
El gobierno inglés ordenó en julio de 1977 el envío de un buque de guerra para persuadir al gobierno guatemalteco de no invadir Belice, entonces bajo la protección de la corona británica.
La embarcación transportaba tropas, armamento nuclear y cohetes antiaéreos de largo alcance, que apuntaban hacia la capital guatemalteca.
El 6 de julio de 1977, dos batallones de la unidad élite Gur-Kas, del ejército británico, desembarcaron en el río Mopán. Fueron apoyados por unidades de infantería, tanques y aviones de combate tipo Harrier. Mientras soldados cavaban trincheras y helicópteros artillados recorrían la línea fronteriza entre Petén y Belice, pobladores se alistaban en reservas militares beliceñas.
En Guatemala, el presidente Kjell Laugerud García, quien exigía a Belice un corredor de salida al mar Caribe, hizo un llamado a mayores de 18 años a que se presentaran al Campo de Marte para integrarse a las reservas militares. Cientos de hombres fueron evaluados. En medio de la euforia, hubo manifestaciones de apoyo a la invasión de Belice y se indicó que en el oriente había 40 mil hombres dispuestos a tomar las armas.
Se disipa temor
El 9 de julio, el canciller Adolfo Molina Orantes fue enviado a Washington, donde se reunió con su homólogo inglés Ted Rowlands. Luego de la firma de un acuerdo, se disipó el peligro de guerra.
El 11 y 12 de julio, al conocerse en Benque Viejo y Cayo San Ignacio, Belice, que no habría guerra, los reservistas retornaron a sus hogares.
A la fecha, Guatemala mantiene su reclamo histórico sobre Belice, pero la posibilidad de una consulta se encuentra sin mayores avances.