Lucha por sus hijos
Gómez solo puede estar de pie o acostado, no puede ni pensar en sentarse, debido a que se lo impide el crecimiento anormal del estómago, a raíz de las heridas de bala que tiene.
El hombre que durante cinco meses permaneció en coma, hoy integrante de una iglesia evangélica, luce desesperado, triste y llora por no poder ofrecer a sus hijos, de 10 y 13 años, un mejor futuro.
“A mis hijos les digo que deben estudiar, aprovechar el tiempo, para no tener un trabajo como el mío. Me cuesta leer y mi enfermedad no me permite trabajar”, expresó.
La casa donde vive la familia Gómez Aguil es alquilada, los alimentos que llegan a la mesa están condicionados al dinero que recibe la esposa de Gómez por los trabajos domésticos que realiza.
Aunque la víctima no revela las penurias que sufren, en el vecindario es conocida la precariedad en que viven.
NO LO ABANDONA
Irma Aguil, 30, no abandona a Gómez. Desde el día que su cónyuge sufrió el ataque, ella asumió la responsabilidad del sustento familiar.
“Mi esposa lava y plancha ropa ajena, hace tareas domésticas. Con su trabajo ha sostenido el hogar”, afirmó.
Agobiado por su enfermedad y la necesidad de pagar sus medicinas, Gómez pide limosna en las calles de Villa Nueva y en los buses que transitan por el lugar.
Refirió que una vez llegó a la empresa en que trabajó y lo ayudaron con Q76.