillón y aproximarse al micrófono. No faltó quién preguntara, “¿y la guitarra? ¿y el teclado?” El trío nunca necesitó de un instrumento que suministrara la usual base armónica que prevalece en la mayoría de grupos de jazz.
Por supuesto, Andersen es bien conocido en la escena internacional; su presencia en Guatemala, empero, fue excepcional. Gracias, maestros, por compartirnos tan magnífica evidencia de un jazz amplio, sin complejos.
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