Esta es una de las denuncias que Prensa Libre recibió durante una visita a esa unidad del Seguro Social, en donde los pensionados afirman que, pese a sus quejas y peticiones, la falta de medicamentos es constante.
Las hermanas volverán al Camip en septiembre, pues hasta ese mes se agendó la próxima cita. “A ver si sigo viva”, dice la mayor.
Por un año
Enma Chávez es otra paciente afectada, su vida depende de la insulina, pero no ha recibido este medicamento durante un año, “nunca hay”, asegura.
Chávez consume tres frascos cada dos meses, paga Q530 por cada uno para mantenerse estable.
“Hay una licitación para comprar insulina que comenzó en diciembre del 2015, pero todavía no hay junta de calificación”, comenta angustiada.
La aglomeración en la farmacia afecta a los pacientes, en especial a quienes padecen del corazón, como otro pensionado, 76, quien asegura que llega un momento en que el oxígeno le falta, pero “por temor a no ser atendido si me llaman y no estoy, prefiero aguantar”.
Las quejas incluyen mala atención del personal, en especial del administrativo, quienes no atienden las consultas de los afiliados o responden de una forma grosera, aunque algunos afirman que los médicos y enfermeras hacen un buen trabajo.