Guatemala

En riesgo constante

Coheterías: Fábricas clandestinas de juegos pirotécnicos son una bomba de tiempo

Seguridad es una norma que no existe en las fábricas clandestinas de juegos pirotécnicos. Así lo demuestra el incendio ocurrido el lunes último en una cohetería clandestina ubicada en Villa Nueva, que dejó ocho personas muertas, entre ellas tres niños.

?El problema es que la mayoría de personas que manipula clandestinamente la pólvora desconoce gran parte de las normas de seguridad?, hizo ver Eugenio Zapata, experto en investigación de incendios, quien colabora con los Bomberos Municipales.

Trabajo peligroso

A causa de la crisis económica, muchas familias de San Raymundo y San Juan Sacatepéquez han optado por dedicarse a la elaboración de cohetillos en sus casas.

Muchos lo hacen porque se ahorran el pago de un local y planillas, o el gasto que conlleva la instalación de una fábrica, explica Juan Pirir Curup, miembro de la Asociación de Pequeños Empresarios de Artefactos Pirotécnicos.

Para la compra de clorato de potasio se debe tramitar la licencia en la Dirección de Capacitación y Especies Estancadas del Ministerio de la Defensa.

De acuerdo con las investigaciones, hay un laboratorio en la zona 10 y otro en una venta ilegal de San Raymundo, donde es posible adquirir el químico sin licencia.

Por lo mismo, mientras no se regule la venta del clorato de potasio continuarán estas tragedias, señaló Zapata.

Inexpertos en seguridad

El Acuerdo 28-86 del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, que se refiere a las medidas de higiene y seguridad, establece que las fábricas de cohetillos deben tener nueve ambientes diferentes, para la elaboración de los mismos.

?En el incendio de ayer, todas las personas que murieron se encontraban en una habitación donde se elaboraba y secaba la pólvora a la vez?, agregó.

En el lugar se encontraron etiquetas de las marcas salvadoreñas Tauro e Indio, papel periódico y dos sacos de clorato de potasio y alumnio, lo cual evidencia en el lugar existía una fábrica de juegos pirotécnicos, expresó el experto.

?La investigación efectuada revela que estaban fabricando volcancitos, y luego los colocaban en una bandeja de panadero, sobre la estufa de gas, para que se terminara de secar la pólvora?, dijo.

La hipótesis de los socorristas señala que al parecer uno de los volcancitos cayó sobre la llama de la estufa y causó la explosión.

?Cuando se mezcla el clorato de potasio con el aluminio, en el ambiente hay una substancia llamada aerogel, la cual se impregna en las paredes, objetos y hasta en la ropa de las personas. Esto explica por qué todos los que se encontraban en la habitación murieron carbonizados?, dijo Zapata.

Testimonio: Estaban de visita

“Mi esposa, Olga Marina Pérez Zarceño, mis dos hijas Ana Lucrecia y Claudia Lorena, esta última madre de Kevin René Contreras, de 2 años, quienes murieron en el incendio, visitaban a su hermana cuando ocurrió el siniestro”, relató Reginaldo Gómez.

Agregó que su cuñada, Gregoria Pérez Zarceño, quien también pereció en el lugar, no tenía una cohetería clandestina.

En el siniestro también perdieron la vida María Eugenia Nájera Oseida; su hijo, William Ezequiel Gómez Nájera, de 1 año, y Gladys Pérez, de 10 años.

Familiares de las víctimas se presentaron ayer a la morgue del Organismo Judicial de Amatitlán, para reclamar los cadáveres.

Un tanto molestos, no dejaron acercarse a los reporteros, a quienes les solicitaron que se retiraran del lugar.

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