“La probabilidad de una nación mejor equilibrada”, pensamos los que no vivimos ese movimiento (pero sí somos los damnificados de un país-basura desde que se malogró el intento revolucionario 10 años después). Para mientras, seguimos componiendo música, pintando cuadros, escribiendo poesía, filmando películas. La cultura del arte y del pensamiento siguen siendo, innatamente, de calidad revolucionaria.
“¿Cómo se hace la revolución, sin salir a manifestar a las calles?”, preguntan los más jóvenes y las más jóvenes, personas hermosas preñadas de esperanza. La respuesta es la de siempre: no haremos la revolución si únicamente estamos preocupados con hacer la revolución, por sí misma.
Haremos la revolución cuando empecemos a construir una patria que sea buena para todos y todas; no solamente para una élite de privilegiados que ahorcan las posibilidades económicas, sociales y políticas de la mayoría. Y, sobre eso, una élite ignorante, que no sabe —y no le importa saber— de arte, de música, de ciencia, de filosofía, de pensamiento crítico, libre de dogmas y prejuicios de toda índole.
presto_non_troppo@yahoo.com