Según relata el propio Tum Och, el 27 de abril último, accidentalmente cayó del tren llamado la Bestia, en donde viajaba de manera clandestina, y al caer a los rieles perdió la pierna y el brazo izquierdos. Se arrastró por muchos metros y a gritos imploraba auxilio. Perdía mucha sangre y el dolor era insoportable.
Empezaba a agotarse cuando una patrulla de la Policía Federal Mexicana lo auxilió y llamó a la Cruz Roja, que de inmediato lo trasladó al Hospital de Monterrey, Nuevo León, antes de ser transferido al nosocomio de Fresnillo, en Zacatecas.
Abandonado
La tragedia de Manuel comenzó cuando empeñó las escrituras del único terreno que tenía e hizo un pago inicial de Q8 mil para luego complementar los Q25 mil que el coyote le cobraría por llevarlo a EE. UU., donde pensaba conseguir un empleo digno para mandar recursos a su familia.
Sin embargo, todo se derrumbó cuando el traficante de personas lo abandonó en Orizaba, Veracruz. “Espérame aquí, sentado, en un rato regreso”, fueron las últimas palabras que el coyote le dijo antes de desaparecer. Manuel siguió solo su camino hasta la tragedia.
María Guarchaj Ajpop, esposa de Manuel, habla k’iche’, es madre de tres hijos de 7, 12 y 18 años, y padece a la par de su cónyuge todas las vicisitudes que el accidente ocasiona en el núcleo familiar.
“Me sentí triste cuando me avisaron que mi esposo estaba hospitalizado en México y que había perdido su pierna y su brazo. Lloré mucho porque sabía que se venían muchas cosas malas”, dice. Su hija mayor ayuda para traducir del k’iche’ al español.
Guarchaj Ajpop indica que viven posando en un cuarto de su hermano, que se compadeció de ellos cuando perdieron su casa y el terreno donde vivían y que habían hipotecado para conseguir fondos para el viaje.
Ahora María lucha a la par de su esposo y lo asiste en todo porque no puede valerse por sí mismo.
Ella asegura que no están incluidos en ningún programa social y desconoce cómo puede inscribirse. Asegura que sus hijos pequeños van a la escuela de la comunidad y espera que se superen más que ellos.
Solidaridad
Manuel Chibón, pastor evangélico, refiere que los feligreses aportan víveres a la familia afectada, pero la ayuda no es suficiente.
“Ellos pasan muchas penas. En la iglesia los hermanos colaboramos con lo que podemos, pero no es suficiente. Viven posando con un cuñado en un cuarto de 4.17 metros de largo por 2.83 de ancho. Es muy difícil su situación”, asegura.
Domingo Ixmatá, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo (Cocode), indica que el Programa Bolsa Segura, del Ministerio de Desarrollo Social, no llega aún a esa comunidad, lo cual evidencia el abandono en que se encuentran.
“No tenemos el Programa Bolsa Segura, allá en Sololá nos dicen que pronto va a venir, pero de momento seguimos igual. Personas como Manuel deberían gozar de ese beneficio”, expone.
Incomunicados
Sin acceso
El mal estado de la ruta que comunica al caserío Xejuyup afecta a la familia para lograr atención médica para Tum Och. Tan solo para llegar a Nahualá deben ir primero a Quetzaltenango.
Domingo Ixmatá, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo (Cocode), indica que el camino es de terracería, con barro, por lo que es intransitable.