A CONTRALUZ
Patriarcado en entredicho
DURANTE LA CONMEMORACIÓN del Día Internacional de la Mujer se escucharon frases laudatorias acerca de la importancia femenina en el desarrollo de la sociedad y de la historia, pese a la discriminación que padece. De cómo la mujer es vista como objeto sexual y que en una sociedad machista como la nuestra su papel está relegado a la reproducción de la especie. Y que ese marginamiento es mucho mayor en la población indígena. Hasta ahí todo estaría bien si no fuera porque ese discurso reivindicativo se queda del diente al labio, no pasa a más. Basta leer y escuchar a las voces más conservadoras que rechazan la posibilidad de la participación política igualitaria para hombres y mujeres. La construcción social acerca de la participación política de las mujeres se queda nada más en el derecho al voto, pero no en la posibilidad de acceder a cargos de elección popular y a la toma de decisiones políticas.
EL CAMINO PARA LAS MUJERES siempre ha estado empedrado. Hasta 1945 tuvieron derecho a ejercer el derecho al voto, pero no todas, sino únicamente las que supieran leer y escribir. Las mujeres analfabetas siguieron siendo castigadas como si ellas no hubieran sido víctimas de la falta de acceso a la educación. Veinte años después se reconoció el derecho al voto de todas las mujeres. Pero ya no hemos avanzado, al contrario; 51 años después se rechaza el establecimiento de mecanismos de participación ciudadana incluyente, o sea que haya acceso igualitario para hombres y mujeres en listados de candidatos a puestos de elección popular.
¿CÓMO PODER EXPLICAR, por ejemplo, que en el Legislativo la presencia de la mujer sea tan baja? De 158 representantes, solo 23 son mujeres, lo cual significa que solo el 14.5 por ciento de los diputados representa a la mayoría de los habitantes del país. Según datos del Renap, la población guatemalteca en el 2015 se ubicó en 17 millones 154 mil 812 personas, de las cuales ocho millones 776 mil 70 eran mujeres (51.16%) y ocho millones 378 mil 742 eran hombres (48.84%). Desde cualquier punto que se vea estamos ante una discriminación política que evidencia cómo la sociedad patriarcal ha generado una ficción parlamentaria que no responde a la realidad nacional. Otro tanto ocurre con las alcaldías, donde la situación es aún más dramática.
QUIENES SE OPONEN a la paridad política argumentan que los cargos deben ganarse por capacidad. Pero pregunto: ¿Cómo puede ganarse por capacidad si los partidos políticos son en realidad estructuras mercantiles que venden al mejor postor los cargos de elección popular? Otro argumento es que se forzaría a incluir mujeres sin calidad política solo para cubrir una cuota. Quienes piensan esto han de creer que la mayoría de diputados son eminencias, cuando sabemos que muchos de ellos solo están interesados en hacer negocios para recuperar su inversión en la pasada campaña.
GUATEMALA YA DEBE DEJAR esa mentalidad machista de mantener a costa de todo el estado patriarcal. Y eso que solo se está planteando la igualdad entre hombres y mujeres y no se ha entrado a un aspecto más profundo, como es la falta de representación de los pueblos indígenas en cargos de elección popular. No podemos seguir fingiendo que avanza la democracia en el país, en tanto se persista en mantener estructuras atrasadas que solo demuestran el carácter discriminador, machista y racista del Estado guatemalteco.