Con esa idea comenzaron el proyecto La transformación está en mí. El propósito lo desplegaron a siete esferas de influencia, que son empresarios, líderes políticos, ámbito de la educación, artes y deportes, la familia, las iglesias y los medios de comunicación.
La base comienza con la inteligencia moral que, según Espina Pinto, la debe desarrollar un líder con principios y valores arraigados, que sabe qué hacer y a la vez lo ejecuta.
“Las 500 compañías más prósperas en el mundo se basan en este principio, pues aunque todo se puede aprender, la columna vertebral es que si una persona tiene inteligencia moral, nada lo puede detener”, refiere.
Es más práctico comenzar con los líderes, asegura Espina Pinto, pues al cambiar la cabeza el cuerpo la sigue.
Un país con valores
Hace 11 años, luego de una charla entre amigos, un grupo de empresarios —entre los que se encontraba Espina Pinto— discutió sobre los problemas del país y se preguntó si alguien hacía algo para cambiarlos.
Descubrieron, según cuenta, que no se trata solo de ser un buen ciudadano y pagar impuestos, sino también dar algo más para componer Guatemala.
En búsqueda de saber cómo lo han hecho otras naciones, encontraron que Colombia usaba las mesas redondas.
En el país sudamericano comenzaron a ser dirigidas a oficiales de presidios, pues descubrieron que era allí donde había focos de corrupción.
La metodología la aplicó Guatemala Próspera en el país, y ahora tiene a 67 mil 940 personas en proceso de transformación, cuyo conocimiento lo ponen en práctica en su entorno social y laboral, luego de haber recibido capacitación durante 30 semanas.
“Tenemos resultados fabulosos, pues en las empresas tienen aumento en su productividad”, dice Espina Pinto.
La razón es sencilla, señala, pues crea un grupo o unidad donde el trabajo en equipo da resultados positivos.
Políticas y religión
“Todo valor es como una planta. Se puede tener la semilla, pero si no se la cuida, no sirve de nada. El valor se tiene que cultivar, trabajar, aplicar y mantener con constancia”, dice Espina Pinto.
En 1970, líderes estadounidenses llevaron a cabo una encuesta en las escuelas públicas para conocer cuáles eran los grandes problemas de su país.
Descubrieron que los estudiantes mascaban chicle, corrían por los pasillos y hablaban todo el tiempo en clase.
En el 2000 volvieron a hacer otro estudio, y descubrieron que ahora los males eran las drogas, violaciones y sexo.
“Una de las cosas claves en nosotros es aplicar los beneficios del valor que cada uno trae. Los guatemaltecos tenemos buenos valores, la clave es aplicarlos y ponerlos en práctica”, subraya. Para lograrlo, añade, quien desee alcanzar el liderazgo debe salir de su área de confort y hacer lo que nunca se imaginó.
Espina Pinto dice que es importante empezar a soñar en grande con una meta. “Los soñadores son excelentes personas, pero necesitan tener metas que se cuantifiquen para medir el éxito, pues de lo contrario solo viven en fantasías”, apunta.
Refiere que el guatemalteco busca la transformación del país, de la empresa, de la familia, su economía, pero no su transformación interna.
“Todo nace de nuestra actitud, pues así serán mis pensamientos y mis acciones, y eso se vuelve hábito y se convierte en un destino. Es mi responsabilidad que Guatemala esté mejor”, subraya.
PROSPERIDAD
La transformación está en cada ser humano.
Guatemala Próspera trabaja con empresas, instituciones gubernamentales y líderes religiosos, con el objetivo de desarrollar una cultura de valores.
La organización considera que todo nace y se visualiza en el liderazgo, por eso promueve el cambio en efecto cascada, desde arriba, con los que tienen a su cargo la toma de decisiones.
Cree que la educación es clave para una verdadera transformación del país. Por ello invierte en capacitar a docentes.