“Entre todos nos distribuimos el trabajo, pues el nacimiento es grande”, dice Candelaria de Rosas. “El de mi casa es más pequeño y lo coloco debajo del árbol, pero desde que me casé —hace seis años— nunca ha faltado en la Navidad”, añade.
A criterio de Giovanni Aguilar Molineros, experto en altarería y decoración de ambientes, existen dos tipos: el de altarería y el popular. El primero es a gran escala y además de destinarse sitios grandes para éste, se escenifican pasajes de la Biblia. El segundo es igual de importante que el anterior y aunque no reproduzca escenas bíblicas, su creación lleva mucho trabajo y es usual ver en ellos a los pastores, ranchitos, ventas de mercado, etc.
La tradición de los nacimientos grandes se ha ido perdiendo con el paso de los años, debido a que las personas trabajan más por lo que son menos las horas que pasan en casa y cuentan con menor disponibilidad de espacio, pues las viviendas son cada vez más pequeñas; por otra parte, la costumbre se ha perdido paulatinamente.
De antaño
El historiador Aníbal Chajón explica que los nacimientos surgen el siglo XII y se aduce su invención a San Francisco de Asís, quien con la intención de hacer más real la conmemoración del nacimiento de Jesús, empezó a promover que se hicieran en vivo (dramatizaciones). A partir de entonces los franciscanos —quienes se consolidan como las primeras comunidades religiosas en Guatemala— continuaron con la costumbre.
Esto evolucionó y se sabe que en el siglo XVI se elaboraban nacimientos con imágenes de diferentes materiales entre ellos madera, por lo menos en el convento de San Francisco y poco a poco se fueron construyendo en los hogares de familias de franciscanos. En el siglo XVII, el Hermano Pedro a quien se debe la invención de las posadas, es otro de los precursores de nacimientos, agrega Chajón, y promueve esta práctica en hogares de las familias de escasos recursos.
Elementos infaltables
Aunque ya no todos los nacimientos ocupan el cuarto principal del hogar, todavía se conservan algunos aspectos. Chajón comenta que lo esencial es el misterio integrado por la Virgen, San José y el Niño. Lo demás son accesorios complementarios pero es tradición que esté presente el buey y la mula, ya que en un evangelio aprócrifo se habla de esos animales. Aguilar también comenta que la presencia del buey y la mula se deben a que según la creencia religiosa, la virgen María utilizó a la mula como medio de transporte.
La presencia de los reyes magos puede deberse a que en el evangelio San Mateo se hace referencia a tres regalos (mirra, incienso y oro) que el Niño Dios recibe. El evangelio de Lucas también menciona a los pastores, y quizá esa sea una de las razones por las que en los nacimientos siempre hay pastores y ovejas. Los querubines de cartón, también han sido parte importante de los nacimientos, finaliza Aguilar.
Elementos tradicionales
Los nacimientos ocupan un lugar especial en la tradición guatemalteca. Hay una costumbre muy interesante en los nacimientos, sobre todo aquellos elaborados por personas de la tercera edad, y son los juguetes del niño. Se trata de accesorios como chinchines o animalitos que colocan para agradar al pequeño Jesús. La mayoría de estos elementos eran elaborados en barro o yeso.
La decoración del hogar marca la época. Aguilar la clasifica en tradicional (en la que destacan elementos naturales como manzanilla, patas de gallo, chinchines y pascuas); y moderna (que opta por los colores que están de moda y que cada año varían). Lo importante es que cada elemento guarde armonía y los colores sean afines. Asimismo hay ornamentos de Santa Claus, renos o muñecos de nieve
Los elementos vegetales como la manzanilla, las patas de gallo (planta), musgo, pashte y serrín teñido suelen estar presentes.El serrín se relaciona con las alfombras de semana santa, y quien difunde el uso de éstas para las procesiones es el Hermano Pedro. En el siglo XIX ya existen embreados que consiste en humedecer la tela de brin con brea para que se endurezca y hacer montañas y paisajes. El primero que narra esta usanza es Pepe Milla (1864) en su libro Cuadros de costumbres, quien comenta que los vio en su niñez, agrega Chajón.