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Aunque Santa aclara que no ha sido sólo ese puente del que ha bajado, acepta que es en ese lugar donde está la gente más necesitada.
“Lo hicimos una vez de la Torre del Reformador, pero luego nos dimos cuenta que la gente aquí lo necesita más”, dijo el oficial a Prensa Libre y Guatevisión.
“Llevo una hora esperando a Santa, porque quiero una muñeca”, dice la niña Daniela Rebeca, momentos antes de ver, entre gritos de alegría, cómo Santa baja del puente.
Karen Mejía, una de las jóvenes que colaboran con la actividad, dice que son bastantes los niños que se benefician con los regalitos que les entrega Santa.
“Estos niños me esperan siempre, ya me conocen y se robaron mi corazón”, confiesa el socorrista, quien agrega que las únicas palabras que pueden encerrar la motivación para esa actividad es el amor al prójimo.
Santa agradeció a todas las personas de buen corazón que han donado los regalos y a todos los voluntarios que año con año se esmeran por llevar felicidad a estos niños necesitados.
Chacón, que tiene 74 años, piensa seguir bajando desde unos 150 metros de altura hasta que “Dios se lo permita”.
“El tiempo no es mío”, enfatiza.
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