Fue entonces que las autoridades notaron que algo extraño sucedía. El piloto era Melquiades Aparicio Bone.
En Poptún abordaron la avioneta Jaime, Ernesto y Javier Maldonado. El plan de vuelo los dirigiría a Rubelsanto, Alta Verapaz, pero nunca aterrizaron en ese lugar, contó Carlos Velásquez, jefe de la DGAC.
Se le instruyó al piloto que tomara un nuevo rumbo, pero hizo caso omiso, y a los pocos minutos de haber despegado de Poptún, los radares dejaron de captar la señal de la avioneta.
“En este caso nosotros podríamos pensar que sufrió un desperfecto mecánico, el equipo que emite la señal, o también podríamos pensar que intencionalmente fue apagado para no ser detectado”, dijo Velásquez.
De esa cuenta, se pidió ayuda a la Fuerza Aérea Guatemalteca y a la primera y sexta Brigada de Infantería del Ejército, para emprender una misión de búsqueda de la avioneta, tanto por aire como por tierra.
Lo mismo se pidió a la Policía Nacional Civil.
“Si hubiera sido un accidente sus equipos de emergencia se hubieran activado y nosotros en el radar hubiésemos detectado automáticamente dónde estaba y ya hubiéramos dado con la aeronave. En este momento lo tenemos descartado ya que no tenemos ningún equipo de emergencia que haya alertado este tipo de accidentes”, agregó el director de Aeronáutica Civil.
Velásquez no descarta que la aeronave pudo ser utilizada para la comisión de hechos ilícitos.