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PMA: “Convivimos tanto con la desnutrición que no la percibimos como un problema”, es hora de trabajar en la resiliencia

El director Adjunto del WFP ( Programa Mundial de Alimentos) en Guatemala habla de la inseguridad alimentaria, de la desnutrición en el país y de cómo reducir el número de población afectada.

El PMA trabaja en proyectos de resiliencia en distintas comunidades del país, para disminuir la inseguridad alimentaria y la desnutrición crónica en la niñez. (Foto Prensa Libre: Cortesía PMA)

El PMA trabaja en proyectos de resiliencia en distintas comunidades del país, para disminuir la inseguridad alimentaria y la desnutrición crónica en la niñez. (Foto Prensa Libre: Cortesía PMA)

En Guatemala más de 3.2 millones de personas están en inseguridad alimentaria, la mita de la población infantil menor de cinco años tiene desnutrición crónica, y el panorama no es nada alentador con la presencia del fenómeno del Niño, los efectos colaterales de la guerra en Ucrania -como el aumento en los combustibles y de los fertilizantes- y el incremento en los precios de los productos de la canasta.

Hebert López, director Adjunto del WFP ( Programa Mundial de Alimentos) en Guatemala, en entrevista con Prensa Libre señaló que para disminuir dichas cifras es necesario atacar los problemas estructurales, es por ello que trabajan en proyectos de resiliencia para fortalecer la capacidad de los hogares y que puedan responder de mejor manera ante la escases y baja calidad de los alimentos. En el país atienden a las familias necesitadas en el área rural.

 

La inseguridad alimentaria afecta a distintos países de la región, ¿tiene Guatemala alguna característica específica que lo haga más vulnerable?  

En la subregión de Centroamérica la situación es similar, muchos problemas estructurales que tiene Guatemala los tiene El Salvador, Nicaragua y Honduras. De pronto la desnutrición crónica podría ser el elemento que nos diferencie, y es porque sí sabemos el porcentaje de la población que está en esa situación, el número de familias afectadas en el resto de los países de Centroamérica es más oculto. El grado de visibilidad que se le da a estos problemas es lo que nos podría diferenciar de otro país.

 

¿La desnutrición crónica pone en mayor vulnerabilidad a la población infantil? 

Definitivamente. Tenemos un porcentaje alto de población en desnutrición crónica, y es debido a elementos coyunturales: falta de alimento en los hogares, bajos niveles de producción, una marginalidad de la agricultura a nivel de familias de subsistencia, entonces, ya tenemos una base complicada y sobre esto nos cae la guerra en Ucrania, el incremento de la canasta básica, el cambio climático. Todos estos elementos contribuyen a que la situación se agudice. Eso lleva a que se reporten problemas de desnutrición aguda, que está relacionado a hechos recientes.

También hay un tema de cómo miramos la desnutrición, cuál es nuestra idiosincrasia. Muchas de la familia no la perciben como un problema porque la ven todo el tiempo, y reaccionan hasta cuando la situación es demasiado grave y no podemos hacer nada.

 

¿Para el Programa Mundial de Alimentos (PMA) atender el problema de la desnutrición es importante? 

Aunque a nivel global o a nivel de América Latina es un tema que ha perdido interés por parte de la población donante, para el PMA está sobre la mesa y estamos trabajando en ello.

Tratamos de incidir sobre las causas de la desnutrición, por ejemplo, en el caso de Guatemala tenemos un proyecto fuerte de resiliencia que nos permite fortalecer la capacidad de los hogares para afrontar estos problemas y que puedan responder mejor ante una baja en la calidad de los alimentos.

Aunque nuestras intervenciones pueden tener otros nombres, al final lo que buscamos es mejorar la calidad de la alimentación que tienen las familias, ya sea al mejorar su producción o porque generan ingresos que les permiten comprar alimentos de mejor calidad.

 

¿Por qué hay desinterés entre los guatemaltecos en el tema de la desnutrición? 

Convivimos tanto con la desnutrición que ya la miramos como parte de nuestras vidas, no la percibimos como un problema. Por eso trabajamos en cómo incidir en el cambio de comportamiento de las personas, de los gobiernos, de la familia, de las autoridades territoriales.

Deberíamos hablar también de malnutrición, porque está el tema de la obesidad, la doble carga nutricional, que tampoco lo miramos como un problema. No pensamos que afecte a la población, a la capacidad productiva del país, porque al final en eso se traduce.

¿El que los donantes internacionales vean la desnutrición en Guatemala con poco interés no es nada alentador?

Creo que el donante está viendo el problema de diferente manera, cuando hablamos solo de desnutrición de repente no es atractivo, porque al final la desnutrición es el efecto de algo, pero sí hay interés en las causas. Tenemos mucha apertura de los donantes para hacer un trabajo que ataque las causas.

Están apoyando el tema del cambio social de comportamiento, la gente necesita cambiar su mentalidad, necesita ver las cosas de una manera diferente. Tenemos una cantidad de intervenciones en el campo, en la zona donde hay mayores problemas de desnutrición, que tienen que ver con construir resiliencia, con fortalecer los medios de vida de la familia, para un mejoramiento de la situación nutricional de las personas. Es un tema que tenemos que ir viendo cómo lo vamos permeando en la comunidad, en los donantes, para que vean que estamos atacando las causas, de que sí puede haber una respuesta en la parte nutricional.

Pero, definitivamente sí ha habido una pérdida de interés, hay un cuestionamiento en el tema de por qué los niveles de desnutrición no bajan a pesar de que ha habido mucha inversión, y es porque hemos tratado de atacar el efecto cuando se debería trabajar en las causas.

Los huertos comunitarios son parte de los proyectos de resiliencia que impulsa el PMA. (Foto Prensa Libre: Cortesía PMA)

 

¿Cuál es el panorama de inseguridad alimentaria en Guatemala para los próximos meses? 

No tenemos información que nos permita conocer de cerca cómo está la situación.

Los efectos de la guerra de Ucrania y el mejoramiento internacional del costo de los fertilizantes todavía no han llegado a Guatemala, entonces, esperamos que la situación no sea fácil y que se complique para las familias, especialmente durante la época de escasez (de alimentos), que normalmente empieza a finales de mayo, junio, julio y hasta que empieza a salir las siembras de primera.

Aparte, tenemos un Fenómeno del Niño que posiblemente empecemos a ver a principios de junio. El tema de que la canasta básica sigue incrementando nos preocupa, entonces, pensamos que para lo que falta del año la situación se puede complicar, como PMA estamos preocupados y dando seguimiento a lo que pueda venir, y trabajando una serie de proyectos que son integrales y que pueden reducir un poco el impacto de la situación.

Entiendo que el mismo Gobierno se está preparando, el año pasado se estableció una reserva estratégica de alimento para responder, incluso, para dejar un stock de alimento bastante considerable para el próximo Gobierno, en caso de que la situación se prolongue un poco más.

Enseñar a los pobladores a como aprovechar cada uno de los recursos que tienen a la mano es fundamental para enfrentar los momentos de escasez de alimento. (Foto Prensa Libre: Cortesía PMA)

 

El hambre estacional es una situación que sucede todos los años, ¿cómo prepararse para actuar con antelación y evitar que las familias caigan en inseguridad alimentaria?  

Las intervenciones en las áreas de resiliencia son básicas para para evitarlo, hablamos de resiliencia económica y climática, que lleva a que las familias puedan garantizar sus ingresos para la compra de alimentos durante estos períodos.

Enfocarnos en los problemas estructurales relacionados a la productividad, porque la escasez de alimento impacta más en las familias rurales, donde para la mayoría la actividad agrícola es la principal fuente de ingresos. No quiere decir que es la única, pero muchas veces al no contar con suficientes reservas de alimento les genera esa percepción de escasez de alimentos.

El fortalecer la resiliencia, de garantizar que las familias incrementen su capacidad de respuesta a situaciones difíciles, es lo que nos llevará a eliminar ese período de escasez de alimento.

Habrá que desarrollar otras capacidades en la familia que les permita generar ingresos en ese periodo donde la agricultura no es la principal actividad, porque no ha iniciado el invierno, porque todavía no es la época de siembra.

El papel de las mujeres en actividades agrícolas es importante para tener familias resilientes. (Foto Prensa Libre: Cortesía PMA)

¿La asistencia alimentaria es necesaria en algún momento?

La asistencia alimentaria siempre va a esta ahí en caso de que las familias estén afrontando una situación más allá de sus capacidades de respuesta, y hay que estar listos para ello. Estamos hablando de que puede ser a través de proveerles alimento o de transferencias en efectivo -condicionada o no condicionada-.

 

¿Cuál es la participación del PMA en el programa de reserva estratégica de alimentos del Gobierno?

Es un stock de alimentos que el Gobierno tiene almacenado y que se utilizarían en un momento de crisis, ya sea por el impacto ante una situación económica social o una baja de producción o disponibilidad de alimentos en los mercados, entonces, la reservas se saca.

El PMA solamente está proveyendo el servicio de todo el proceso de compra de alimento -maíz, frijol y arroz-, se está hablando con el Gobierno la posibilidad de también apoyar en la distribución.

Si miramos la situación en otros países, somos el único donde se tiene una reserva que puede ser utilizada en una situación de emergencia. El plan que se tiene es que entre septiembre y octubre si no ha habido ninguna situación de crisis el alimento sea utilizando en programas regulares del Ministerio de Agricultura y reemplazaríamos con nuevos alimentos para que la reserva se mantenga.

 

¿No hay peligro de que se arruinen al estar tanto tiempo almacenados? 

Estos productos se compraron a finales del 2022 y la idea es que, si en septiembre u octubre no se han utilizado, el alimento que está almacenado para la reserva se utilizaría en los programas regulares del Ministerio de Agricultura, y en ese mismo periodo se estarían comprando nuevamente alimento para mantener la reserva estratégica.

ESCRITO POR:

Ana Lucía Ola

Periodista de Prensa Libre especializada en temas comunitarios, con énfasis en Salud y Educación, con 17 años de experiencia. Reconocida con el Premio de Prensa Libre en categoría Reportaje, en 2019. Premio de la UPANA por Informar a la población guatemalteca sobre la realidad en nutrición y desnutrición en el país, en 2019. Diplomado El periodismo en la era digital como agente y líder de la transformación digital impartido por el Tecnológico de Monterrey.