Sin embargo, siglos antes de que se conociera el encanto de Nabakov y Nin, o que “El placer del sexo” fuese una moda, existía el Kama Sutra, el antiguo texto en sánscrito atribuido al filósofo indio Vatsiaiana, considerado por muchos el libro por excelencia sobre sexo.
BBC NEWS MUNDO
“El jardín perfumado”, el antiguo libro erótico conocido como el “Kama Sutra árabe”
Cuando se trata de lujuria y literatura, muchas veces pensamos en referencias más contemporáneas: Lolita, Lady Chatterley retorciéndose, o la popular trilogía "50 sombras de Grey".
El Kama Sutra -representado aquí en un relieve en Nepal- es un nombre conocido mundialmente. Pero "El jardín perfumado" podría hacer sonrojar a su autor. ALAMY
Incluso para los más puritanos, el Kama Sutra es un nombre familiar.
No obstante, a pesar de su estatus legendario, hay quienes lo miran con un aire de desdén.
De hecho, hay otros textos antiguos que son tan o más candentes.
El jardín
Además de su famosa traducción del Kama Sutra, Sir Richard Burton también introdujo a los lectores de habla inglesa a un texto del siglo XV, que aparentemente fue escrito por el Jeque Nefzaoui, de Túnez.
Se trata de “El jardín perfumado“, escrito originalmente en árabe y traducido inicialmente al francés antes de que Burton hiciera su versión.
Este libro presenta una serie de historias que abordan (con detalles gráficos) el arte de hacer el amor.
A diferencia del Kama Sutra, que ha sido descrito por algunos como extremadamente educativo, este libro profundiza sus enseñanzas en otros aspectos, como alternativas para en alargamiento del pene y “todo lo que es favorable” sobre el sexo.
Las historias son narradas con un tono vívido, parecido al de “Las mil y una noches”, y hay quien dice que sus descripciones, con detalles explícitos de las posiciones sexuales, puede hacer sonrojar a Vatsiaiana.
El manuscrito francés trabajado por Burton hacía referencia a un capítulo 21, relacionado con homosexualidad y pederastia, que no está incluido en la edición actual.
De acuerdo con algunas fuentes de información, Burton intentó incluirlo en una edición posterior, llamándolo “El aroma del jardín”, pero murió antes de que pudiera completarlo.
Esa versión inconclusa, así como otros escritos, fueron quemados por su esposa Isabel.
Percepciones erróneas
Hoy en día, en un mundo árabe donde cualquier tópico vinculado con la sexualidad es tabú, un libro como “El jardín perfumado” puede parecer una anormalidad.
No obstante, en realidad contaba con las “bendiciones celestiales”.
“Lejos de ser algún tipo de pornografía árabe clandestina, en la época medieval estos textos fueron aprobados religiosamente. Sus consejos fueron vistos como parte de los regalos de Dios a la humanidad“, comenta la profesora Sarah Irving.
En el otro extremo de las percepciones equivocadas sobre esta región, está la representación hecha por los orientalistas, quienes la muestran como un “patio de recreo” para la sexualidad, donde las fantasías de Occidente corren libremente.
En su hipersexualizado mundo árabe, Flaubert se jacta de haber dormido con la bailarina egipcia Kuchuk Hanem, y al “turco lujurioso” le cortaron su apéndice (pene), el cual era preservado celosamente por su esclavo, de una manera que incluso Sada Abe habría aprobado.
Las dos ideas del mundo árabe -hipersexual y estéril- son, obviamente, sesgadas.
Sherezade
Volviendo a Burton, “El jardín perfumado” puede colocarse entre los clásicos de la literatura árabe como “Las mil y una noches”, del cual hizo una notable traducción.
Burton le colocó un título engañoso, “Las noches arábicas”, a un texto que recopila historias provenientes de otro libro llamado “Las mil historias”, al cual se le han dado orígenes persas, indios, árabes y griegos.
La base fundamental de estas historias es sexual.
La historia central presenta al príncipe persa Shahriar, quien asesina a su esposa tras descubrir que le ha sido infiel.
Siendo un amargado misógino, el príncipe resuelve acostarse con una esposa virgen todas las noches, para luego matarla a la mañana siguiente, y así impedir que tengan la oportunidad de deshonrarlo.
Eventualmente, Shahrzad (o Scheherazade) es entregada al príncipe como su próxima esposa.
Ya en la recámara del príncipe, la astuta novia comienza a contarle al príncipe historias con giros creativos, logrando divertirlo y educarlo.
Noche tras noche el príncipe le pide a Scheherazade que cuente sus historias, hasta que finalmente ella se gana su corazón, y es perdonada como su esposa.
Y aunque algunas de las mejores historias incluidas en el libro han sido llevadas al cine y cuentos para niños (por ejemplo, Aladino, Sinbad, el marino; Alí Baba y los 40 ladrones), las versiones originales son todo menos infantiles.
En las historias de Scheherazade hierven candentes escenas de amantes con agonías de pasión, durante tiempos cuando “los niños olvidan a sus madres”.
Cabe resaltar que el cineasta Pier Paolo Pasolini fue uno de los primeros en entender y apreciar el erotismo inherente en estos cuentos.
Hasta la fecha, la escena más famosa de su película “La flor de las mil y una noches” (parcialmente filmada en Yemen e Irán), presenta a un joven Ninetto Davoli desnudo, apuntando a la entrepierna de su amada con una fecha en forma de falo.
“Es evidente que el fuerte, sensual, e incluso pornográfico contenido de las Noches tienen referencias en otras piezas de la literatura árabe”, relata el académico Robert Irwin en sus comentarios publicados en 2010 sobre “Las mil y una noche”.
De hecho, más allá del Jardín y las noches de Sherezade, también se pueden mencionar otros trabajos relacionados con el erotismo, como los escritos del erudito abasí Al-Jahiz sobre los caminos de los hombres jóvenes y mujeres; la “Enciclopedia del placer” del siglo X de Al-Katib, e incluso las “Asambleas de al-Hariri”, un texto del imperio Selyuq con pasajes sobre la homosexualidad.
Adicionalmente, los escritos en lengua árabe de Nasireddin Tusi, del siglo XIII, sobre estimulantes sexuales y diversas posiciones para hacer el amor han estado recientemente disponibles para los lectores ingleses bajo el título “Las posiciones sexuales del sultán”.
Amor moderno
Es oportuno aclarar que la literatura árabe erótica no está confinada a la Edad Media.
Las nuevas generaciones de escritores continúan impulsando el alcance de este género, manteniendo viva la llama.
Por ejemplo, “La vida sexual de un islamista en París” (2010) cuenta las divertidas aventuras de un argelino virgen, cuyos encuentros amorosos son interrumpidos.
De igual forma, “Menstruación” (2001), de Ammar Abdulhamid, relata la historia del hijo de un imán con un extraordinario sentido del olfato, que se ve involucrado en una picante relación con una mujer casada.
En el 2005 fue publicada “La almendra”, cuya autora utilizó el seudónimo Nedjma. En ese momento fue catalogada como “la primera obra erótica escrita por una mujer árabe”.
El lenguaje del sexo
Quizás nos deberíamos preguntar si la existencia de estos libros debería sorprender a las audiencias no árabes.
De acuerdo con la escritora y profesora siria, Salwa Al Neimi, no hay razón para ello.
“El árabe es el lenguaje del sexo”, dice la protagonista de su novela “La prueba de la miel” (2009).
De hecho, contrario a la equivocada creencia de que el sexo es un tabú en el Islam y en las sociedades musulmanas árabes, Al Neimi -como los anteriores- demuestra que no sólo es mentira, sino que también se celebra.
Aunque las normas sociales y la religión pueden dictar lo que sucede en público, a puertas cerradas en el mundo árabe (y en las candentes páginas de esos libros), el sexo se explora como en cualquier lugar.
Evidentemente, tampoco hay que decir que el mundo árabe es el escenario de un festival clandestino de lujuria y desenfreno, como suelen retratarlo escritores y pintores europeos.
Más bien, habría que decir que se encuentra lejos de ser el abismo sensual con el que a menudo es percibido el día de hoy.
Aunque el Kama Sutra siga siendo el más popular en el género, el gusto por “El perfume del jardín” y sus jugosas frutas -junto a “Las mil y una noches” y otros clásicos de la literatura erótica árabe- puede hacer que hasta el más ardiente de los discípulos de Vatsiaiana se ruborice.
Si el árabe es el idioma del sexo, sigue leyendo.