Byron Quezada, nació en San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, radica en Los Ángeles, California tiene 43 años de vivir en EE. UU., cuenta que ha tenido que mezclar las tradiciones guatemaltecas con las estadounidenses puesto que tienen dos hijos que nacieron allá.
El migrante narra que el 24 en la noche se reúnen en familia pero por vivir en un apartamento “no podemos hacer mucha bulla”, nunca falta el tamal que degustan aquellos que viajaron desde Guatemala, aunque sus hijos prefieren irse a dormir temprano y levantarse al día siguiente para abrir regalos.
“Lo que más extraño son los cuetes de media noche, ver al Niño Jesús sentado o que nace y desde luego la alegría que normalmente siente uno allá, eso es peculiar. La alegría en Guatemala es esperar las 12 de la noche y desvelarse hasta las 3 o 4 de la mañana“, cuenta con nostalgia Quezada.
La tristeza invade más a los guatemaltecos que tienen poco tiempo de estar en EE. UU., y que no tienen familia, algunos lloran al escuchar una melodía de marimba o ver alguna postal en las redes sociales.
En Nueva York el frío y la lluvia no cesa, Claudia Carías, originaria de Jalapa y quien tiene 24 años de vivir en esa ciudad también cuenta qué es lo que más extraña de Guatemala ya que por el trabajo, “si bien le va a uno le da tiempo de hacer unos tamalitos“.
“El olor a pino, la manzanilla, ¡cómo se extraña!, aquí solo hay olores artificiales”, comenta Carías quien también reprocha que el sabor de la comida “nunca será el mismo si se está lejos del país”.
Añade: “Aquí todas las comidas son procesadas y el sabor nada que ver, mientras que en Guatemala el sabor de los tamales de cerdo o pollo es incomparable“.
Tratan de llevar tradiciones a EE. UU.
Marlon González, quien radica en el estado de Florida expone que la comunidad de connacionales del lugar intentan hacer la celebración “lo más guatemalteca que se pueda”, no obstante reconoce que hace falta el ambiente de fiesta que se respira durante todo diciembre.
“La mayoría de guatemaltecos acá celebramos las posadas a inicios de mes y otra muy cercana a la navidad, compartimos tamales, ponche y nos reunimos en familia y hacemos intercambios de regalos. Si alguien no tiene ningún familiar otras familias los invitan a que pasen la noche con ellos”, apunta González.
No obstante también se refirió a lo que más recuerda de Guatemala pese a estar en EE. UU. desde hace 35 años. “El ambiente de alegría de la Sexta Avenida, las reuniones familiares, los convivios de trabajo eso es lo que más extraño, es creo que es algo que no se puede olvidar”, afirmó González.
Consumismo
Aunque la práctica de comprar artículos, muchas veces innecesarios, cada vez gana más terreno en Guatemala, los migrantes en EE. UU., aseguran que las ofertas y promociones es lo que predomina en aquel país a tal punto que casi ha llegado a ser el centro de la Navidad.
Así lo cuenta Saulo Alvarado quien tiene 18 años de que dejó su natal Retalhuleu para radicarse en Arizona; al momento de la entrevista trabajaba como cualquier día en una oficina de abogados.
“Más que todo aquí es un mundo comercial, de descuentos y más, la parte religiosa se ha desenfocado. Los centros comerciales promueven la Navidad para aumentar sus ventas y la gente de eso es lo que está pendiente”, asevera Alvarado.
Agrega que mucha gente no le cree cuando cuenta que en Guatemala la gente descansa por varios días en diciembre y los estudiantes están de vacaciones desde mediados de octubre.
Los migrantes coinciden en enviar un mensaje de paz y unidad a quienes tienen la fortuna de vivir en Guatemala y hacen un llamado a que aprovechen las fiestas de fin de año para compartir en familia y pedir al Niño Dios que ilumine a todos los ciudadanos para hacer un mejor país.