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“Que todos vivimos el estigma de la discriminación de la misma manera. No importando la religión, el sexo o la raza”, dice una de las participantes por un micrófono mientras los asistentes empiezan a colocarse al son de la música. “Salimos en 10”.
En este jardín de la diversidad, en el que todos van ataviados con trajes brillantes y coloridos, con diseños originales y llamativos, la comunidad recordó uno de los momentos determinantes de la historia del movimiento LGBTIQ en Guatemala, al margen de la historia oficial.
El colectivo se unió, de manera espontánea, para conmemorar el asesinato de María Conchita, una mujer trans que intentó unir a dos poblaciones: los hombres gais y las mujeres trans.
Conchita ejercía el trabajo sexual en la quinta avenida de la zona 1 de la capital. Ahí la mataron en octubre de 1997. Su fallecimiento removió los corazones de sus compañeros: unos ahogados por el miedo de salir a protestar y otros revolucionados contra el silencio y la represión. Y este sábado, en la decimonovena edición de esta cita festiva, una imagen de su rostro recordó su lucha.
Junto a ella caminaban las imágenes de otras compañeras asesinadas y torturadas por existir. Por ser. Lesly también tiene palabras para ellas. Para las que no están y para las que aún no pueden estar: “Estamos aquí para acabar con los actos de odio hacia nosotros, nosotras y nosotres”, proclama una y otra vez mientras insiste en la necesidad de usar un lenguaje inclusivo. Para todos.
Harta de que Guatemala no separe la religión del Estado y no se legisle para una mayoría silenciada, Lesly levanta sus globos de colores y grita una y otra vez dos frases que repite como mantra: “orgullo” y “no a la discriminación”. Dos lemas que se replican en centenares de camisetas, gorras y banderas que pasean tranquilas por una ciudad que hoy luce distinta.
Así lo dice la primera diputada abiertamente lesbiana y feminista en el país, Sandra Morán, quien dejará su escaño el próximo 14 de enero. Esta mujer, que salió del armario en 1995 cuando se celebró el foro “La invisibilidad del lesbianismo también es violencia”, insiste en una conversación con EFE en la importancia de la “visibilidad” y lamenta que una parte “fundamentalista” de la sociedad los quiera “meter al closet de nuevo”.
Convencida de que ha sido “un honor” representar a la comunidad durante 4 años en el Parlamento, un reto “gigantesco” que ahora deja en manos de Aldo Dávila, un activista homosexual que ha luchado por muchos en la calle y que en enero ocupará su curul, Sandra es consciente de que la violencia hacia la población LGBTIQ “se incrementa”.
Todo por esos mensajes de “odio” que propagan algunos sectores y por los que ha decidido, tal y como avanza a EFE, volver a presentar una iniciativa de ley que busca penalizar los crímenes contra este colectivo, uno de los más vulnerables del país.
“Venga. Un abrazo”, dicen un hombre y una mujer con un cartel de “abrazos gratis” de papá y mamá.
– ¿Y esto?
– “Es por el profundo amor que sentimos hacia usted”, asegura la mujer mientras sigue regalando apretones cariñosos. Un par de jóvenes alzan sus carteles desde una de las carrozas: “Que el binarismo se extinga y que la sexualidad sea fluida, amén” y “Legalicen el matrimonio gay”.
A unos pasos Humberto López, de la organización AHF, explica a EFE que intenta promover en esta cita multitudinaria la prueba del VIH. Solo el año pasado realizaron 109 mil , con una reactividad del 1.2 por ciento, y este año llevan 26 mil, priorizando los grupos más vulnerables. Se cree que en el país, donde unos dos millones de personas pertenecen a este colectivo, hay 50 mil personas con VIH que no lo saben.
Es por ello que, a 50 años del movimiento LGBTIQ, pide hacerse la prueba, para poder tratarse y convivir, de la mejor manera posible, con este virus.
Guatemala sigue siendo un país muy conservador y patriarcal, donde el matrimonio entre personas del mismo sexo está prohibido por ley y donde el aborto está castigado con penas de cárcel. Dos temas tabúes que algunos no son capaces de aceptar y por los que, según se ha podido escuchar en este desfile, aún generan insultos.
Pero pensando en que el mundo “tiene muchos colores”, 3 mujeres trans indígenas lucen orgullosas sus trajes porque “fueron, somos y serán”. Porque no van a dar ni un paso atrás y pasean con orgullo su diversidad.
El cierre de este desfile: cinco hombres a caballo repartiendo banderas de colores y un mensaje: “Love Pride”.
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