Guatemala

Oasis escénico; espacios de expresión

Cuando el Gobierno es incapaz de proveer al pueblo de educación y descuida su obligación de difundir la cultura, la iniciativa privada, todos los que trabajan a base de capacidad productiva, se reúnen y suplen la deficiencia.

Brendy Boj y Andrea Pellecer dieron un espléndido espectáculo.

Brendy Boj y Andrea Pellecer dieron un espléndido espectáculo.

En el arte sucede lo mismo. Cuando las autoridades malcuidan el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias y dejan que se muera el Teatro de Bellas Artes, la iniciativa privada construye el Teatro Fantasía, en el Irtra Petapa; el de Don Juan, en el Centro Histórico, y el de Las Máscaras, en Tikal Futura. Además, centros comerciales como Fontabella y Santa Clara, zona 10, se convierten en faros de promoción musical, oasis escénicos para el artista nacional.

Teatro Fantasía

Entrada gratuita para los trabajadores y sus familias. Construido hace un año en el Irtra Petapa. Es un anfiteatro cubierto con un domo. No tiene paredes, y el suave viento sur de la tarde pasea por el recinto. Aforo, mil 491 personas. Cómodos asientos, ilimitada vista al escenario. Iluminación, sonido, tramoya y efectos especiales de primer mundo. Arquitectos: Mario Roca Cermeño y asociados.

La dirección artística es de Georgina Pontaza, profesional teatral de gran experiencia, carácter y buen gusto, que comenzó sus estudios con la actriz Alma Monsanto.

En el teatro se presentan comedias musicales sucintas, elenco propio y soberbios montajes, acompañados con actos de vodevil para permitir el cambio de vestuario.

Actualmente está en escena, los sábados y domingos, a las 14, 15 y 16 horas, un colaje con bailes y canciones de las obras que subieron a las tablas en el 2012. Complementan con un ingenioso mago y coreografías aéreas de gran belleza.

Recorrido

Fontabella, centro comercial que se encuentra en la 4a. avenida y 12 calle de la zona 10, mantiene un programa de arte continuo desde que comenzó operaciones. Alrededor de su fuente principal —fonta bella— hay actividades musicales en vivo varias veces por semana.

La música puede dividirse grosso modo en clásica, que corresponde a una cultura cortesana europea, de una época particular. Y la popular, que es la de los pueblos, en diferentes períodos de su desarrollo.

La popular puede volverse clásica, como el tango, el mambo o el jazz. O puede vivir en la llanura, como el joropo, la cueca o el vallenato. Siempre serán cultura. Esto es algo así como las tierras bajas y altas, ambas son tierras. Hay algunos que se aferran con las uñas a las tierras altas y creen que son las bellas. Quizá es porque no conocen el mar.

La Tribu de Ben Leví

Hijos de la Tribu de Leví es el nombre de un grupo de jazz que actuó el jueves 10 de enero en Fontabella. Cuatro estudiantes de la Escuela Superior de Arte de la Universidad de San Carlos y una maestra de la Orquesta Sinfónica Nacional.

Jazz acústico con delicada tendencia Dixie. Jasson Angel —trompeta— mantiene a rienda corta su corcel. El clarinete, Ben Leví Girón, se impone. Omar Meliá en el teclado es luz y energía. Andrés Castillo en la guitarra, dobla como bajo. Y Laura Pellecer —contrabajo— le habla, lo deja cantar. Esa noche presentaron un programa de clásicos.

Flauta

El viernes 11 de enero, aprovechando la sombra en el jardín oriental que refresca la solana del mediodía, se presentó un delicioso concierto de flauta transversa interpretada por el maestro Byron García, catedrático del Conservatorio Nacional de Música. Cambiante público, de plácidas caras y tímidos aplausos.

Arpa celta y voz

Ese mismo día, cayendo el sol, subieron a escena Brendy Boj —arpa— y Andrea Pellecer —voz—. Interpretaron música del mundo. El arpa celta, diatónica y compacta, guardó en sus cuerdas las voces de varios instrumentos que fueron soltadas al aire al comando de unos expertos dedos.

Pellecer ha cantado toda su vida. Últimamente interpreta música barroca. Su voz es expresiva, versátil y limpia. Ambas generan una cálida presencia en el escenario.

Caras nuevas

Lo fascinante de la actividad cultural de Guatemala es la cantidad de caras nuevas que aparecen en escenarios y talleres. Su calidad y su entrega es la luz que aportan al campo. Mientras florezcan jóvenes artistas, vamos bien. Ellos nos guiarán a los nuevos oasis de belleza.

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