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Alta Verapaz se ha convertido en el epicentro de la desnutrición aguda

El 75% de muertes de niños por desnutrición aguda durante el 2021 son de zonas rurales de Alta Verapaz, departamento que trágicamente encabeza la lista de inseguridad alimentaria en el país.

En Panzós, Alta Verapaz, este año han fallecido tres niños por desnutrición aguda, pero los niveles de pobreza e inseguridad alimentaria en la comunidad vienen de tiempo atrás. Esta fotografía tomada en 2018 es una evidencia de que el flagelo lleva años instalado en el departamento. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

En Panzós, Alta Verapaz, este año han fallecido tres niños por desnutrición aguda, pero los niveles de pobreza e inseguridad alimentaria en la comunidad vienen de tiempo atrás. Esta fotografía tomada en 2018 es una evidencia de que el flagelo lleva años instalado en el departamento. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

En los últimos cinco años, Alta Verapaz es el departamento que concentra la mayor cantidad de muertes de menores de cinco años por desnutrición aguda. Desde 2016 a la fecha suman 137 decesos. No son números, son niños que han muerto como consecuencia de la confabulación de varios factores, entre los que la pobreza, la inseguridad alimentaria y el escaso acceso a servicios de salud son parte.

Los datos del Sistema de Información Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Guatemala (Siinsan) señalan que el 2018 fue el período en el que más decesos ocurrieron en el departamento, se reportaron 48. El año pasado fueron siete, pero la crisis generada por la pandemia del covid-19 en el Sistema de Salud Pública pudo influir en que las muertes por desnutrición aguda no se reflejen en el registro oficial del 2020.

Este año, en abril se reportó que cinco niños habían fallecido a nivel nacional, en tan solo dos meses la cifra se duplicó. Al 5 de junio en el tablero de la sala situacional de desnutrición aguda los decesos ya ascienden a 12, mientras que se investiga si la muerte de otros 39 menores de cinco años está relacionada con dicha condición, la cual está vinculada a períodos de hambre o enfermedad.

Según el Siinsan, el 75 por ciento de los casos de este año sucedieron en Alta Verapaz. En los municipios de Fray Bartolomé de las Casa, Raxruhá, San Cristóbal Verapaz, Cobán, Santa María Cahabón y La Tinta se registra el fallecimiento de un niño en cada lugar. Mientras que tres defunciones sucedieron en Panzós.

En el departamento ocho de cada diez habitantes viven en situación pobreza, de los cuales la mitad está en pobreza extrema, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida -2014-.

Una realidad ligada a los altos índices de inseguridad alimentaria aguda que hay entre la población. Alta Verapaz tiene 1 millón 355 mil 134 habitantes, y el 22 por ciento de los hogares ya agotaron sus reservas de alimento y para subsistir emplean estrategias de crisis y emergencia, en este punto, quienes tienen posesiones las venden, gastan los pocos ahorros que tienen, recurren a préstamos de dinero, reducen los gastos de salud -como compra de medicamentos- y de educación, todo para poder tener comida en su mesa.

La Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) indica que la condición de estos hogares no mejorará en los próximos meses. La proyección es que sigan así hasta enero del 2022, alimentándose como pueden, y esto llevará a más niños con hambre y enfermos, y más muertes por desnutrición aguda.

“La crisis económica desencadena por la pandemia covid-19 y la devastación de las tormentas Eta e Iota seguramente empeorará las cifras, dejando en una situación de mayor vulnerabilidad a miles de hogares, los cuales perdieron cultivos, animales de patio e incluso sus viviendas”, menciona Iván Aguilar, jefe del Programa Humanitario de Oxfam Guatemala.

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En el área rural, muchas familias dependen del jornal agrícola y el año pasado durante los meses álgidos de la pandemia la falta de transporte y las restricciones hicieron difícil conseguir trabajo. Ahora que el país está abierto los riesgos son otros, las personas están expuestas al contagio del covid-19 en las fincas de caña y café, y llevan el virus a casa, a la comunidad.

“Es compleja la situación, pero se arriesgan porque tienen que ver de qué manera pueden dar alimento a su familia, porque lo poco que ganan es para eso”, refiere Jessica Coronado, coordinadora de Nutrición y Salud de Acción contra el Hambre.

Con un jornal que a duras penas llega a los Q50 diarios tienen que pagar transporte para regresar a sus hogares, y los demás es para comida. Por esa razón es que la dieta de los pobladores de áreas rurales como las de Alta Verapaz es deficiente y poco variada. Maíz es lo básico, y si alcanza, frijol. “Es lo que los mantiene con vida”, agrega Coronado.

Sin acceso a salud

A la crisis alimentaria que vive cerca de un millón de personas en Alta Verapaz se añade otro agravante que se ensaña con la niñez, el poco acceso a los servicios de salud, y esa es una de las complejidades a tomar en cuenta en el departamento.

Los puestos y centros de salud están distantes a las comunidades. Eso obliga a que los padres de familia caminen largas distancias para llevar a sus hijos a consulta cuando están enfermos, y dejar a los demás niños al cuidado de familiares o solos. Implica también pagar transporte, un dinero que no tienen.

Un niño desnutrido agudo necesita atención oportuna, pero estas condiciones ponen en riesgo la vida del menor, ya que no tiene las defensas suficientes para que su cuerpo luche contra cualquier enfermedad, un cuadro de diarrea o una neumonía puede matarlo.

“En muchos casos los niños llegan con procesos muy avanzados que a veces es difícil sacarlos adelante”, dice Coronado. Lo que se podría evitar con servicios más cercanos a las comunidades y accesibles, pues en ocasiones ni las ambulancias pueden ingresar hasta donde el paciente está por lo complicado de los caminos, y en temporada de lluvia la dificultad se potencia. El traslado en un carro particular hasta el centro de salud  podría costar Q200 si la emergencia ocurre a la luz del día, y Q300 en horas de la noche.

Ante este escenario no se descarta que haya muertes de niños por desnutrición aguda que no se visibilizan, aunado a la atención irregular en los servicios de salud debido a la crisis sanitaria generada por el covid-19, muchos casos quedan fuera del reporte oficial. Hay subregistro.

En investigación hay 39 muertes de menores de cinco años, si se determina que la causa del deceso fue desnutrición aguda, en las próximas semanas se reflejará un aumento de casos en el informe del Siinsan.

¿Cómo nos pone ante el mundo?

El que niños sigan muriendo a consecuencia de la desnutrición aguda, de hambre y por falta de acceso a servicios de salud, pone a Guatemala en “una posición vergonzosa”, opina Aguilar, pues no ha conseguido identificar y proporcionar asistencia alimentaria de manera oportuna a los hogares con mayor dificultad alimentaria, que son los que llegan al extremo de tener niñez con desnutrición aguda severa, ni darles tratamiento preventivo o curativo.

“El gobierno en general,  pero especialmente el Ministerio de Salud, el Ministerio de Desarrollo Social y la Sesán, quedan muy mal parados antes esta situación, puesto que evidencia su falta de capacidad y compromiso para solventar de manera efectiva la problemática de la desnutrición aguda”, agrega el jefe del programa humanitario de Oxfam.

Mientras que Coronado indica que el país es un mal ejemplo en América Latina por los altos índices de desnutrición crónica que afecta a los niños menores de cinco años – 46.5%-, y ahora con los casos de desnutrición aguda, que al 5 de junio último se registraban 13 mil 930, mientras que muertes son 12.

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“Nos falta mucho por trabajar (como sociedad). Trabajamos con cambios de políticas cada cuatro años, que son similares, pero deberían de quedarse como una política de Estado y no como una política del gobierno para poder darle continuidad. La inversión en fondos para combatir la desnutrición debe de ser más alta, multisectorial, una intervención que sea integral para las familias”, dice Coronado, y los programas de protección social pueden apoyarlos a salir de la crisis.

A este último punto, Aguilar señala que el gobierno ha ejecutado muy poco los fondos destinados para la reconstrucción de los daños ocasionados por las tormentas Eta e Iota que azotaron a Alta Verapaz, como tampoco los recursos destinados a ayuda alimentaria.

“Pero ni los fondos relacionadas con reparación de infraestructura se han ejecutado adecuadamente,  y ya estamos sufriendo las consecuencias de otra temporada de huracanes que han pronosticado por encima del promedio, como se dice, en las zonas afectadas por las tormentas ‘les está lloviendo sobre mojado'”, agrega Ivan Aguilar de Oxfam Guatemala.

 

ESCRITO POR:

Ana Lucía Ola

Periodista de Prensa Libre especializada en temas comunitarios, con énfasis en Salud y Educación, con 17 años de experiencia. Reconocida con el Premio de Prensa Libre en categoría Reportaje, en 2019. Premio de la UPANA por Informar a la población guatemalteca sobre la realidad en nutrición y desnutrición en el país, en 2019. Diplomado El periodismo en la era digital como agente y líder de la transformación digital impartido por el Tecnológico de Monterrey.