Como invitado especial participó el sacerdote Flor de María Rigoni, premio nacional de derechos humanos Quetzalcóatl, de México, otorgado por el Instituto Nacional de Migración, y director de la Casa del Migrante Albergue de Belén, de Tapachula, Chiapas, México, quien junto a Barilli concelebraron la misa.
La homilía se enfocó en la parábola del Buen Samaritano, en la que Jesucristo nos recuerda el amor al prójimo.
Cuando se entregaron las ofrendas, tres de los migrantes hospedados ofrendaron uno su mochila; otro, sus zapatos y el tercero, un azadón y machete, que son sus instrumentos de trabajo.