Cada año, Prensa Libre elige a un personaje que se ha destacado por su aporte a la sociedad, y esta vez, por primera vez en la historia de este periódico, fue designada una pareja.
Aunque no han encontrado a su hija Cristina, desaparecida desde el 6 de julio del 2011, mientras enfrentan un proceso legal contra su yerno, Roberto Barreda —principal sospechoso de la desaparición—, los Siekavizza Molina vieron una luz en la oscuridad este año, cuando su perseverancia los convirtió de nuevo en padres, pero ahora de sus nietos, Roberto José, de 9 años, y Mercedes, 6, a quienes recuperaron el 8 de noviembre último, en Mérida, Yucatán, México, después de buscarlos desde el 3 de agosto del 2011.
La vida viene después
“La muerte mata y escucha, la vida viene después”, escribió Mario Benedetti.
El regreso de su nieto Roberto José, el hijo mayor de Cristina —dos años y cuatro meses después de su desaparición—, ha significado para su abuelo internarse en los reinos del sistema operativo Android, en medio de las aldeas medievales de la popular aplicación Clash of Clands. Aún debe afinar la estrategia de soltar duendes antes que otras tropas virtuales, para conquistar un castillo, confiesa.
“Me engaña haciéndome creer que los dos estamos jugando y tomando decisiones cuando en realidad no es así. ¡Yo apenas estoy descifrando!”, dice Juan Luis, sentado frente al escritorio en su clínica. Sonríe, por primera vez su semblante deja su rictus habitual.
De repente, interesado, pregunta: “¿Ha escuchado de Equestria girl? ¿Sabe que son?”, prosigue —quizás con la misma seguridad con la que hablaría del contenido de sus tratados de endocrinología resguardados en las estanterías—. “Es la nueva generación de My Little Pony, esos unicornios que se convierten en humanos”, dice sobre las muñecas favoritas de su nieta Mercedes.
La bolsa de tesoros
“Volver es una forma de encontrarse”, solía decir también Benedetti. La pequeña Mercedes guarda en una bolsa de papel que siempre lleva consigo una pulsera de la campaña para exigir el aparecimiento de su madre, un collar y una blusa que conserva su olor.
La lucha por encontrar a su hija, que ahora se acrecienta tras el hallazgo de sus nietos, ha representado seguir de cerca los resultados de 160 allanamientos y 40 exhumaciones, entre otras diligencias desde la desaparición de Cristina.
Juan Luis, querellante adhesivo en el proceso legal, divide su tiempo entre atender su clínica y reunirse con fiscales.
En tanto, el plazo para presentar la acusación contra Roberto Barreda, en febrero próximo, se acorta.
“Ya se dio el paso de decirles que su madre está muerta, todavía estamos en ese proceso”, comenta. La clínica se inunda de un silencio, ese día Cristina habría cumplido 36 años.
De la pared del consultorio penden más de media docena de títulos y diplomas. Juan Luis estudió en el Liceo Guatemala y luego ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Carlos en 1968.
Mauricio, el hermano menor de Juan Luis, quien es pediatra, lo describe como “metódico, organizado, ordenado y estudioso”, como un hombre que decidió entrenar, para protagonizar su propio triatlón cuando cumplió 50 años.
Antes de conocer a su esposo, Angelis era secretaria de un banco y vivía con su abuela materna. Sus padres residían en Honduras, en donde su padre trabajaba para la desaparecida Esso.
Ella y Juan Luis se casaron dos años después de conocerse, en la iglesia San Ignacio Loyola de la capital, el 13 de diciembre de 1973, la misma iglesia donde 30 años después lo haría Cristina.
Dos de los cuatro hijos de los Siekavizza Molina, Juan Carlos y Pablo, nacieron en Estados Unidos, mientras su padre estudiaba medicina interna, en Nueva York, y endocrinología, en Houston. Susana y Cristina nacieron en Guatemala.
Ahora, aunque la lucha por justicia sigue, los Siekavizza enfrentan su nueva vida criando a sus nietos, quienes han sembrado un oloroso árbol de liquidámbar que recuerda a su madre.
Otros dos árboles, uno junto al otro, son de Roberto José y Mercedes.
Al visitar el árbol, la pequeña se encoge de hombros y no sabe explicarle a su abuela cómo una piedra en forma de corazón que había extraviado de su bolsa de papel de tesoros llegó al pie del liquidámbar “de Cristina”.
Juicio
Un tortuoso proceso legal
Cristina Siekavizza desapareció de su casa, en el residencial Los Manantiales, San José Pinula, Guatemala, el 6 de julio del 2011.
La primera hipótesis fue un posible secuestro, pero los hallazgos, trabajados tardíamente en la escena del crimen, descartaron esa posibilidad. El principal sospechoso se convirtió en Roberto Eduardo Barreda de León, esposo de la víctima, después de que se ocultara con los niños desde agosto del 2011.
Contra Barreda se emitió orden de aprehensión nacional e internacional, por violencia contra la mujer, obstrucción a la justicia, asesinato o femicidio. Fue capturado el 8 de noviembre en Mérida, Yucatán, México.
En medio de la batalla legal, todavía quedan al menos cuatro recursos legales por resolver.
Joaquín Flores, cuñado de Roberto Barreda, presentó una apelación ante la Corte de Constitucionalidad para que no se le procese por encubrimiento propio y el caso sea sobreseído. Según su defensa, los parientes dentro de los grados de ley están exentos de pena.
También está pendiente de resolverse un amparo en la Sala de la Corte de Apelaciones de Delitos de Femicidios. Según el documento, la interceptación de las llamadas que serán presentadas en el juicio son ilegales. De acuerdo con la Ley contra la Delincuencia Organizada, este método especial de investigación solo aplica cuando se trata de miembros del crimen organizado y las escuchas carecen de autorización judicial.
La Fiscalía presentó un amparo para revertir la negativa de la juez para ampliar la imputación de delitos contra Beatriz De León, madre de Barreda.
El segundo recurso legal es una recusación presentada contra la juez Carol Patricia Flores.
Roberto Barreda tiene un nuevo defensor, el tercero, después de la renuncia del primero y la captura del segundo como sospechoso de integrar una red de despojo de inmuebles.
La Fiscalía tiene menos de dos meses para preparar un caso sólido y responder la gran interrogante: “¿Es posible juzgar un homicidio sin encontrar a la víctima?”.
DATO
90 declaraciones testimoniales han sido escuchadas por la Fiscalía.
GANADORES ANTERIORES
El marchista Érick Barrondo fue el personaje del 2012 por ganar la primera medalla olímpica para el país, en los Juegos de Londres.
Luis von Ahn, genio de la informática, fue el personaje del 2011. Destacó tras la creación de Duolingo, proyecto con el que las personas pueden aprender idiomas.
El diplomático Edmond Mulet fue el personaje del 2010 por su labor en las Naciones Unidas.
En el 2009 la elegida fue la activista Norma Cruz, por su lucha en favor de víctimas de violencia.
Ricardo Castillo Sinibaldi fue electo en el 2008 por su éxito empresarial.