Él tenía 24 años y ella, 35. Se enamoraran y formaron un hogar.
“Yo era muy tímido y Fina —como le dice a su amada— fue mi primera novia”, recuerda Eusebio, ahora con 85 años.
Cinco hijos, ocho nietos, dos bisnietos y dos tataranietos son fruto de este amor que ha perdurado por encima de dificultades económicas y enfermedades.
En el 2004, él sufrió parálisis facial y gracias a las atenciones de Ceferina, en su rostro no queda seña de aquel padecimiento y su sonrisa la demuestra.
Ahora es ella quien necesita de sus cuidados. Su visión se ha deteriorado y sus rodillas le comenzaron a doler, pero Eusebio está allí para atenderla y caminar junto a ella en todo momento.
“Cuando se enferma, yo la cuido. Es mi deber, no es que le haga un favor, pues los dos tenemos obligación de protegernos”, refiere.
Ambos aseguran que la comunicación ha sido clave para consolidar su unión, y hoy dicen: “Gracias Dios, por darnos estos años de vida juntos”.