Siempre fui sensible a la protección del medioambiente y a la de los bosques en particular. Patrociné junto al Premio Nobel de la Paz 2004 Wangari Maathai la campaña del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente “Mil millones de árboles”. Estoy también muy vinculado con las raíces culturales de todos los pueblos las cuales, cuando se conservan, tienen mucho que enseñarnos. El proyecto de conservación y aprovechamiento sostenible en la reserva de la Biósfera Maya armoniza la conservación de la cultura maya con la de la biodiversidad, al mismo tiempo que privilegia el desarrollo sostenible de las comunidades locales. Lo que está en juego es inmenso.
¿En qué consiste el proyecto que apoya su fundación en Guatemala?
Apoyamos a la Fundación Pacunam para consolidar los esfuerzos emprendidos para la conservación de su entorno natural por dos comunidades claves situadas en los corredores biológicos entre el Parque Nacional Tikal y el Parque Nacional El Mirador–Río Azul. Trabajar con estas comunidades que unen dos parques de una riqueza excepcional es esencial para consolidar a largo plazo una biodiversidad única. Es un proyecto completo y coherente.
¿Qué más se necesita para reforzar la protección de la Biósfera Maya?
El hombre se encuentra en el corazón de lo que está en juego. La conservación de la biodiversidad no puede lograrse sin el respeto de las comunidades locales y sus implicaciones en torno a los valores culturales y naturales. No puedo más que alentar a proseguir en esta vía que considera el desarrollo de las comunidades locales como prioridad principal para la conservación de la Biósfera Maya. La selva de esta reserva constituye también el santuario de un rico patrimonio cultural.
¿Ya visitó usted sitios arqueológicos de esta área? ¿Qué sentimientos le inspiran las ciudades mayas del norte de Petén?
Durante mi estadía en Guatemala, —en marzo último—, tuve la suerte de visitar algunos templos mayas resurgidos del pasado y que la selva protegió. Estos edificios colosales nos ponen frente a nuestra responsabilidad de hombres que deben proteger la esencia misma de los testimonios de una civilización excepcional que me inspira respeto y humildad.
¿En qué otros países trabaja su fundación?
Mi fundación apoya proyectos en los tres macizos forestales más grandes del planeta: la Amazonia, la cuenca del Congo, e Indonesia. Estos proyectos respetan el equilibrio entre la protección de la biodiversidad y el desarrollo de las poblaciones locales para preservar su integridad y cultura. Apoyamos por ejemplo, en la cuenca del Congo, un centro de capacitación abierto a jóvenes diplomados o profesionales de todos los países de dicha cuenca para que puedan adquirir las competencias sociales indispensables para una gestión sostenible del capital forestal.
En Mónaco también usted fomenta activamente la protección del medioambiente. ¿Podría mencionarnos iniciativas en este sentido?
No hay acción coherente si no se trabaja en todas las escalas de la cadena de la madera. Así, la Fundación lanzó y desarrolló la iniciativa “Mónaco se compromete contra la deforestación”, de la cual uno de los aspectos es la ambición de hacer de Mónaco el primer Estado sin madera ilegal. Sensibilizamos a las empresas, los arquitectos y los gobernantes a promover el aprovechamiento de madera procedente de bosques gestionados sosteniblemente.
¿Qué lo motiva a comprometerse con los bosques?
Los bosques abarcan los tres campos de los cuales se ocupa la Fundación: el agua, la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. Es inútil recordar las cifras que ilustran la riqueza en biodiversidad de estas selvas tropicales y las de las importantes emisiones de gases de efecto invernadero que ocasionan la destrucción de dichas selvas. No podemos pretender preservar nuestro medioambiente si no nos ocupamos activamente de la suerte de nuestros bosques. Su protección es nuestra responsabilidad global. Preservar los bosques es asegurar el futuro de la humanidad.