Es probable que haya sido un descendiente de los ceneos y que luego fue incorporado a la tribu de Judá, por lo tanto no pertenecía al pueblo de Dios.
Fue un hombre ilustre y temeroso de Dios.
El libro de Primera de Crónicas 4: 9-10 habla de la oración de Jabes, para ser librado del mal: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si Tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.
Diversas fuentes que escudriñan este texto mencionan que Jabes reconoce que el Dios de Israel es fuente de toda bendición y al pedir Su gracia invoca la promesa de Dios para Abraham y sus descendientes.
La petición sobre la extensión del territorio busca prosperidad en la vida material.
Lo último, sobre que Dios le otorgó lo que pidió, habla de la devoción de la oración de Jabes que compensó el dolor del principio.