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Tragedia en Chiapas: madre guatemalteca llora al recordar el último beso que le dio a su hijo que murió en el accidente en México

Teresa despidió a su hijo Giovanni el miércoles pasado. Días después se enteró que el beso que le dio ese día fue el último.

Teresa Mateo, de 48 años, es madre de Giovani Raymundo Mateo, de 18 años, una de las víctimas del accidente en Chiapas, México. (Foto Prensa Libre: AFP)

Teresa Mateo, de 48 años, es madre de Giovani Raymundo Mateo, de 18 años, una de las víctimas del accidente en Chiapas, México. (Foto Prensa Libre: AFP)

Teresa habla en maya-ixil, pero su llanto es universal. Su hijo Giovani salió de una remota aldea en Guatemala y murió en un tráiler que se volcó en el sur de México con decenas de migrantes dentro. El último beso que le dio fue el miércoles.

Todavía estaba oscuro cuando Giovani Raymundo, de 18 años recién cumplidos, dejó la casa prestada donde vivía, hecha de barro y techos de zinc, en el municipio indígena de Chajul, que junto con Nebaj y Cotzal forman el llamado “Triángulo Ixil”, una zona seriamente afectada durante la guerra civil (1990-1996).

El pueblo está en las montañas, rodeado de cipreses, pinos y campos de maíz, unos 340 kilómetros al noroeste de Ciudad de Guatemala por carretera.

Junto con su cuñado, Miguel Lainez, decidieron viajar sin papeles a Estados Unidos, en busca de trabajo, como lo hacen cada año miles de sus compatriotas.

“Él (Giovani) fue a buscar nuevas oportunidades en Estados Unidos para mandar recursos y que pueda comprar un sitio y hacer una casa”, dice Teresa Ochoa, de 48 años. Quien traduce a la madre es un maestro del pueblo.

Teresa Mateo, 48, madre de Giovani Raymundo Mateo, de 18 años. (Foto Prensa Libre: AFP)

Era la segunda vez que Giovani intentaba establecerse en el norte. El primer intento lo hizo hace tres años y cruzó la frontera estadounidense, pero lo apresaron y lo devolvieron, cuenta Pablo Asciona, de 32 años, profesor de matemáticas de la escuela del pueblo.

Giovani quedó con una deuda de 20 mil dólares del viaje truncado, dinero que prestó la familia para poder pagar a los “coyotes”, como se conoce a quienes trafican con migrantes.

Intentó buscar trabajo en Guatemala para pagar esa deuda pero, como no hubo, decidió irse otra vez. El punto de encuentro con los “coyotes” era la ciudad de Sacapulas, rumbo a la frontera con México.

Debajo de la multitud

Por redes sociales, los vecinos de Teresa supieron de un accidente en una carretera de Chiapas, sur de México, principal punto de acceso de indocumentados.

El jueves, un tráiler que transportaba migrantes hacinados chocó contra un muro, presuntamente por exceso de velocidad. Se cuentan 55 muertos y casi un centenar de heridos. Teresa se resistió a pensar que su hijo iba dentro.

La llamada que esperan usualmente es la del “coyote”, diciendo que ya cruzaron “al otro lado”. En cambio fue Miguel quien se comunicó. Ellos iban a bordo del camión y, durante el accidente, ambos se agarraron mutuamente.

Pero Giovani se soltó y terminó debajo de la multitud hacinada. Teresa aún llora cuando cuenta de la llamada.

En su casa, una foto de su hijo descansa sobre una mesa, acompañada por una vela encendida. A lo lejos, varias mujeres vistiendo su ancestral y colorido huipil (blusa) y corte (falda), llegan a consolarla.

Se van por la pobreza

“Como toda la población de Chajul, cuando llegan a la edad de 12 a 18 años, por la necesidad de tener una oportunidad de vida, poder cubrir los gastos de la familia, por pobreza, los muchachos emprenden viaje a Estados Unidos”, dice el profesor Pablo.

En Guatemala, un país con más de la mitad de su población en pobreza -situación agravada por la pandemia del covid-19 y desastres naturales- miles de personas intentan llegar sin papeles a Estados Unidos en busca de empleo.

En 2019, Estados Unidos deportó vía aérea a 54 mil 599 guatemaltecos, una cifra récord, pero el año pasado los expulsiones cayeron drásticamente, con 21 mil 057 personas, a causa de la pandemia.

El viernes, un día después del accidente, en la escuela de Chajul estaban en pleno acto de graduación de los escolares que terminan la secundaria. Giovani debía estar allí, porque era uno de los que se graduaba.

“Cuando recibimos la noticia nos impactó bastante (…). Estuvo tres años conviviendo con nosotros, teníamos mucho cariño por él”, explica el profesor.

Cuenta que los jóvenes que optan por una carrera superior, cuando se gradúan, tampoco tienen oportunidades laborales. Eso los empuja a migrar.

Teresa tiene otros cuatro hijos mayores que ya han hecho su vida. Solo se había quedado con Giovani, cuyo padre lo abandonó cuando tenía 12 años. Él sostenía el hogar.

En su casa, donde el baño es un pozo séptico y la cocina es un improvisado fogón sobre el suelo, Teresa aún piensa cómo hará para pagar la deuda que tienen y la nueva que adquirieron para este segundo viaje, monto que no revela.

Las noticias de políticas migratorias y de que el gobierno de Joe Biden ya advirtió que no permitirá el ingreso irregular de personas a Estados Unidos, no tienen efecto por estos parajes.

A Teresa le han contado que varias madres de familia han logrado cruzar. No habla español, menos inglés, pero dice que también intentará migrar.

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