Migrantes

Crisis migratoria en Esquipulas: testimonios de venezolanos revelan el drama de quienes buscan llegar a EE. UU.

La ciudad de Esquipulas, Chiquimula, se ha convertido en un centro de reunión para decenas de migrantes venezolanos que huyen de la pobreza y la violencia de su país. 

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Migrantes venezolanos se protegen en pequeñas carpas en las calles de Esquipulas, Chiquimula. (Foto Prensa Libre: María José Bonilla)

Migrantes venezolanos se protegen en pequeñas carpas en las calles de Esquipulas, Chiquimula. (Foto Prensa Libre: María José Bonilla)

Decenas de migrantes venezolanos permanecen en Esquipulas, Chiquimula, a la espera de que autoridades guatemaltecas les otorguen un permiso para transitar por el país en su camino hacia EE. UU.; sin embargo, haber llegado hasta ese punto fronterizo con Honduras no ha sido fácil, según testimonios de algunos extranjeros.

Los venezolanos aseguran que salieron de su país para ponerse a salvo de la violencia y la pobreza, pero para llegar a Guatemala antes debieron sortear varios peligros, y es por eso que esperan que las autoridades guatemaltecas les brinden apoyo para seguir su trayecto, pues aseguran que su objetivo es claro, llegar a EE. UU.

Uno de los migrantes que no se identificó aseguran que Guatemala ha sido el país del trayecto  en el que menos atención han recibido, aunque asegura que los pobladores de Esquipulas sí les han tendido la mano.

“En el país de atrás -Honduras- nos dieron un salvoconducto para atravesar el país en cinco días. Aquí -en Guatemala- no, desde que llegamos acá no hemos visto nada de parte del gobierno”, agregó.

Respecto al apoyo que vecinos de Esquipulas les han dado, dijo que “la gente nos ha recibido bien, nos han apoyado con comida, con agua, hemos recibido más ayuda de las personas que del mismo gobierno”.

Dijo que muchos optan por quedarse en Esquipulas porque temen ser detenidos en puesto de control y regresados a su país; además, comentó que ya no tienen dinero para continuar para la capital y están a l espera de que familiares o amigos les faciliten dinero para seguir el viaje.

“Es mejor estar aquí parado en un solo sitio, porque tenemos un poquito de seguridad, a diferencia de andar por en la carretera, sin saber si nos van a regresar en algún retén”, comentó.

Asegura que en su país “la situación sigue siendo crítica, horrible”, debido a la pobreza.

Otro migrante que solo se identificó como Enrique, 35 años, dijo que todos los países que ha cruzado en su viaje hacia EE. UU. Guatemala ha sido el “más duro”.

“Los policías tienen la total decisión de qué hacer con nosotros como migrantes, no vemos un instituto que se encargue del bienestar del migrante. Guatemala no es nuestra meta”, dijo Enrique, quien agregó que “nosotros solamente queremos atravesar el país y ya”.

Añadió que lo único que esperan de las autoridades guatemaltecas es “que nos den libre tránsito”.

Enrique viaja con su esposa y su hija de 16 mesas de nacida y recuerda que “nos han devuelto dos veces”.

“Créame que Guatemala para mí ha sido uno de los peores países, porque uno no consigue ayuda. La gente se restringe de ayudarnos porque si vas caminando y te dan una cola o un aventón y los agarra la Policía, ellos pueden ir a la cárcel”, refirió.

Wilson Pineda es otros de los migrantes que espera en Esquipulas y señaló que en su trayecto a recorrido toda Sudamérica y que por distancia “hemos decidido venirnos por la selva del Dairen, que no es nada fácil”.

Aseguran que se ha enfrentado a proceso de discriminación y violencia, por lo que ahora acá en Guatemala espera que las autoridades les extiendan una mano para seguir con su camino hacia EE. UU.

En Guatemala asegura que “los policías son muy corruptos, son muy extorsionadores, no es posible que por dos o tres personas que van a la capital de Guatemala que no tenga cómo pagar, regresen a todo el grupo”.

Recuerda que en ocasiones los policías les exigen Q20 por personas, pero a lo largo de la ruta son varios lo retenes que deben cruzar.

Nelly Cedeño, originaria de la isla de Margarita, Venezolana, asegura que el periplo ha sido difícil, principalmente por que ella viaja junto a sus dos hijos; además, más atrás viene otra hija y dos nietas.

“La selva -del Darién- fue bastante dura, muy fuerte, vimos muchas muertes y muchas cosas que aterran, pero continuamos”, dijo Cedeño.

Además, recuerda que casi muere ahogada en un río, y que estando en la selva le ocurrió algo “muy doloroso” a una de sus hijas.

Además, recuerda que en Guatemala los vecinos les han apoyado con agua y alimentos.

“Muchas personas nos han dado ropa y estamos acá prácticamente en la en la intemperie, porque dormimos en una carpita con cartones y las fuertes lluvias no han caído, nos han hecho correr”, dice la venezolana.

Asegura que no se alimentan bien, pues hacen “una sola comida, y no una comida formal, nomás un pan, gaseosa que alguien te regale”, por lo que muchos de ellos salen en busca de trabajos o a solicitar apoyo económico en carreteras o estaciones de servicio.

Jesús Castro, es otro venezolano que quedó a la espera en Esquipulas y asegura que “ya hemos recorrido cinco países para llegar hasta aquí, y obviamente ha sido bastante difícil, sobre todo el trayecto en la selva (del Darién).

“Hemos cruzado cinco países para llegar hasta aquí, y a pesar de las dificultades nos hemos encontrado aquí con un recibimiento muy bueno de la gente de Guatemala”, dijo Castro.

“Creo que -las autoridades- están conscientes de que nosotros estamos de paso, no nos queremos quedar”, asegura Castro.

Arnoldo de Jesús Melchor, originario de Esquipulas y vendedor ambulante de medicina, comentó que la mayoría de los migrantes están enfermos y por eso les vende sus productos a bajo costro.

Asegura que la mayoría le compra medicamentos para el dolor, los nervios, la tos y la gripe, por lo que hace un llamado a la población para que los apoyen mientras están en el pueblo.

En tanto, María Irini Noarro, otra migrantes venezolana, pero que viaja desde el Ecuador, comentó “ya tengo como 25 días viajando” y tres en Esquipulas, en donde no pierde la esperanza de continuar su camino hacia EE. UU.

“El primer día que llegamos acá tuvimos que dormir en una acera”, comentó.