“Sí, efectivamente reconociendo la debilidad que tenemos en Guatemala y la falta de recursos, no podríamos decir que estamos al cien por ciento preparados para hacerle frente a una emergencia de grandes proporciones”, reconoció el secretario ejecutivo de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), Alejandro Maldonado.
Más de 30 instituciones estatales participaron en un simulacro que se centró en la evacuación de locales, excepto en la Dirección General de Caminos, donde, como el escenario uno, se montó todo un panorama con víctimas, inmueble colapsado y equipos de rescate atendiendo a lesionados.
De hecho, Maldonado dijo que en Guatemala, en promedio, Q3 mil millones se pierden al año por no promover la prevención, y si ocurre un terremoto como el de 1976, la cifra sería del 4 al 5 por ciento del PIB.
Lo bueno y lo malo
La vicepresidenta Roxana Baldetti, después del simulacro, indicó que, entre las fortalezas encontradas tras el ejercicio, está el interés institucional y la activación del plan que se comenzó a implementar desde hace un año. El espíritu de colaboración y la inclusión de medidas de mitigación son otras ventajas.
Sin embargo, reconoció que varios aspectos se deben mejorar, como el hecho de que no todos tienen señalización de rutas de evacuación y no todo el personal de las instituciones conoce las áreas críticas.
Impresión de sectores
El asesor y especialista en temas de banca y seguros, Mario Mendizábal, refirió que, para la economía, un terremoto impacta en el sector de los seguros, porque entran “dólares frescos”, al no ser las agencias locales las que pagan, sino grandes compañías internacionales.
“Quien tenga una póliza, la aseguradora le cobra al reasegurador, que es quien trae los dólares de afuera. No pierden las aseguradoras, porque no retienen; contrario a los seguros de automóviles”, dijo.
Mendizábal precisó que las industrias y comercios, por lo regular, pagan seguros contra terremotos, así como la vivienda de alto precio —edificios y apartamentos— y los créditos hipotecarios, por lo que, sin importar el impacto que tengan físicamente, están protegidos.
“En la prima total del país, los seguros contra los daños de terremoto han de ser como el 15 por ciento”, agregó.
El expresidente del Colegio de Ingenieros Fernando Méndez expuso que la construcción de edificios en Guatemala es buena, inclusive desde antes del terremoto de 1976, y que sucede lo contrario con la infraestructura vial y la vivienda popular.
“Las carreteras y puentes han demostrado que nunca cumplen con su vida útil, no se cumplen ciertas normas sobre bases en carreteras como grosores y otras características”, indicó Méndez.
Guatemala tiene la calificación más alta de riesgo sísmico al mismo nivel, como Chile, Japón y California. La construcción, por lo tanto, debe ser sismorresistente. Eso significa que en caso de un terremoto, ese tipo de construcciones debe tener la capacidad de soportarlo sin sufrir un colapso, porque así se asegura la integridad física de las personas, agregó.
Asimismo, Óscar Sequeira, director de la Cámara Guatemalteca de la Construcción, dijo que la forma de prevenir en el sector es con edificaciones sismorresistentes.
“La prevención en la construcción se mide en que, en la medida que se aumenta el número de niveles, así sube la vulnerabilidad, por lo que, el consejo es que si aumentan los pisos, debe hacerse un cálculo de la capacidad de la infraestructura”, comentó.
“Últimamente las tendencias mundiales se están inclinando hacia cuidar también que los daños secundarios, como en ventanas o instalacionese adicionales”, dijo Sequeira.
El otro gran riesgo, agregó el ejecutivo, es dónde se construye, porque los suelos menos aptos son los que están en laderas, y los mejores son los planos. De ahí el peligro que corren quienes viven en asentamientos y barrancos, tanto por sismos como por deslaves en invierno.