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“Hemos tenido el doble de pacientes que han venido en estos primeros meses del 2021 debido a que no tuvieron un acceso adecuado a los servicios de salud el año pasado. Estamos recibido el doble de pacientes con enfermedad renal avanzada por esa razón”, indicó el médico Randall Lou Meda, director de la Fundación del Niño Enfermo Renal (Fundanier) en el Hospital Roosevelt.
La pandemia obligó al cierre de las consultas externas lo que también repercutió en que nuevos casos no fueran detectados en etapas tempranas. Los diagnósticos fueron menos durante el 2020, y eso atrasa el tratamiento.
La nefróloga Maribel Patal, de La Unidad Nacional de Atención al Enfermo Renal Crónico (UNAERC), mencionó que la detección de la enfermedad se complica aún más en los pacientes que viven en los departamentos, ya que la limitación de transporte por la pandemia dificulta que busquen atención, a lo que se añade el miedo que tienen las personas de contagiarse de covid-19 al ir a los hospitales.
La situación se torna dramática cuando los pacientes acuden en estadio de la enfermedad avanzado -cinco-, cuando ya no hay suficiente masa renal para limpiar la sangre. Entonces llegan a necesitar diálisis peritoneal, que es colocar un tubo en el abdomen a través del cual se limpia la sangre, se hace cuatro o cinco veces cada día, todas las semanas. En Fundanier actualmente hay 150 niños con este tratamiento, mientras que en Unaerc hay otros 270 pacientes menores de 18 años con este procedimiento.
Otro de los métodos es la hemodiálisis, que consiste en colocar un tubo en una vena y la sangre se limpia tres veces por semana por tres horas. En ambas instituciones hay 70 menores con esta terapia.
El otro tratamiento es el trasplante, que es colocar el riñón de alguien más al paciente para que este pueda continuar viviendo. Desde el 2008 en Fundanier se ha realizado una centena de operaciones de este tipo. Podrían ser más, pero desde hace una década en el Congreso de la República está varada una ley que impulsaría estos procedimientos.
“Por ahora de 10 trasplantes que hacemos ocho son de donante vivo, es decir, un familiar da el riñón, pero podríamos explotar la donación cadavérica, aquellos pacientes que llegan a un intensivo el hospital con un daño en su cerebro tan grande que ya no van a recuperar la conciencia, pero el resto de su cuerpo está bien y podrían ser donante de riñón. Esto no se está explotando como debiéramos en Guatemala por la falta de una legislación que lo permita”, indica Lou Meda.
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Dicha posibilidad no solo permitiría prolongar los días del paciente y tener una mejor calidad de vida, sino también representaría una economía para el sistema de salud y las familias por el elevado precio de los otros tratamientos, pues cada sesión de hemodiálisis, por ejemplo, tiene un costo aproximado de US$100 (unos Q772). Si a la semana el paciente necesita tres procedimientos, el costo al año asciende a unos US$15 mil 600 (aproximadamente Q120 mil 432).
También hacen falta leyes que promuevan la alimentación saludable para los niños, como el etiquetado de los productos, y otras que favorezcan el acceso equitativo de los medicamentos para los pacientes con enfermedad renal y los demás enfermedades crónicas, agrega.
Contra el tiempo
Diagnosticar a los pacientes en las primeras etapas de la enfermedad es el reto para evitar que la enfermedad avance, pero hay causas externas a la pandemia que contribuyen a que más niños tengan problemas renales. El estilo de vida y la alimentación están entre los factores de riesgo, sin olvidar que la mayor cantidad de casos en los infantes se debe a malformaciones en las vías urinarias -problemas congénitos-.
“Una dieta con comida chatarra, hidratación inapropiada, bebidas endulzadas, definitivamente acelera el proceso, y hará que muchos niños desarrollen en el futuro obesidad y con ello diabetes y presión alta, que los llevará a la enfermedad renal crónica”, mencionó el médico Randall Lou Meda, director Fundanier.
En Guatemala, por cada millón de niños hay 4.6 que tienen enfermedad renal. Esta no se distribuye de manera equitativa en el país, hay departamentos que reportan mayor incidencia entre la población, siendo Sacatepéquez, Escuintla, Santa Rosa y la capital los que reportan más casos.
Es en el área rural donde hay más infantes con este tipo de problemas, una de las razones, según Lou Meda, es la desnutrición que puedan tener las mujeres durante la gestación. En este período se forman los mil filtros que hay en cada riñón del bebé, cuando la alimentación de la madre es deficiente, los niños pueden nacer con un número reducido de estos filtros y un limitado funcionamiento de los riñones.
También influyen la condición de pobreza de las familias, el acceso limitado a los servicios de salud que se encuentran distanciados de las comunidades, el reducido número de servicios con capacidad para hacer el diagnóstico y administrar el tratamiento, y los costos asociados con la búsqueda de atención, según se menciona en los Protocolos de Vigilancia Centinela de Enfermedad Renal Crónica y Manual de Registro Guatemalteco de Diálisis y Trasplante Renal del 2018, del Ministerio de Salud.
En Fundanier se realizan cada año cerca de 3 mil 500 consultas, y según el director de la fundación los síntomas de riñones enfermos se presentan cuando hay un estadio avanzado, pero hay ciertas señales que pueden alertar que un niño esta padeciéndolas: no tener un crecimiento adecuado, la presencia de infecciones urinarias a repetición con fiebre puede ser indicativo de que hay alguna deformación en las vías urinarias. También se debe estar atento a sí el menor presenta hinchazón, por ejemplo, alrededor de los ojos, y si tiene anemia.
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En medio de la pandemia
Los niños con problemas renales, al igual de los adultos, tienen una enfermedad tan desgastante que sus defensas bajan y son susceptibles a contagiarse de covid-19, por ello, para Lou Meda y su equipo ha sido un reto continuar con el tratamiento de los pacientes durante la pandemia.
En el caso de quienes están en hemodiálisis y que deben recibirla tres veces por semana, durante el año pasado se ubicó a los pacientes en albergues alrededor del Hospital Roosevelt para que no interrumpieran la terapia, pues buen número de los niños viene de los departamentos y el traslado se les dificultó.
Además, se ha dado educación a las familias para que sigan las medidas de seguridad y evitar el contagio de coronavirus en casa.
De los 200 pacientes que se tratan en Fundanier, un total de 18 se han infectado con covid-19, no se reportan fallecidos por esta causa.
“Cuando se infectan de covid en la comunidad lo que estamos haciendo es ingresarlos en un área específica que tenemos en el hospital para hemodializar a niños con covid, y han respondido favorablemente”, agregó el director de la fundación.