Comunitario

Llamado sin eco

Basta con acercarse a cualquiera de las esquinas de la 7 calle, entre 4a. y 5a. avenidas, zona 1, a un costado de la Biblioteca Nacional, para que el hedor a orines y heces empiece a penetrar en las fosas nasales de cualquier transeúnte. Con cada paso, la pestilencia se hace insoportable, al punto de que el reflejo de náusea se hace presente.

USUARIOS no videntes de la sala Braille y sala de computación de la Biblioteca están expuestos a los olores fétidos aún en las salas de lectura y, en el exterior, a menudo pisan la suciedad.

USUARIOS no videntes de la sala Braille y sala de computación de la Biblioteca están expuestos a los olores fétidos aún en las salas de lectura y, en el exterior, a menudo pisan la suciedad.

Para los que van de paso, quizá la impresión sea momentánea, pero decenas de usuarios de la Biblioteca Nacional, el Archivo General de Centro América, la Hemeroteca Nacional y, sobre todo, los estudiantes no videntes que acuden a la Biblioteca de Braille, la tragedia es cotidiana. Las paredes lucen deterioradas y manchadas, y son pestilentes, a pesar de los carteles colocados por la Municipalidad de Guatemala con la leyenda: “Prohibido orinar en esta calle”.

Las moscas revolotean alrededor de las heces que a diario quedan sobre la acera próxima a la sala de lectura y el laboratorio de computación para personas ciegas, hasta cuyo interior se ha colado ya, de manera permanente, el mal olor, pues la orina ha penetrado los ladrillos.

Problema diario

“Acá siempre hemos tenido la incomodidad de que haya personas que hacen sus necesidades fisiológicas, pero en los últimos meses no solo se ha intensificado, se ha vuelto común. Antes solo era el olor, ahora uno camina y constantemente se anda parando en esta suciedad”, cuenta Stanley Castellanos, estudiante que desde el 2008 utiliza este laboratorio.

Según el director de la Biblioteca de Braille, Rafael Montoya, el lugar se usa como letrina pública sin que ninguna autoridad intervenga. Para ellos es ya un problema de salud, pues deben aguantar por horas el mal olor impregnado y se agrega el factor de que, por su discapacidad visual, a menudo se embarran de esta suciedad.

“Vienen a limpiar y a lavar, pero no es la solución, porque al día siguiente vuelven a orinar. Se debe encontrar la manera de sancionar estos actos”, opina Celeste Lucas, otra usuaria.

Llamado sin atender

En repetidas ocasiones, los estudiantes no videntes han solicitado que se haga algo al respecto mediante cartas a diferentes instituciones, pero ha sido un llamado sin eco. El martes recién pasado llamaron a la Procuraduría de los Derechos Humanos para que llegaran a ser testigos, pero solo se les indicó que debían enviar su petición por escrito, y no se les apoyó.

Rosa María Chan, viceministra de Patrimonio Cultural y Natural, dependencia a la cual pertenece la Biblioteca, explica que se han reunido varias veces con autoridades de la Municipalidad de Guatemala, ya que es un problema de ornato, y que han tomado diversas medidas, pero la situación no cesa. “Es un tema de educación y sensibilización”, dice.

Sin sanciones

“En el área trabajamos con hidrolavadoras, en ocasiones pasamos dos veces al día, pero sabemos que esto no es suficiente. Lamentablemente, hay muchas personas o indigentes sin educación y sin cultura que no respetan nada”, señala el vocero de la Municipalidad, Carlos Sandoval, quien agrega que hay 45 mingitorios instalados en el Centro Histórico, pero no los usan, además de existir baños a los costados de la Concha Acústica, frente a la Biblioteca.

Rubén Pérez, jefe del Departamento de Regulación y Ambiente, del Ministerio de Salud, también le achaca el tema a la Municipalidad y argumenta que, según el artículo 68 del Código Municipal, “no tienen nada que hacer en el mismo”.

Vigilancia

Una de las opciones que los no videntes plantean es la de ubicar seguridad permanente en esta calle. Al respecto, Sandoval señala que la ley no le permite a la Municipalidad accionar contra particulares y que los policías municipales han sido agredidos en varias ocasiones por casos similares.

Una fuente de la Policía Nacional Civil (PNC) refirió que pese a que esta acción está contemplada como falta a las buenas costumbres dentro del Código Penal y se puede consignar a quien la cometa, los jueces han llegado a catalogar como ridículo que se les haga perder tiempo con casos como estos, razón por la cual se ha desistido, además de que el recurso que se gasta en la consignación es mucho mayor que la multa que se le puede imponer al infractor, si es que se da el caso.

Pablo Castillo, vocero de esta institución, expresó que el hecho de tener un agente de fijo en ciertos lugares sí podría ser un disuasivo. Chan considera que son opciones que deben analizarse desde todas las aristas, ya que la PNC tiene otras prioridades.

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