Política

Iván Olivares, periodista nicaragüense: “Se golpeó a los medios en sus finanzas. Se acusó de lavado de dinero infundadamente”

Iván Olivares es un periodista nicaragüense que este 9 de marzo cumple 57 años exiliado en Costa Rica producto de la persecución promovida por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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Iván Olivares es uno de los 200 comunicadores y periodistas que han salido al exilio por la persecución del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. (Foto Prensa Libre: Cortesía).

Iván Olivares es uno de los 200 comunicadores y periodistas que han salido al exilio por la persecución del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. (Foto Prensa Libre: Cortesía).

El 1 de marzo Nicaragua conmemoró el Día Nacional del Periodista con casi 200 comunicadores en el exilio, otros 23 desnacionalizados y declarados traidores de la patria, así como la confiscación de más de 50 medios por el régimen de Daniel Ortega.

Javier Iván Olivares Bonilla, o como firma, Iván Olivares, es uno de esos periodistas exiliados. El periodista nicaragüense informó el 5 de agosto de 2021 que había dejado el país luego de haber sido interrogado dos veces por el Ministerio Público por la causa que se ha abierto contra la Fundación Violeta Barrios de Chamorro por los supuestos delitos de gestión abusiva, falsedad ideológica, ambos en concurso real con lavado de dinero, bienes y activos.

Olivares anunció su exilio en una carta pública dirigida a la Fiscalía. El periodista del diario digital Confidencial, y con 34 años de experiencia, denunció que fue víctima de irregularidades en los interrogatorios y amenazas con que le aplicarían la Ley Especial de Ciberdelitos.

En esta entrevista vía telefónica conversa con Prensa Libre de cómo ha sido el deterioro de su país respecto de la Libertad de Expresión desde que Daniel Ortega gobierna.

¿Cómo comenzó el deterioro de la libertad de expresión en su país?

Los periodistas comenzamos a ver que había una política de cerrar el acceso por completo a los medios independientes desde el periodo de transición, entre noviembre y diciembre de 2006, hasta la toma de posesión Daniel Ortega en enero de 2007.

¿Qué le hizo pensar que se cerraría el acceso?

Ese año se filtró un escrito de Rosario Murillo en donde señalaba que el gobierno de Ortega tenía que asegurarse de que la información que ellos producían llegara incontaminada a los medios del poder ciudadano, que es como le llaman los medios afines al régimen y son manejados por ellos.

No recuerdo de cuántas páginas era el documento, pero en él dejaba clara las directriz para el trato que debían tener los medios afines al régimen y los opositores.

Desde entonces nos hicieron a un lado. Nos marginaron. Al inicio había algunos ministros de Estado que hablaban, pero luego ya no. Convocaban a conferencias de prensa, pero solo invitaban a los medios afines. No querían tener medios independientes. Les resultaba incómodo.

Atrás quedó aquello de un vocero de convocar a una conferencia y que llegara la mayor cantidad de medios. Con el régimen no fue así. Para ellos fue mejor tener solo a los medios afines, y a ningún independiente. Para ellos era mejor que no nos enteráramos.

¿Y qué hicieron ante eso?

Tuvimos que cambiar la estrategia y comenzar a buscar a los altos funcionarios para entrevistarlos para que nos dieran declaraciones de temas específicos. Pero luego limitaron eso. Les prohibieron hablarnos. Entonces optamos por ver los medios del poder ciudadano, para saber qué noticias publicaban, y luego buscábamos un enfoque diferente para tener información alejada del régimen. La muerte del periodista Ángel Gaona el 21 de abril de 2018 agudizó los ataques físicos a los colegas. Esa muerte fue clave en el rumbo que ya había tomado el país con la dictadura Ortega-Murillo.

¿Gaona era la primera víctima del régimen?

Informes de organizaciones de derechos humanos de Nicaragua revelan que con la muerte de Gaona sumaban 11 desde 2006. Esa rebelión de 2018 contra el régimen de Ortega aceleró el acoso contra la prensa independiente.

¿Qué pasó luego?

Luego de los golpes vino la persecución penal, los citatorios judiciales. Mientras yo cubría una manifestación en noviembre de 2008 orteguistas arremetieron contra medios independientes y quebraron vidrios de los vehículos y a mí me hirieron con una bayoneta. Me hicieron una herida en el abdomen que necesitó seis puntos de sutura. Más adelante, en diciembre de 2018, la policía intervino y confiscó las instalaciones de El Confidencial, el periódico digital independiente que dirige Carlos Fernando – Chamorro -. A partir de esto tuvimos que salir al exilio, junto con otros colegas de otros medios, para evitar que el régimen nos encarcelara.

¿Temían que esto llegara a pasar tal cual?

Recuerdo que con algunos periodistas reunidos en El Salvador en 2019 ya advertíamos sobre lo que podría llegar a pasar con Nayib Bukele en el poder. Los años nos están dando la razón. Lo que comenzó en Nicaragua pronto se trasladó a El Salvador y pareciera que sigue su curso hacia Guatemala. No sé si tengan una correlación o algo en común, pero lo que sí queda claro es que en los tres países han optado por violentar la libertad de expresión para instaurar sus regímenes totalitarios.

¿Cuántos medios considera que han cerrado del 2006 a la fecha?

De 2018 a la fecha el régimen ha decido cerrar radios comunitarias, religiosas y medios independientes. Han logrado acallar las voces críticas dentro del país, aunque quedan algunos que aún se arriesgan. Hoy quedan medios que divulgan noticias de farándula y deportes.

¿Cuántos periodistas han salido al exilio?

Los últimos cálculos que hacen organizaciones que velan por los derechos humanos suman unos 200 periodistas exiliados por el mundo. Recuerda incluso que hasta les han anulado la ciudadanía a algunos.

¿Cuál fue la dinámica de persecución en Nicaragua?

Los primeros perseguidos fueron los periodistas. Acá a fiscales y jueces no, como he visto que pasa en Guatemala, porque en Nicaragua el Poder Judicial está completamente ocupado por el Frente Sandinista. Luego siguieron por opositores políticos, candidatos, organizaciones no gubernamentales y religiosos. Lo último ha sido la cancelación del Consejo Superior de la Empresa Privada.

En sus 34 años de experiencia periodística ¿cómo analiza lo que se vive en 2023?

Comencé en el periodismo el 1 de marzo de 1989. Ese fue el último año del gobierno Ortega y el Frente Sandinista, el cual heredó la censura, riesgos legales y penales para los medios de comunicación al sucesor. Comencé después de que cerraron medios y perseguían a las personas por sus ideas. El gobierno que prosiguió dio giro total en donde pasamos a una libertad absoluta, con doña Violeta Barrios de Chamorro, al punto que en algunos círculos decían que de la censura habíamos pasado a la libertad y algunos medios al libertinaje.

¿Cómo fue la situación luego de la expresidente Barrios de Chamorro?

Con Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, aunque había cierta libertad de prensa, hubo ataques a periodistas independientes. Había limitaciones en el acceso a las fuentes de información y la pauta de la que dependían radios y medios más pequeños. Pero ya con Ortega de nuevo en el poder la persecución no se detuvo. Se golpeó a los medios en sus finanzas. Se acusó de lavado de dinero infundadamente. Los medios habíamos investigado corrupción, y hallamos limitaciones para hacerlo.

¿La Constitución de Nicaragua protege a los periodistas?

El artículo 66 de la Constitución garantiza el ejercicio periodístico y la libertad de prensa en Nicaragua. Y eso lo han vulnerado totalmente desde 2006 así como el hecho de reelegirse, aun cuando la Carta Magna lo prohíbe.

¿Cuándo fue la primera vez que salió de Nicaragua por el acoso estatal?

En 2019 me fui a El Salvador alertado por gente que conozco de hace décadas y están dentro del Frente Sandinista. Me advirtieron que debía salir porque planeaban hacer algo en mi contra. Así que salí y volví unos meses después, pero tuve que salir de nuevo porque la persecución no se detuvo.

¿Desde cuándo labora para El Confidencial?

En septiembre de 2022 cumplí 20 años de trabajar en El Confidencial. Ante, y durante 14 años, estuve en el semanario La Crónica, después, por 12 años, en el diario La Prensa e hice un año en el Nuevo Diario. He sido corresponsal del Diario de Hoy de El Salvador.

¿Qué queda hoy de prensa independiente en Nicaragua? 

Hay gente valiente, que, sinceramente, me alegro de que no les hagan nada, pero no entiendo por qué no los han tocado esos salvajes. Lo que queda es radio, dentro del país no quedan ningún medio impreso. No hay condiciones para la prensa. En el caso de los canales de televisión, lo que hacen, como te digo, es que no informan de política, y se van con la farándula, sucesos y deportes. Evidentemente algunos supuestos colegas se han prestado para presentar demandas contra medios y cobrar millonarias sumas y hacerlos quebrar.

¿Y qué hace ahora?

Seguir informando desde el exilio por medio de las plataformas digitales. Lo ideal es estar en mi país y hablar con la gente, pero por ahora se hace difícil. Aun así, el temor no desaparece. Yo vivo en Costa Rica, en un cuarto que tiene ventana a la calle, pero al caer la noche siempre da pena y temor de que algo pase. Sigo siendo un blanco fácil y ni cuenta me doy.  

¿Todavía se siente perseguido? 

Sin duda. Me han dicho que ellos tienen una red enorme aquí, pero también las hay de apoyo. Algo que ha pasado desde la década de 1970. Lo que me queda es seguir teniendo cuidado y tomar mis precauciones.

¿Sigue teniendo el apoyo de Carlos Chamorro y El Confidencial?

Sí, claro, sigo trabajando para él. Vivo de mi trabajo periodístico con él. Yo solo me moví físicamente de Nicaragua, por lo demás todo sigue igual desde el punto de vista laboral. Sigo escribiendo para El Confidencial, que es mi empleador principal.