No es el único caso, la matrícula estudiantil en los colegios sufrió una baja durante los últimos dos años. El 4.1 por ciento de la población en edad escolar que previo a la pandemia estaba en el sector privado ya no continuó, los factores son varios, pero el golpe en el bolsillo que recibieron los hogares guatemaltecos durante la emergencia sanitaria fue duro.
La hija de Mercedes Camey está por comenzar el tercer grado de primaria y es un ejemplo de esta migración. Cinco años estudió en colegio, pero en el 2020 se hizo insostenible para la familia pagar la cuota mensual, la pandemia del covid-19 afectó los ingresos económicos al quedar desempleada. Intentó trasladar a la niña a una escuela a mita del ciclo escolar, pero no lo consiguió. Ahora la menor estudia en el sector público.
El fenómeno se observa en todos los niveles, sin embargo, el más afectado fue el preescolar, donde tres de cada 10 niños dejaron de estudiar en un colegio. También impactó el nivel de básicos, con la salida de uno de cada 10 adolescentes.
Los números dejan ver que hubo una migración al sector público, pues de este lado de la educación por cada estudiante que abandonó la enseñanza privada dos ingresaron a las escuelas.
En porcentajes es el 2.4, una cantidad que parece baja, pero en números absolutos sobrepasa los 194 mil escolares que se agregaron durante el 2021 al sector oficial, según el análisis del economista Enrique Maldonado, de Laboratorio de Datos, al comparar los reportes oficiales de la matrícula estudiantil durante los dos años de pandemia.
La incorporación de niños en las escuelas es más alta en los niveles de preprimaria y primaria, el crecimiento fue del 16.6 y 5.1 por ciento, respectivamente. En tanto que el impacto en la educación básica fue de 1.8 y en diversificado de 2.4 por ciento.
El comportamiento de la matricula estudiantil general ha involucionado con los años. En el 2021 hubo 67 mil 256 estudiantes menos que nueve años atrás. Durante ese período, el 2018 es el año con más niños y adolescente inscritos tanto en el sector privado como público, se llegó a los 4 millones 215 mil 965 en el sistema educativo.
Razones de peso
“La situación económica ya no da para pagar, la pandemia nos dejó sin trabajo. ¿Para qué me iba a quebrar la cabeza viendo como conseguía para el colegio, si ya no se podía?”, mencionó Camey, por eso decidió trasladar a su hija al sector público, luego de estudiar varios años en colegio.
Sin duda, la crisis sanitaria tuvo en daño colateral en la educación. Los últimos dos años transcurrieron de manera irregular para los estudiantes. Las clases presenciales se suspendieran desde el 16 de marzo del 2020 como medida sanitaria para evitar el contagio del coronavirus entre la comunidad educativa.
El proceso de enseñanza a distancia predominó durante el primer año, para luego establecer la modalidad híbrida conforme el semáforo epidemiológico lo permitiera, sin embargo, la constante alza de casos positivos de covid-19 obliga a que el ciclo escolar sea intermitente desde entonces, como también lo ha sido la economía en los hogares.
Un informe del Banco Mundial señaló que en el 2020 la clase media del país se redujo, fueron 360 mil 97 personas las afectadas. Mientras que el sexto Informe del Estado de la Región publicado el año pasado menciona que casi tres de cada 10 personas —29 por ciento— perdieron el empleo en Guatemala, mientras que el 17 por ciento tuvo disminución de ingresos. Como resultado de ello, para muchos padres de familia la educación privada para sus hijos dejó de ser opción.
“No todos los que abandonaron (los colegios) migraron al sector público, algunos ni siquiera continuaron los estudios”, señaló Diana Brown, de la Asociación de Colegios Privados (ACP).
A su parecer hay varios aspectos a analizar en esa migración de estudiantes al sector público, y ciertamente lo financiero pesa, pues en muchos hogares ya no hubo holgura económica para pagar una cuota mensual, tampoco para acceder a dispositivos electrónicos para que los niños y adolescentes continuarán con clases a distancia, para lo que era necesario el pago de internet.
Ese éxodo de estudiantes a las escuelas también se vio impulsado porque muchos padres de familia no estaban satisfechos con un modelo de educación que cambió de la noche a la mañana.
De una educación tradicional mudó a distancia y luego a híbrido -aprendizaje en el aula y en casa-, que no solo tuvo repercusión en los estudiantes, los maestros debieron aprender sobre la marcha cómo impartir el conocimiento a los alumnos a distancia.
El estudio Covid-19 la Respuesta Educativa en Guatemala, elaborado por la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), durante el primer año de la pandemia, reveló que solo uno de cada cuatro docentes estaba preparado para trabajar la metodología en línea.
Brown señaló que es la preprimaria el nivel donde más estudiantes dejaron del sector privado. Durante el primer año de la pandemia la ACP estimó que cuatro de cada 10 niños abandonaron el preescolar, aunque el factor económico influyó, también el que no es un requisito para ingresar a la primaria, además, implicaba que en casa un adulto acompañara al estudiante mientras recibía las clases, lo que en muchos hogares fue una limitante, y en otros tomaron la decisión de dejar a los menores fuera de la educación escolarizada.
“Se ha visto una gran merma en preprimaria y es preocupante porque es la etapa en que se desarrollan las destrezas de preescritura, de prelectura, la socialización y de no adquirirlas, los niños pueden verse limitados al ingresar al primer grado. Si les cuesta más en primaria, cómo será más adelante”, señaló Brown.
Alimentación escolar
Buena parte de estos estudiantes pudo ser absorbida por el sector público, y el programa de alimentación escolar fue un incentivo para que los padres de familia matricularan a sus hijos en las escuelas, como lo ve Maldonado. El beneficio se entrega a los niños de preprimaria y primaria.
Con el cierre de los establecimientos educativos, la alimentación escolar llegó a los niños en especie. La bolsa con productos de la dieta básica equivalente a Q4 diarios fue entregada a cada estudiante, y se ha convirtió en un apoyo para los hogares durante la pandemia.
Además de no pagar una cuota mensual, en la escuela “la ganancia son los víveres que nos entregan mensualmente para ayudarnos con la canasta básica”, dijo Camey, que traslado a su hija a la escuela de Fe y Alegría No. 44, en Mixco, donde Indira Pinto, es la directora.
De acuerdo con la maestra, efectivamente la alimentación escolar viene a sumar en la decisión de los padres de familia de trasladar a los niños del sector privado al público. El año pasado Pinto recibió a no menos de 50 niños que no pudieron continuar sus estudios en un colegio, y durante este ciclo escolar van más de 60.
El Mineduc desembolsó durante el 2020 la suma de Q1 mil 996 millones para entregar los víveres a los estudiantes, según el Sistema de Contabilidad Integrada (Sicoin), al año pasado el gasto fue de Q1 mil 897 millones.
A través del decreto 12-2021, aprobado en Congreso de la República en septiembre pasado, establece que a partir de este año la alimentación escolar será de Q6 diarios por niños que curse la preprimaria y primaria en el sector público. El próximo año, el beneficio alcanzará a los estudiantes de educación inicial y secundaria, con Q4 diarios.
Abandono en secundaria
El abandono de estudiantes en colegios también es alto en el nivel básico, el 9.3 por ciento, según el análisis de Maldonado, y en este caso podría deberse, principalmente a nivel departamental, a que los adolescentes pasaron a formar parte de la fuerza laboral del país, para apoyar a sus padres con los gastos familiares. Habría ocurrido lo mismo en el diversificado.
A diferencia de lo que se observa en la matrícula de preprimaria y primaria que habría migrado del sector privado al oficial, en la secundaria son menos los que se trasladaron a institutos públicos. Un buen número ya no continuó sus estudios, se puede hablar, entonces, de deserción escolar.
“La disminución de básico y diversificado a nivel privado y el poco aumento en el sector público en estos dos niveles, en buena medida está explicado porque muchos adolescentes dejaron la escuela, pero para poder generar ingresos para el hogar”, indico Maldonado.
Si bien la pandemia ha alejado a la población adolescentes de la secundaria, la baja cobertura estudiantil a este nivel no es nueva. No hay suficientes establecimientos públicos que impartan el nivel básico y menos aún el diversificado. Las oportunidades para continuar los estudios se ven limitada principalmente por la falta de recursos económicos, pues la opción para avanzar es inscribirse en el sector privado.
Afectará la calidad educativa
La última prueba realizada a los graduandos en 2019 muestra que los estudiantes del sector privado obtuvieron un mejor desempeño en Matemática en las carreras de bachillerato (17.7%) y secretariado (14.6%), en tanto que los centros educativos el logro alcanzado fue de 7.8% y 14.1%.
En Lectura los mejores resultados los obtuvo el sector público. Magisterio con 36.8%, perito con 40.7% y secretariado con 35%, mientras que el privado únicamente los estudiantes de bachillerato tuvieron un nivel superior, de 40.4%.
Establecer si el cambio de estudiantes del sector privado al público tendrá un impacto en la calidad educativa, será un análisis que el Mineduc deberá desarrollar a través de pruebas diagnósticas, según los entrevistados.
- Un golpe bajo a los colegios
La situación económica afectó a los padres de familia, pero también a los colegios, en 2020 varios cerraron sus puertas, aunque no se tiene claridad de cuántos dejaron de funcionar.
De acuerdo con Brown esto “es un reflejo del estado financiero de los padres de familia, hay más insolvencia que de costumbre, aunque se ha tratado de no aumentar cuotas porque toda la economía nacional está afectada”.
Reconoce que para los centros educativos privados es un reto continuar impartiendo clases en medio de la crisis económica que atraviesa el país, y de que no hay reglas claras por parte del Mineduc de cómo deben trabajar conforme el cambio de alertas sanitarias establecidas por el semáforo epidemiológico.
Si la matrícula baja, son menos ingresos para el colegio, y esto afecta el salario de los maestros – el 72% de las cuotas se destina a este fin-. Luego, si se tiene una educación hibrida o presencial, los protocolos dictados por las autoridades de Salud y Educación deben cumplirse dentro del establecimiento, y son gastos que hay que cubrir, señaló Brown.