Sin embargo, dos tragedias específicas motivaron la prohibición. La primera ocurrió la noche del 24 de diciembre de 2005. Cinco hermanos, de entre 2 y 13 años, murieron carbonizados luego que un silbador provocara un incendio en su humilde vivienda ubicada en el asentamiento Santiago de los Caballeros, zona 6.
El hecho conmocionó al país, pues mientras de miles de familias celebraban la Navidad, estos pequeños perdieron la vida de forma trágica. El día del entierro, el clamor popular era el de prohibir los silbadores.
El gobierno de Oscar Berger manifestó interés en presentar una iniciativa de Ley para su prohibición, pero la Procuraduría de Derechos Humanos accionó legalmente para que la medida restrictiva tomara vigencia de inmediato.
Así, el 30 de diciembre de 2005 se advirtió a los vendedores y un día después se realizaron decomisos y se impusieron multas a quienes no acataron la prohibición.
A pesar que ya existía esta prohibición, que era provisional, la situación no mejoró. El 20 de noviembre de 2006, un incendio provocado por un silbador dejó como saldo 18 personas muertas y la destrucción de 132 locales en el mercado de la Terminal, zona 4.
Un año después, el 13 de noviembre de 2007, la Corte Suprema de Justicia levantó la prohibición bajo el argumento que no se podía limitar las actividades comerciales a solicitud de la Asociación de la Industria Pirotécnica.
Finalmente, el 13 de diciembre de 2007, la Corte de Constitucionalidad resolvió de manera definitiva prohibir la importación, producción, distribución y comercialización de silbadores.
Mercado negro
En las últimas semanas, varias personas han anunciado en Facebook que tienen disponibilidad de silbadores a la venta. Sin embargo, como la prohibición sigue vigente las personas que los vendan pueden ser sancionados por el Ministerio de la Defensa con una multa de entre Q10 mil y Q50 mil.
Además, podrán ser denunciados y enfrentar responsabilidades civiles y penales por las consecuencias de esas ventas.