Desde hace 10 meses, Palacios Rosales vive en una habitación de la Casa del Migrante en la zona 1 de la capital. Permanece ahí, según Palacios, porque ninguno de sus tíos vive y no conoce a primos o familiares. “Nunca busqué familiares en Guatemala porque no tenía intenciones de regresar, no tengo una familia a dónde ir, mis hermanas viven en Estados Unidos, pero hace años que no hablo con ellas”.
Palacios Rosales llegó indocumentado a Guatemala y en los últimos meses obtuvo el Documento de Identificación Personal, (DPI). De inmediato decidió salir a buscar trabajo , pero la suerte no está de su lado. “No tengo cartas de recomendación, menos constancia de estudios, ni como albañil me quieren, aquí quieren ver primero los papeles y no la experiencia”, comenta.
La hepatitis C que contrajo en Estados Unidos es otro factor por el cual Hipólito sabe que no es contratado por una empresa. “Cuando me capturaron estaba en tratamiento, llevaba varios meses, esta enfermedad en Guatemala es para ricos, las medicinas son muy caras”.
Cada día desde hace cinco meses este guatemalteco recorre las calles del as zona 1 y 2 de la capital en busca de trabajo. “Quiero dejar la Casa -del Migrante- irme a otro lugar, pero no encuentro ayuda de nadie, el Gobierno me da la espalda, una entidad me ayuda con las medicinas, hay días que pienso es esto que vivo es una pesadilla”.
Sin familia en Guatemala
Al morir sus padres, Hipólito fue criado y educado por un tío que lo llevó a vivir a Alta Verapaz. Siendo adolescente, migró a la capital y luego el destino lo llevó a San Pedro Sula, Honduras, donde conoció a su esposa. “En Honduras tuve varios trabajos y me especialice en albañilería”.
“Viajé a Estados Unidos por conocer el país, mi esposa había viajado a Miami, ella tenía intenciones de quedarse y eso me llamó la atención. Con el tiempo encontré trabajo y todo iba bien hasta que me divorcié de mi pareja”, cuenta.
Palacios Rosales obtuvo asilo político EE.UU., por ser militante del desaparecido partido Democracia Cristiana. Ese privilegio duró 19 años, hasta el año 2002, que dejó de tener ese permiso.
Afirma que su deportación fue un accidente. En agosto del año pasado fue detenido por policías en un operativo en un parque de Miami, Florida, un juez lo dejó en libertad porque no tenía cargos, ni detenciones anteriores, pero el Departamento de Migración lo expulsó estar viviendo de manera ilegal en EE.UU.
Triste por no tener trabajo, Hipólito espera recuperar su salud y encontrar un trabajo que le genere ingresos para vivir, hasta ahora vive de la caridad y del apoyo que recibe de la Casa del Migrante.
Hipólito Palacios sale en busca de empleo y se encomienda a Dios para encontrar una nueva oportunidad en la vida.