Agregó que los infantes son afectados por una crisis causada por la pérdida de juguetes, mascotas, amigos, familiares y el espacio al que estaban acostumbrados en sus casas.
“Les puede generar un duelo emocional permanente, que se convierte en conflicto, el cual se refleja en el desarrollo de ansiedad, pesadillas, aislamiento, pérdida de autoestima y bajo rendimiento escolar, entre otras consecuencias; es algo que se conoce como estrés postraumático”, expuso Palacios.
Aclaró que no todos los niños son afectados por este trauma, y que los síntomas no siempre son los mismos.
Imelda Palacios, psicóloga del Área de Salud de Huehuetenango, indicó que la alteración del nivel de salud mental de los niños afectados no se presenta de inmediato, sino días después.
Dijo que es común que los menores desarrollen ansiedad, estrés, problemas de conducta, temores, reacciones agresivas o introversión. Además, las consecuencias se pueden agravar si no se atienden, pues los traumas se tornan permanentes.
Palacios consideró que para reducir el estrés postraumático, en cada albergue debería de existir un equipo multidisciplinario integrado por enfermero, psicólogo y médico, para tratar la salud mental de los damnificados.
Sin embargo, dijo que no cuentan con recursos, y que, por ejemplo, en desastres recientes pudieron enviar un equipo a Santa Cruz Barrillas, pero no a Chiantla.
Irma Pop aseguró que para asistir a los menores durante una tragedia, la Cruz Roja colabora con el Área de Salud de los lugares afectados; sin embargo, reconoció que tampoco cuentan con personal suficiente para dar tratamiento integral a los pequeños.
Consideró que el Gobierno debería de dar asistencia completa, para ayudar en la salud integral de los damnificados.
Alejandro Paiz, psiquiatra del Área de Salud de Sololá, admitió que no cuentan con presupuesto para dar atención a los niños en albergues y comunidades damnificadas, por lo que coordinan con estudiantes de Psicología de la Universidad de San Carlos, para proporcionar este servicio.
Igual situación ocurre en Santa Rosa, según informó Renato Echeverría, delegado en ese departamento de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres.