Guatemala

Escenas de crímenes impactan a menores

La situación de violencia que impera en el país repercute en la población en una amplia variedad de aspectos sociales, muchos de ellos insospechados para el ciudadano promedio; uno de estos es la impresión que deja en los niños observar el escenario donde se ha cometido un crimen, sin que padres ni autoridades se preocupen por evitar su presencia.

Cuadro de muerte violenta en Coatepeque.

Cuadro de muerte violenta en Coatepeque.

Líderes de municipios y departamentos con alto índice de homicidios han empezado a mostrar preocupación sobre este problema.

Alerta

Erasmo García Vásquez, alcalde auxiliar de La Puente, en Chi- quimula, consideró que no es bueno para el desarrollo de los niños el que los padres les permitan ser espectadores de actos criminales.

Vinicio Sagastume, presidente del Comité Comunitario de Desarrollo de El Ingeniero, Chiquimula, expresó que es responsabilidad de padres de familia y autoridades proteger la salud mental de los niños, por lo que deben evitar exponerlos a escenas de violencia.

Francisco Mateo Hernández, de la organización Sociedad Civil de Petén, reflexionó que no es bueno dejar que los niños observen crímenes, pues eso puede generar más violencia social.

Belarmino Ordóñez, alcalde auxiliar de la zona 8 de Coatepeque, Quetzaltenango, relató que en este municipio, donde ocurren constantes asesinatos, muchos padres se hacen acompañar de sus hijos a los lugares donde han ocurrido crímenes. “Les advertimos que no es bueno para la higiene mental de los pequeños”, indicó.

Profesionales afirman que la preocupación de los líderes comunitarios es correcta, ya que niños y jóvenes sufren internamente por la impresión de esas escenas.

El psiquiatra Luis Carlos de León Zea explicó que la impresión que causa en un niño observar un hecho criminal depende de ciertos factores como la edad, la cercanía con la víctima, los valores que su familia practica y la frecuencia con la que esté expuesto a esos escenarios.

La secuela que deja en los niños presenciar un crimen es distinta en un vecindario donde el índice de violencia es bajo a las localidades donde es alto.

“En lugares donde el nivel es bajo, los niños pueden sufrir estrés postraumático —pesadillas, miedo a ciertas cosas, etc.—, pero donde la cifra es alta, la condición de violencia se internaliza en la mente de los menores como algo normal, y pasa a ser parte del imaginario colectivo de la comunidad. Los niños llegan a adoptar los casos criminales en sus juegos y conducta diaria”, expuso.

Advirtió que, de no tomarse medidas, esta situación tendrá impacto en la conducta futura de los ahora menores, que resolverán los problemas por medio de la violencia.

La psicóloga Lidia Navarro expuso que la violencia tiene impacto en el nivel cognitivo del niño y el adolescente, porque están en las fases de entender e interpretrar la vida, lo que son y quieren ser en el mundo, y la demasiada crueldad les da una imagen distorsionada de la realidad.

Advirtió que el daño que sufren los niños y jóvenes al ser expuestos a la violencia podría causar que en el futuro adopten conductas agresivas y que se limite su capacidad para resolver problemas en forma pacífica, ya que recurrirán a la fuerza.

Regulación

Ambos profesionales indicaron que autoridades, padres de familia y vecinos deben trabajar para alejar a los niños de los escenarios de crímenes.

De León indicó que es algo que debería estar estipulado en la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia.

Navarro sugirió que el Ministerio de Educación impulse que en las escuelas se trabajen actividades que ayuden a los pequeños, como las de salud mental y emocional.

“Sería ideal que lo contemplara una ley, pues la misma Organización Mundial de la Salud establece que las secuelas de la violencia deben ser tratadas como prioridad”, puntualizó.