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Iglesia Católica pierde a servidor

El miércoles recién pasado partió a la vida eterna el sacerdote salesiano Bartolomé Ambrosio, conocido como el párroco de Guatemala, quien dedicó más de seis décadas al servicio de la Iglesia y su comunidad.

El padre Bartolomé Ambrosio es velado en la iglesia Divina Providencia, zona 8.

El padre Bartolomé Ambrosio es velado en la iglesia Divina Providencia, zona 8.

El presbítero falleció en la iglesia Divina Providencia, a los 95 años.

“A eso de las 16 horas, estaba durmiendo. Lo despertaron, y luego murió, sin mucha agonía. Él era muy sano y nunca tuvo ninguna operación. Su muerte fue un proceso natural a causa de la edad”, comentó el padre Hugo Estrada, párroco de la citada iglesia.

El cuerpo es velado en el templo Divina Providencia, zona 8, desde ayer. Hoy, a las 10 horas, habrá una misa de cuerpo presente ofrecida por el arzobispo Óscar Julio Vian. Luego, se llevará el féretro al cementerio La Villa de Guadalupe, zona 14.

Vida de servicio

El padre Ambrosio nació el 14 de agosto de 1917, en Villanova Mondoví, Italia.

Trabajaba desde los 15 años, y fue el séptimo de 13 hermanos. Desde muy temprana edad conoció a Don Bosco, porque asistía al oratorio salesiano.

“Había leído un libro de Don Bosco, y me agradó mucho su vida. Además, en el Santuario de María Auxiliadora, en Turín, mi amor a la Virgen había crecido, así que se me hizo sencillo entrar con los salesianos”, escribió el padre Ambrosio en una nota publicada en el Boletín Salesiano, el 1 de enero del 2010.

Sus primeros estudios como salesiano los hizo en el aspirantado —seminario menor de los salesianos— en Monferrato, Italia. Cuando tenía 19 años, vino de misión a Centroamérica. Estuvo en El Salvador, pero la mayor parte de su trabajo fue en este país.

A los 30 recibió la ordenación sacerdotal, y desde esa fecha celebró, con profunda devoción: la eucaristía.

“El padre Ambrosio fue muy querido, un ejemplo de atención. Siempre tenía tiempo para los enfermos o para darle la comunión a quien se lo solicitara. Se distinguió por ofrecer siempre los sacramentos. Casó, bautizó, hizo bendiciones y visitó enfermos. Lo querían mucho”, cuenta el sacerdote salesiano Francisco Javier, quien trabajó muy de cerca con él.

Durante 30 años fue párroco de la iglesia Divina Providencia. Luego, por tres décadas, del Sagrado Corazón de Jesús, y en los tres últimos años permaneció en la Divina Providencia.

El padre Ambrosio estuvo consciente hasta sus últimos días. Una semana antes de su fallecimiento le celebraron sus 95 años.

“Ese día se despidió de la iglesia, dio la bendición al final con la voz que todavía tenía, y yo le detuve la mano”, relata el padre Estrada.

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