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Cuatro causas por las que disminuyen las incautaciones de cocaína en Guatemala

Es un poco de todo: desde incremento de la demanda en otros continentes, incapacidad de las autoridades para anticiparse a la rotación de rutas, falta de equipo para intercepción de cargamentos, y corrupción.

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Las incautaciones de cocaína en Guatemala han bajado y en EE. UU. sube, lo que sugiere que el consumo no se detiene. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Las incautaciones de cocaína en Guatemala han bajado y en EE. UU. sube, lo que sugiere que el consumo no se detiene. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

En Guatemala hay algo que no cuadra. Si en Colombia aumentó la producción de cocaína en 2021, y en Estados Unidos también aumentó la cantidad de cocaína incautada que pasó por Guatemala, ¿cómo se explica que en Guatemala los decomisos siguen en descenso sostenido desde 2020?

Hay algunos antecedentes. La reducción en incautaciones en 2020, el primer año de la pandemia del Covid-19, fue casi paralela entre Guatemala y Estados Unidos: del 28% y del 34%, respectivamente. Ese año la producción se redujo en Colombia porque los controles en las fronteras, por la pandemia, dificultaron el acceso a los precursores para producir clorhidrato de cocaína. Aún así, en Guatemala se incautó menos de cuanto se traficaba por el país, según estimados de autoridades estadounidenses.

El Departamento de Estado de los EE. UU. mantiene que el 90% de la cocaína incautada en ese país pasa por Guatemala y México. Bajo esa premisa, en 2020, por cada uno de los 13,628 kilos incautados en Guatemala, al menos dos pasaron de largo hasta EE. UU., donde fueron incautados. Se escribe “al menos” porque la cantidad de kilos llegó al mercado consumidor estadounidense es un misterio.

En un informe de narcotráfico de marzo de 2019, el Departamento de Estado afirmó que por Guatemala pasaban anualmente 1,400 toneladas de cocaína. La incautación de cocaína de ese año fue la más alta de la historia, 18.9 toneladas, pero equivalía sólo al 1.3% de cuanto EE. UU. decía que pasaba por Guatemala. El dato revela cuán alto es el volumen de la cocaína que pasa de largo.

El gobierno estadounidense obtiene ese estimado con base en la producción anual de cocaína en Sudamérica, menos el promedio de incautaciones en la región, pero no está escrito en piedra, según Michael Vigil, ex jefe de Operaciones Internacionales de la DEA (Agencia Antidrogas de EE. UU.). En 2020, la estimación de las 1,400 toneladas desapareció del capítulo sobre Guatemala en el informe, pero el texto aún subraya como el combate al narcotráfico requiere del combate a la corrupción en las entidades públicas.

Mientras tanto, una fuente del Ministerio Público (MP) dice que la estimación de EE. UU., del 90% de la coca que incauta ese país y que pasó por Guatemala, excluye la dinámica del trasiego a nivel regional. Sin embargo, la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) señala que las cantidades mayores de cocaína se trafican hacia EE. UU. vía Guatemala y México, y un volumen menor se traslada en rutas directas desde Sudamérica hacia territorio estadounidense, sin pasar por Centroamérica.

En junio de 2019, las autoridades en Filadelfia, Pennsylvania, encontraron 20 toneladas de cocaína en un barco procedente de Chile, que hizo escala en esa ciudad estadounidense, y cuyo destino final era Holanda—el pretendido destino de la droga.

Un año después, con el impacto económico de la pandemia según Vigil, se redujo el consumo de cocaína en EE. UU., pero aumentó el consumo y la incautación de la mariguana: los consumidores no podían costear la cocaína, pero sí la mariguana.

Tendencias impares en EE. UU. y Guatemala

En Estados Unidos, las incautaciones de cocaína subieron de 30 toneladas en 2020, a 40 en 2021. En Guatemala, bajaron de 13.6 toneladas a 11. Todo, mientras la producción de cocaína en Colombia crecía, pese a que las erradicaciones redujeron el número de plantaciones porque los productores aprendieron a fabricar más pasta de cocaína con menos hojas de coca.

En 2022, las incautaciones otra vez cayeron. En el primer semestre del año, EE. UU. lleva 10.6 toneladas, un 25% del año anterior. En Guatemala bajó de 11 toneladas a 1.5 (al 20 de julio), el 12% del año anterior.

Una posibilidad es que la cocaína que incauta EE. UU. es la que pasa de largo por Guatemala, o llega a suelo estadounidense sin pasar por Centroamérica, como el caso de Filadelfia, una rareza en una ruta de volúmenes pequeños.

Pero, además, parte de la cocaína producida en Colombia también es enviada a Europa (donde creció la demanda en 2021), por lo general, en barco desde Costa Rica o Brasil, y vía África, o en una ruta directa. “Actualmente, Europa tiene el mayor consumo, quedando atrás EE. UU., [que era el mercado principal]”, dice Alan Ajiatas, subjefe de la Fiscalía de Delitos de Narcoactividad. De hecho, un reporte de InSight Crime consigna que las redes de trasiego en Europa se hicieron más eficientes con la contratación de traficantes y productores de droga mexicanos y colombianos.

Vigil agrega que también aumentó la demanda en Australia, donde un kilo puede costar hasta US$100 mil (Q750 mil). En Europa, el precio promedio es de US$41 mil (Q307 mil), cuando en EE. UU. un costo aproximado es unos US$13 mil a US$16 mil (Q100 mil a Q120 mil). En Europa, el 68% de la cocaína que se vende se produjo en Colombia contra el 90% en EE. UU.; el resto se produce en Perú y Bolivia.

Pese al trasiego hacia Europa, persiste el incremento en el consumo en EE. UU. en 2022, según Vigil. “El aumento de la producción en Colombia bajó los precios, y la gente comenzó a consumir de nuevo”, afirma. El ex agente de la DEA explica que, si hay consumo, hay cocaína circulante sin incautar. Por eso el incremento en la producción en Colombia no se refleja en las cifras de incautaciones en EE. UU., aunque entra al país. Una menor incautación en Estados Unidos no significa menor consumo, de la misma manera que menor incautación en Guatemala tampoco significa menor trasiego.

Francisco Jiménez, ex ministro de Gobernación (2009), dice que faltan datos, porque no se puede saber si las incautaciones golpearon el trasiego, o no, si se desconoce cuánto se trafica en la región. No hay punto de comparación, a menos que se acuda a las estimaciones de EE. UU., pero el indicador del 90% se cae en 2019 cuando ese país incautó 45 toneladas. Si la cifra incluye las 20 toneladas halladas en Filadelfia, ese cargamento ya es un 44% que no pasó por Guatemala. Sin embargo, apelar al 90% es tentador cuando permite estimar que, por cada 100 kilos incautados en suelo estadounidense, Guatemala sólo incautó 11.

Otra pregunta es, ¿por qué la cocaína pasa de largo hasta México y Estados Unidos? Las autoridades incautaron cargamentos sólo en 28 de 126 aterrizajes entre 2019 y julio 2022, porque ocurrieron en sitios remotos, o cerca de comunidades cooptadas por el narcotráfico. Estos antecedentes sugieren, según Jiménez, falta de efectividad debido a falta de investigación en el terreno, y a un elemento de corrupción. Además, ayudan a explicar por qué las cifras de producción en Sudamérica y trasiego en Guatemala y EE. UU. no cuadran.

Lucha antinarcótica, falta de recursos y corrupción

El Salvador incautó 4.6 toneladas entre enero y mayo, y Guatemala lleva 1.5 para el 20 de julio. En 2021, el vecino país incautó 12 toneladas; Guatemala, 11. Pero en 2020, las 2.9 que incautó eran superadas por las 13.6 de Guatemala. Estas cifras tienen sentido después que un investigador del Ministerio Público (MP, quien solicitó el anonimato por seguridad) reveló que una porción significativa de cocaína ahora se traslada a El Salvador, y de ese país se trafica por tierra hacia Guatemala, igual que desde Honduras, aprovechando que en el oriente del país hay pocas incautaciones. La tendencia explica, en parte, la reducción en la incautación de cocaína en el país y el número de aeronaves con droga que aterrizan en suelo guatemalteco: de 60 en 2019, a 6, en el primer semestre de 2022, según datos del MP, Policía Nacional Civil (PNC), y el Ministerio de la Defensa (Mindef).

Las incautaciones fallidas revelan cómo la cocaína pasa de largo por el país—para ser incautada en México, o EE. UU., o llegar al consumidor estadounidense. Cada avioneta y jet transportan entre 500 kilos y 2,500 kilos, respectivamente. Si las autoridades no incautaron cocaína en cinco de seis que aterrizaron en Guatemala entre febrero y abril, como mínimo, 5 mil kilos pasaron de largo.

Según Téllez, los sitios de aterrizaje están en lugares remotos, o cerca de comunidades cooptadas y/o amenazadas por los narcotraficantes, y que actúan como escudo humano para impedir el paso a policías, soldados y fiscales.

“No hay inteligencia estratégica para detectar el desarrollo de soporte poblacional a lo largo de las rutas que le interesan al narcotráfico”, dice Mario Mérida, ex director de Inteligencia Militar (1993) y ex viceministro de Gobernación (1993-1994). El exfuncionario subraya que falta de efectividad para acciones preventivas porque no se recolecta inteligencia en el terreno. Según el exagente de la DEA, Michael Vigil, Centroamérica no capacidad para desarrollar la inteligencia necesaria para realizar operativos tácticos y estratégicos. Tampoco tiene el equipo.

Hace un año, una fuente del Mindef dijo que se necesitan aeronaves que permitan seguir a las avionetas o jets que transportan la droga, para obligarlas a aterrizar en un espacio controlado por las autoridades. No parece que es algo que está cerca de suceder.

Además, la tecnología tampoco es antídoto para la corrupción. Está el caso de los tres oficiales de la Fuerza Aérea de Guatemala detenidos en diciembre pasado, porque retrasaban la respuesta a los aterrizajes de aeronaves para que los narcotraficantes pudieran cargar con la droga. En febrero pasado, cinco agentes de la Subdirección General de Análisis e Información Antinarcótica (SGAIA) fueron capturados por robar cinco kilos de cocaína de un cargamento incautado. “Si alguien se lleva cinco kilos, ya tiene a una persona a quien la va a proveer. Eso ya es crimen organizado”, señala Mérida.

El promedio mensual de los detenidos por delitos relacionados con drogas, incluyendo el narcotráfico, ronda los 4 mil. Según Jiménez, las capturas tampoco garantizan el desmantelamiento de las cadenas de trasiego, que operan con eslabones reemplazables. Para el exfuncionario, esta dinámica es grave, “porque la contención del fenómeno con métodos tradicionales no va a funcionar”—menos aún si la corrupción es un factor.