De ese hecho se desprendió el intento de asesinato contra el entonces embajador Máximo Cajal y López y el campesino Gregorio Yujá Xoná, únicos sobrevivientes.
Entre las víctimas se encontraban 22 campesinos de Quiché, cinco estudiantes universitarios, dos exfuncionarios guatemaltecos visitantes de la embajada y ocho empleados.
También fue declarado responsable de la muerte de dos estudiantes universitarios que dos días después de la quema de la Embajada participaban en el velatorio de las víctimas del incendio.
Por la mañana, las juezas escucharon las últimas palabras de García Arredondo antes de declarar cerrado el debate en su contra y deliberar en secreto el fallo.
El ex jefe policial insistió en su inocencia al explicar que no había una sola evidencia ni señalamiento directo de los testigos en su contra.
“Estuvo visto a todo lo largo del debate que el Ministerio Público no pudo probar mi responsabilidad —en el hecho—”, decía a eso de las 8.30 horas, y agregó que confiaba resultar absuelto.
Argumentos
El fallo del Tribunal fue leído en la Sala de Vistas de la Corte Suprema de Justicia. La lectura comenzó a las 15.18 horas, y fue Yoc Yoc quien explicó por qué García Arredondo fue condenado a 40 años de prisión por la quema de la Embajada y 50 más por la muerte de dos estudiantes universitarios, que suma una pena de 90 años de cárcel.
La jueza dijo que se había probado que el 31 de enero de 1980 la sede diplomática fue tomada por campesinos que de manera pacífica denunciaron los abusos del Ejército y la Policía en Quiché.
Yoc dijo que los 150 agentes a cargo de García Arredondo habían sido concentrados para efectuar un operativo en la Embajada, y que la orden que había recibido era de sacar a los manifestantes.
“La Embajada fue violentada por las fuerzas de seguridad, que ingresaron sin contar con la autorización del embajador. La Policía no tenía ningún interés en negociar, sino sacar a los ocupantes de la Embajada. El acusado sabía lo que iba a suceder”, aseguró Yoc.
Agregó que también quedó probado que el incendio no se originó como resultado de un plan de inmolación de los campesinos que ingresaron en la sede diplomática.
Dos días después del siniestro, las víctimas eran veladas en el Paraninfo Universitario, zona 1. Afuera del edificio fueron asesinados dos estudiantes universitarios que participaban en el cortejo, a manos de agentes a cargo de García Arredondo.
El ex jefe policial fue condenado por los asesinatos de 39 personas, el intento de asesinato contra dos —Cajal y López y Yujá Xoná—, y delitos contra los deberes de humanidad.
García Arredondo ya cumple pena de 70 años de cárcel por la desaparición forzada del estudiante universitario Édgar Sáenz Calito.
Según la acusación, García Arredondo no evitó que policías bajo su mando accionaran de manera violenta contra los ocupantes de la sede diplomática, el 31 de enero de 1980. Ese día murieron 37 personas.
Toma fue por protesta
Un grupo de campesinos, sindicalistas, religiosos y estudiantes universitarios se aglomeraron el 31 de enero de 1980 frente a la Embajada de España, que en aquella época se encontraba en la zona 9.
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Víctimas del hecho
La quema de la Embajada de España dejó la muerte de 37 personas.
Eduardo Cáceres Lehnhoff, ex vicepresidente.
Adolfo Molina Orantes, excanciller.
Jaime Ruiz del Árbol, cónsul español.
Luis Felipe Sáenz y María Teresa Villa, ciudadanos españoles empleados de la sede diplomática.
Nora Mena Aceituno, Lucrecia de Avilés, Miriam Rodríguez, Lucrecia Anleu, María Cristina Melgar y Mary de Barillas, guatemaltecos que laboraban en la Embajada de España.
Luis Antonio Ramírez Paz, Édgar Rodolfo Negreros Straube, Leopoldo Pineda, Sonia Magalí Welches Hernández y Blanca Lidia Domínguez, estudiantes universitarios.
María Ramírez Anay, Gaspar Vivi, Mateo Sic Chen, Regina Pol Juy, Juan Tomás Lux, María Pinula Lux, Juan Us Chic, Trinidad Gómez Hernández, Mateo Sis, Víctor Gómez Sacarías, Juan Chic Hernández, Mateo López Calvo, Juan José Yos, Francisco Chen, Salomón Tabico, Juan López Yat, Fernando Antonio García, María Ramírez Anay, Vicente Menchú, Jorge Ángel Xoná, Francisco Tum y Gabino Mario Chupé, campesinos de Quiché.
Querellante
“Gota de esperanza”
La Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú, querellante del caso, calificó la sentencia de una gota de esperanza para la justicia.
“Los años —de la condena— no son los más importantes para nosotros”, dijo.
Defensa
“No queda claro”
El abogado Moisés Galindo, defensor de Pedro García Arredondo, dijo que la sentencia no queda clara porque no se determinó quién comenzó el fuego.
“Ella —la jueza— dice que no sabe quién puso el fuego”, enfatizó.
Querellante
“Feliz y contento”
Sergio Vi Escobar, querellante en el juicio por la quema de la Embajada de España, dijo que se siente feliz y contento por la sentencia.
“Este país ha avanzado bastante en el tema de justicia”, explicó al oír el fallo.
Embajador
“Es cosa positiva”
El embajador de España, Manuel Lejarreta, dijo que se debe felicitar a la justicia guatemalteca por determinar al responsable del siniestro.
“Es una cosa positiva que ha costado 35 años después de cometido el hecho”, indicó.
No aplica la amnistía
Tratados internacionales suscritos por Guatemala en materia de derechos humanos señalan que los delitos de lesa humanidad no pueden ser perdonados por legislaciones internas de los países, debido a que son acciones que atentan contra la dignidad de la humanidad.
En Guatemala se han emitido diversas amnistías para responsables de acciones delictivas durante el conflicto armado que abarcan solo delitos políticos y conexos con los políticos.
Grandes ausentes
El siniestro ocurrió durante el régimen del general Fernando Romeo Lucas García —1978-1982— quien fue señalado en la masacre.
Otro vinculado es el exministro de Gobernación Donaldo Álvarez Ruiz, quien se encuentra prófugo.
En el expediente también se menciona a German Chupina Barahona, exdirector de la desaparecida Policía Nacional, quien ya murió.
En las investigaciones se asegura que ellos y Pedro García Arredondo se comunicaron para intercambiar información sobre lo ocurrido en la sede diplomática.
Por Jerson Ramos