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En fotos: así viven los japoneses obsesionados con la cultura chicana de California

Batos, cholos, pachucos y "homeboys" paseándose por el barrio en sus "lowriders" (autos), con pañuelos amarrados a las cabezas, crucifijos colgando del cuello, brazos tatuados y haciendo señales de pandilleros con las manos.

Esta podría ser una avenida en el este de Los Ángeles, California, pero es Tokio, Japón. JACOB HODGKINSON

Esta podría ser una avenida en el este de Los Ángeles, California, pero es Tokio, Japón. JACOB HODGKINSON

Parece que estamos en el este de Los Ángeles, California, en Estados Unidos.

Pero no. Esto es Japón, donde particularmente en las ciudades de Tokio y Osaka emergió una subcultura obsesionada con todo lo que tenga que ver con la comunidad chicana de Los Ángeles.

Un nuevo documental de los cineastas británicos Louis Ellison y Jacob Hodgkinson revela cómo los chicanos japoneses encarnan en cuerpo, mente y alma la vida de sus pares californianos hasta el punto en que casi no hay diferencia entre una comunidad y la otra.



La identidad chicana surgió originalmente por la necesidad de una expresión común cultural, étnica y social de los hijos de inmigrantes mexicanos en California, concentrados en el este de la populosa ciudad de Los Ángeles.

Se trata de generaciones que perdieron sus vínculos con México pero, como minoría latina, no tenían aceptación en la sociedad estadounidense.

Al encontrarse marginados, crearon sus propias expresiones culturales, su propia simbología, su propia estética, hasta su propio idioma, muchas veces puestos de manifiesto en pandillas violentas.


Los chicanos japoneses han tomado toda esa iconografía, gustos y comportamientos para hacerlos suyos.

Llevan puestas las gorras del equipo angelino Los Dodgers, las características prendas Nike, las pañoletas y redes para el pelo, los crucifijos o las máscaras de lucha libre.



La obsesión es alimentada por publicaciones que reciben del exterior y se manifiestan en su predilección por los “lowriders”, autos estadounidenses antiguos, con una suspensión hidráulica que puede subir o bajar la carrocería.

Con sus cuerpos tatuados, también adoptan poses típicas del chicano californiano y muestran señas con las manos características de los pandilleros.


Sin embargo, el chicano japonés no romantiza ni incorpora el aspecto pandillero en su imitación de vida.

Estos “japoneros” dicen haber encontrado otros vínculos comunes con los chicanos como el amor por la familia o la atención al detalle en el vestir y en sus autos.

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