En este sentido, fue muy enriquecedor participar y comunicarnos los pasados jueves 27 y viernes 28 de febrero, en los conversatorios que abarcaron los temas generales de la pertinencia de la música académica en la era de la música electrónica; si esta electrónica se reduce a una música para bailar o si propone algo más; la visión y la opinión de la generación más joven de músicos activos en nuestro medio; y, en última instancia, la búsqueda de una identidad musical. Fue revelador escuchar las intervenciones del público, tanto como las de quienes estaban invitadas e invitados a tratar los temas propuestos.
Mas, ¿a quiénes podrán interesar semejantes conversatorios? —preguntará, tal vez, el lector. Por lo que pudimos constatar, no fue a la generalidad de los estudiantes de las principales escuelas de música de la ciudad, ni a la mayoría de quienes laboran en este arte.
Qué lástima, volvieron a brillar por su ausencia. Sin embargo, una agradable cantidad de asistentes –entre quienes sí se contaban estudiantes y profesionales, tanto de la música como de otras disciplinas— dio fe de la gran inteligencia y conocimiento que caracteriza a los artistas relevantes de una sociedad. Sobre todo, constituyó una nueva metáfora de lo que podría darse en Guatemala si, en lugar de enfrentarnos con armas, conversáramos con inteligencia y conocimiento.
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