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Cómo el modelo de Ixcán podría solucionar los problemas de vacunación en el área rural

El implementar el plan de vacunación contra el covid en el área rural es un reto que el modelo de Ixcán puede ayudar a superar. Hasta ahora han alcanzado al 30% de su población y roto paradigmas.

Humberto Yat, Coordinador de Cocode de segundo nivel en San Juan Chactelá, Ixcán, asegura que dar el ejemplo con la vacunación es parte de su éxito como comunidad. Fotografía: Cortesía.

Humberto Yat, Coordinador de Cocode de segundo nivel en San Juan Chactelá, Ixcán, asegura que dar el ejemplo con la vacunación es parte de su éxito como comunidad. Fotografía: Cortesía.

Mientras la vacunación en Guatemala avanza lentamente, alejada de las fases que contemplaba el Plan Nacional de Vacunación, el rezago afecta más a las comunidades rurales.

Para el 28 de julio, según la organización Diálogos, del total de vacunados un 17.9% corresponde a residentes de áreas urbanas y solo un 6.5% a población del área rural. De esa cuenta y aun cuando la población urbana sea del 54%, la vacunación contra el covid se ha centralizado.

Pero en el municipio de Ixcán, Quiché, la situación es más alentadora. A pesar de ser uno de los territorios más aislados del país, en parte por su ubicación geográfica y en otra por la brecha de acceso a servicios, ha logrado avanzar en su plan de vacunación al grado de que municipios vecinos de Alta Verapaz están considerando pedirles apoyo a sus autoridades para implementar jornadas eficientes; por supuesto, si hay suficientes vacunas.

Acceder a Ixcán desde la capital no es fácil. Solo se puede llegar desde Huehuetenango, por Barillas, en una carretera en malas condiciones, que no ha sido terminada, o bien desde Cobán, por la Franja Transversal del Norte. Por esta última vía toma unas nueve horas recorrer los 369 kilómetros que separan la ciudad de Guatemala de Playa Grande, cabecera del municipio.

En época sin lluvia se puede observar una zona de no más de cinco kilómetros en la Franja Transversal totalmente destruida, en las cercanías de la Laguna de Lachuá, cuyo recorrido demora 35 minutos. En invierno el problema se agrava por el aumento del caudal del río Xalbal.

Hasta julio último, de acuerdo con los registros del Ministerio de Salud, en Ixcán se había aplicado la quinta parte de las vacunas de todo Quiché, que reportaba 65 mil 564. El Plan Nacional de Vacunación contempla una población meta de 38 mil 116 personas que deben recibir las dosis en los 21 municipios de ese departamento, lo que significa que, hasta ahora, Ixcán suministró el 33%.

Líderes comunitarios, consejos comunitarios de Desarrollo, autoridades ancestrales, municipales y del Gobierno se han unido en una estrategia inédita para impulsar la vacunación, con ayuda técnica de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo, (Usaid, en inglés).

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Con el ejemplo

Ixcán cuenta con cuatro distritos de Salud -Ingenieros, Tzetún, Xalbal y Playa Grande— que deben cubrir a una población que, de acuerdo con la Dirección de Área de Salud, es 75% rural. Por esa razón resulta un desafío llevar la vacuna a esa zona. Sin embargo, en las recientes semanas se ha visto cómo los operadores de Salud han superado esos obstáculos, aun a riesgo de su integridad física, con tal de inmunizar a la población rural.

El éxito que se ha visto en Ixcán con el proceso de vacunación contra el covid-19 se debe a una ardua campaña de sensibilización que se coordinó desde el Consejo Comunitario de Desarrollo Urbano y Rural (Cocode) junto a autoridades ancestrales.

Como en muchas partes del mundo, los vecinos de Ixcán tenían dudas e incluso miedo de la vacuna, pero los líderes locales dieron una serie de charlas y consejos que, poco a poco, fueron disipando ese temor hasta convertirlo en optimismo.

Los líderes del Cocode les demostraron a sus vecinos que las vacunas son seguras, después de recibir ellos mismos su primera dosis, lo cual fue crucial para que otros perdieran el miedo.

“En las redes sociales hay muchas publicaciones que son falsas: que las vacunas les van a causar esto y aquello, pero nosotros, como ejemplo, como autoridades, nos pusimos las vacunas primero. Gracias a Dios no nos ha pasado nada, no nos dañó, y poco a poco fuimos ganando la confianza de la gente, a tal punto de que nos dijeron ‘gracias, ya tenemos la confianza para vacunarnos’”, comentó Humberto Yat, coordinador del Cocode de segundo nivel en San Juan Chactelá, Ixcán.

El trabajo no ha terminado, pero Yat está convencido de que van a seguir avanzando gracias a las campañas de sensibilización, las que autoridades de municipios cercanos como Raxruhá y San Pedro Carchá, en Alta Verapaz, les dijeron que les gustaría imitar.

“No estamos convenciendo a la gente, nos estamos ganando su confianza, dando unas explicaciones correctas sobre las vacunas. Les decimos que las vacunas no vienen a dañar a la población, sino al contrario, vienen a dar una solución a todo lo que sucede con la pandemia. Hicimos siempre reuniones, coordinaciones con los alcaldes indígenas y autoridades ancestrales”, refirió.

Hacen el trabajo del ministerio

Todo esfuerzo para combatir la pandemia es positivo y se aplaude, afirma Óscar Chávez, analista de Laboratorio de Datos, instancia que ha monitoreado la respuesta gubernamental desde que llegó la pandemia al país.

Asegura que la respuesta comunitaria solo confirma lo que muchos estudios e instituciones de monitoreo advirtieron cuando se presentó el Plan Nacional de Vacunación, que, según Chávez, es una mala planificación.

“Es positivo que ya se esté haciendo este trabajo, pero el problema es que ya se comenzó bastante tarde, y el otro problema es que no se ha contratado recurso humano adicional. Esto es muy importante porque deben ser campañas muy agotadoras. Ir en vehículos, caminar con hieleras a las comunidades a vacunar; esto es agotador, y si son los mismos equipos de Salud que además de atender pacientes están vacunando, o si es personal del Cocode, si no se asignan los recursos necesarios no va a ser sostenible en el tiempo”, advirtió.