Los vecinos informaron que el lunes último las víctimas consumían licor en una casa de citas clandestina, en San Antonio Sejá. Los cuerpos presentaban indicios de forcejeo y de haber sido ultimados en otro lugar.
Reyes Lázaro trabajaba en una empresa productora de melina y gozaba de su día de descanso. Ambos eran originarios de la aldea Ciénaga.
Investigadores del Ministerio Público y de la PNC sospechan de un posible ajuste de cuentas por negocios personales o de crimen pasional, debido al lugar donde los hombres fueron vistos por última vez.
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Miriam Hernández, madre de Castillo Hernández, expuso: “Mi hijo no se metía con nadie, su único pasatiempo era trabajar y salir con sus amigos a pasear”.