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Según Cabrera, en algunas regiones del país, como en la Chortí, se ha logrado reducir hasta 6% la desnutrición crónica, sin embargo, otras regiones no alcanzan ni siquiera el 1%.
“Estamos viendo cómo seguimos fortaleciendo las medidas y seguimos trabajando”, afirmó Cabrera.
El vicepresidente dijo que uno de los problemas para no alcanzar la meta es el presupuesto asignado, y citó como ejemplo que en el 2018 el Ministerio de Agricultura “no pudo atender ciertas cosas” porque se dio prioridad al Corredor Seco.
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Otra muestra de cómo los recursos financieros para combatir la desnutrición crónica son insuficientes es un proyecto propuesto por la municipalidad de Jacaltenango, Huehuetenango, en donde se requieren Q134 millones para infraestructura de alcantarillado y saneamiento del agua, pero en el presupuesto nacional solo se asignó para ese rubro Q67 millones para atender a todo el país, agregó Cabrera.
“Nosotros nos planteamos una meta del 10%, que es muy complicado por todo lo que sufrimos como gobierno, pero tampoco es una justificación, vamos a seguir trabajando y seguiremos haciendo”, afirmó el funcionario.
Aunque el vicepresidente se refirió al 10%, la Estrategia Nacional para la Prevención de la Desnutrición Crónica señala que el objetivo es reducir 10 puntos porcentuales.
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Cabrera también hizo un llamado a las autoridades locales para combatir la desnutrición crónica. “Los presupuestos no alcanzan para las necesidades básicas -de la población- y ahí es donde el poder local tiene que trabar con proyectos”, aseguró.
Además, afirmó que programas de apoyo como el Ejercicio Profesional Supervisado de la Universidad de San Carlos y otras iniciativas ayudan a contrarrestar el problema.
Sobre la posibilidad de que el Congreso no apruebe el préstamo Crecer Sano, del Banco Interamericano de Desarrollo, Cabrera indicó que es necesario en el país y que se buscarán otras formas de apoyo internacional para poder incrementar las intervenciones en las regiones afectadas.
Vulnerables
Cabrera preside el Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, cuya última reunión del 2018 presentó datos reveladores respecto a la desnutrición crónica en el país.
Una evaluación de Seguridad Alimentaria y Nutricional para el 2018 indica que los hijos menores de 5 años de agricultores de infra y subsistencia padecen 53.2% de desnutrición crónica, eso significa 6.7% más que la media nacional que es de 46.5% según la Encuesta de Salud Materno Infantil 2014-2015.
En cuanto a la desnutrición aguda, la padecen dos de cada 10 niños de estas familias afectadas y los niños de entre 12 y 23 meses son los más perjudicados, es decir quienes deben ser atendidos por la Ventana de los Mil Días.
Esto significa que el problema en estos niños vulnerables es casi tres veces más elevado que el promedio nacional.
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