Se calcula que unos 150.000 niños fueron enviados a Australia, Nueva Zelanda, Canadá y lo que entonces era Rhodesia del Sur (hoy Zimbaue), en un período de 35 años.
BBC NEWS MUNDO
“Nos enviaron al infierno”: el escándalo de los abusos contra miles de niños británicos que fueron separados de sus padres y llevados al extranjero hace décadas
Es un escándalo que, más de 50 años después, continúa teniendo repercusiones. Empezó en la década de los 50, cuando miles de niños de familias pobres o que estaban bajo el cuidado del Estado en Reino Unido fueron enviados a otras partes de lo que fuera el imperio Británico.
Tan sólo a Australia fueron trasladados entre 7.000 y 10.000 niños después de la Segunda Guerra Mundial.
El objetivo era darles una vida mejor. Y para ello varias instituciones religiosas, tanto de la Iglesia anglicana como la católica y otros grupos de caridad reunieron a niños para inscribirlos en el programa.
Sin embargo, muchos de ellos terminaron sufriendo abuso físico y sexual y utilizados para trabajos forzados en hogares y en las llamadas granja escuelas dirigidas por órdenes y organizaciones religiosas.
Y el traslado de niños continuó hasta principios de los 1970.
“Testimonios emotivos”
Esta semana comenzaron las primeras audiencias públicas de una investigación nacional independiente sobre lo que ocurrió con estos menores.
Y tal como señalan los expertos, se escucharán “testimonios sumamente emotivos” de los niños migrantes de Inglaterra y Gales que ahora son adultos en los últimos años de su vida.
Clifford Walsh es uno de ellos. Tiene 72 años y vive en Fremantle, en Australia Occidental.
Ahí fue donde en 1954, cuando tenía 9 años, llegó en un barco procedente de Londres. Y lo primero que buscó fueron borregos porque le dijeron que éstos eran muy numerosos en Australia y por cada persona había 100 borregos.
Clifford terminó en un lugar llamado Bindoon.
La institución católica que llegó a conocerse como la Ciudad de los Niños Bindoon ahora es notoria.
Alrededor de una impresionante mansión de piedra en la campiña australiana, al norte de Perth, están los edificios que Walsh y los otros niños migrantes fueron forzados a construir, descalzos.
Y comenzaron a trabajar un día después de su llegada.
Los Hermanos Cristianos dirigían el lugar con la intención de imponer orden y un código moral.
Dos días después de que llegaron, Walsh dice que recibieron su primer castigo de manos de uno de los hermanos.
“Nos dio puñetazos, nos pateó, nos golpeó en cara… y después nos sent
ó en su rodilla para decirnos que no quería lastimar a los niños, pero que nos habíamos portado mal”, recuerda.
“Yo lloré de forma incontrolable durante horas”.
La historia de Walsh es profundamente inquietante. Y la cuenta de una forma particularmente directa. Está furioso.
Describe como uno de los hermanos lo llevó a su cuarto con la promesa de que le daría melaza, un alimento que se daba a las vacas, no a los niños.
El hombre abusó sexualmente de él. Alega que otro hermano lo violó. Y un tercero lo golpeó despiadadamente después de acusarlo falsamente de tener relaciones sexuales con otro niño.
“No teníamos padres, no teníamos familiares. No había nadie a quien pudiéramos acudir. Estos hermanos -estos pedófilos- tuvieron que haber pensado que estaban en un paraíso”.
Walsh acusó a los hermanos en la Comisión Real Australiana en una investigación sobre abusos sexuales infantiles, la primera vez que reveló totalmente sus experiencias.
“Estaba aterrorizado de informar sobre el abuso. No conocía otro tipo de vida”, cuenta.
“He vivido unos 60 años con este odio. No puedo tener una relación sexual normal porque no me gusta abrazar a la gente”, asegura. “A mi propia esposa, no la pude abrazar”.
Reino Unido es quizás el único país del mundo que ha exportado a vastos números de sus propios niños.
Australia fue el principal destino en la última etapa de este traslado infantil entre 1945 y 1974.
Doble objetivo
El programa tuvo dos propósitos: reducir la población de los orfanatos en Reino Unido e incrementar la población de las colonias británicas.
Las instituciones religiosas que reclutaron a los niños decían que el objetivo era dar a los “niños perdidos” una nueva vida.
Y aunque no se puede decir que todos los niños exportados sufrieron, para muchos el sueño se convirtió en pesadilla.
Hasta ahora, cientos de ellos han hablado de mala educación, trabajos duros, golpes y abuso sexual.
Se hicieron intentos para recrear un hogar feliz para los niños.
En la granja escuela de Fairbridge en Molong, a cuatro horas de Sídney, los niños vivían en cabañas en el campo, cada una con una “madre de la casa”.
Fairbridge no era una orden religiosa, como la de los Hermanos Cristianos. Y algunos de los niños han elogiado el comienzo de su estancia con ellos.
Derek Moriarty no es uno de ellos. Estuvo en Molong ocho años y fue uno de los cientos de niños que sufrieron mala alimentación, educación inadecuada y trabajo físico.
Su vida se ha visto profundamente afectada por sus experiencias en Fairbridge.
Cuenta que sufrió con el entonces director de la escuela, Frederick Woods, un hombre que, dice, tenía 10 bastones y, para el horror de los niños, un palo de hockey, con el que solía golpearlos.
Moriarty alega haber sufrido abuso sexual por un miembro del personal que lo desnudó y lo tocó.
“Tenía 9 o 10 años”, cuenta, “y no entendí lo que pasaba”. Eventualmente se escapó de Molong, intentó suicidarse a los 18 años y siempre ha sufrido depresión.
Disculpa
En 2009, el gobierno australiano se disculpó por la crueldad mostrada a los niños migrantes. Reino Unido también pidió disculpas en 2010.
La presión para encontrar respuestas y reparaciones ha ido en aumento. Pero nunca se hubieran hecho preguntas si no hubiera sido por dos “buscadores de la verdad“.
A principios de 1980, Margaret Humphreys, una trabajadora social en Nottingham, Inglaterra, se encontró con antiguos inmigrantes australianos que se habían dado cuenta de que podrían tener familiares vivos en Reino Unido.
A muchos de ellos, siendo niños, se les había dicho que sus padres habían muerto.
No era verdad. “Se trataba de la identidad”, dice Humphreys, “de que te quiten la identidad, te la roben”.
Su trabajo ha involucrado tratar de reunir a “los niños perdidos” con sus familiares. Y ha logrado establecer vínculos cercanos con muchos de los antiguos inmigrantes quienes han revelado el abuso físico y sexual que sufrieron.
“A medida que te involucras empiezas a conocer cada vez más sobre el grado y el horror del abuso”, dice la trabajadora social.
“Eso ha ocurrido con el tiempo porque la gente sólo puede hablar de ello después de un largo período, cuando hay confianza. Aquí hay demasiados traumas involucrados”.
También hubo revelaciones sobre lo que ocurrió en los hogares de Fairbridge por un miembro de su personal.
David Hill zarpó de Reino Unido con sus hermanos hacia la granja de Fairbridge en Molong en 1959.
Él fue uno de los afortunados. Su madre llegó después, con lo cual logró tener un futuro estable.
Hill se convirtió en una exitosa figura en Australia. Fue presidente y director ejecutivo de la cadena de televisión pública Australian Broadcasting Corporation (ABC) y es un apasionado historiador.
Hill reunió a los niños y niñas de Fairbridge para que le contaran sus historias. Igual que las de los niños del occidente de Australia, las suyas estaban dominadas por golpes y abusos.
Derek Moriarty fue uno de los que contaron su historia por primera vez a Hill, como parte de la investigación que realizó para su libro “Los niños olvidados” y para un documental de TV para ABC.
“Sentí que me quitaron un peso de encima cuando lo conté”, dice Moriarty. “Pero mi abuso fue insulso comparado con el que otros sufrieron”.
El trabajo de David Hill provocó denuncia tras denuncia de hombres y mujeres sobre sus experiencias siendo niños.
Le escribieron y le contaron sobre la serie de abusos sexuales. Los niños no entendían lo que les estaba pasando y quedaron traumatizados.
Basándose en más de 100 entrevistas, Hill está seguro de que el 60% de los niños de Fairbridge en Molong fueron abusados sexualmente.
La firma de abogados australiana Slater and Gordon demandó con éxito compensaciones a nombre de 215 internos de Fairbridge, de los cuales 129 dijeron que habían sido abusados sexualmente.
Para quienes estuvieron con los Hermanos Cristianos, las cifras son incluso más altas. La Comisión Real Australiana sobre abuso infantil recientemente reveló que 853 personas habían acusado a miembros de la orden religiosa.
Hill es uno de los testigos expertos que presentará evidencia en la investigación independiente sobre abuso sexual infantil de Reino Unido.
La Comisión Real Australiana está examinando detalladamente la migración de niños británicos.
En 1998, el Comité Selecto de Salud del Parlamento británico llevó a cabo audiencias en las que se describió a las instituciones de los Hermanos Cristianos como “casi la total materialización del sueño de un pedófilo”.
Pero el comité no llegó al fondo del asunto y concluyó: “Los Hermanos Cristianos fueron muy insistentes en que los abusos no fueron conocidos por aquellos que controlaban estas instituciones. No podemos aceptar esto”.
Fuentes cercanas a la actual investigación le dijeron a la BBC que ésta presentará “nuevas e impactantes” revelaciones sobre la escala del abuso sexual extranjero y los intentos de instituciones británicas y australianas para cubrirlo.
Esto incluirá un análisis de las afirmaciones de que algunos niños migrantes fueron enviados al extranjero semanas después de que se reportó abuso sexual en los hogares donde vivían en Reino Unido.
El alegato es que fueron “seleccionados”, ya sea para quitárselos de encima o porque interesaban a pedófilos.
Tres niños que vivieron en Fairbridge argumentan que William Joseph Slim, quien fuera entonces gobernador general australiano, los acosó sexualmente durante viajes en su Rolls Royce, conducido por un chofer, cuando visitó el hogar.
Se entiende que estos alegatos podrían ser considerados por la investigación.
También podría responder a la pregunta histórica crucial de si el gobierno británico sabía que estaba enviando a niños a ser maltratados en un país extranjero.
Margaret Humpreys es inflexible: “Queremos saber lo que ocurrió, queremos saber quién lo hizo y queremos saber quién lo encubrió durante tanto tiempo”.
De hecho, archivos del gobierno revelan que hubo una ocasión cuando el programa de migración pudo haber sido detenido.
Fue en 1956, cuando tres funcionarios viajaron a Australia para inspeccionar 26 instituciones que recibían a niños migrantes.
El informe era bastante crítico.
Se identificó una falta general de experiencia en el cuidado infantil y se mostró preocupación en que los niños estuvieran viviendo en instituciones en áreas rurales remotas, mientras que en Reino Unido la tendencia era designarlos a familias urbanas.
Sin embargo, el informe tenía una segunda sección “secreta”, nunca publicada, que fue un poco más lejos.
Incluía los nombres de cinco instituciones que no cumplían los requisitos.
Cuando el Ministerio del Interior de Reino Unido vio el informe, quería que se añadieran cinco más para crear lo que se convirtió en una lista negra infame, lugares que no deberían recibir más niños debido a los malos estándares de atención.
Fairbridge Molong y Bindoon estaban en la lista.
Pero el informe apenas había arañado la superficie. No mencionó el abuso sexual o físico.
Sin embargo, durante los años de la posguerra, hubo acusaciones de abuso sexual contra tres directores de Escuela Granja Fairbridge, en Molong.
Según David Hill, la denuncia sostenía que Frederick Woods, el hombre que golpeaba a los niños con un palo de hockey, era “un pervertido sexual” y había abusado de una chica residente. Una investigación interna lo exoneró.
Esto no parece haber sido revelado por la Sociedad Fairbridge al público ni a los inspectores de 1956.
De manera similar, en los hogares de los Hermanos Cristianos en Australia Occidental, los niños estaban aterrorizados de criticar a los hermanos.
Clifford Walsh, antiguo residente de Bindoon, estuvo allí durante la misión de investigación. No la recuerda, pero dice que hablar hubiera resultado en una paliza extremadamente severa, incluso con riesgo de vida.
La verdad es que ni las instituciones, ni los inspectores, se acercaron para crear el tipo de ambiente donde los niños pudieran revelar sus secretos más oscuros y ser tomados en serio.
Cuando el informe de 1956 llegó a los escritorios de los burócratas británicos creó un gran revuelo.
Entonces comenzó algo muy parecido a un encubrimiento.
Los documentos del Archivo Nacional contienen la respuesta de los funcionarios gubernamentales.
Uno escribió en 1957 que la Junta de Migración de Ultramar, que aconsejaba al gobierno, “lamentando que la misión haya sido enviada”.
Algunos miembros de la junta “instaron firmemente a que el informe no se publicara”.
Según archivos del gobierno, en una reunión con las organizaciones que dirigían los programas para inmigrantes, John Hope, subsecretario de Estado para Relaciones de la Commonwealth, discutió lo que sería revelado del informe al parlamento.
“Creo que ustedes puede confiar en nosotros”, dijo. “No seré crítico en el Parlamento”.
La Sociedad Fairbridge de Reino Unido ejerció su propia presión. Su presidente era el duque de Gloucester, tío de la reina.
Los funcionarios discutieron las “repercusiones parlamentarias inmediatas” que podían resultar de la suspensión del programa de inmigrantes.
Colin Anderson, director de la flota de buques Línea de Oriente, que se benefició del negocio de embarque de los niños, pidió que el informe no se hiciera público debido a la controversia que podía causar.
En una llamada telefónica, un alto funcionario de la Junta de Migración de Ultramar respondió que la Sociedad Fairbridge hacía un “esfuerzo extremadamente bueno por el que todos daban los mayores elogios”.
¿Qué hizo el gobierno?
Documentos del Archivo Nacional muestran que los funcionarios decidieron no tomar cualquier acción significativa.
En junio de 1957, la Oficina de Relaciones del Commonwealth envió un telegrama secreto a la Alta Comisión de Reino Unido en Australia: “No queremos retener la aprobación”, decía, para que más niños sean enviados desde Reino Unido.
Después de una mayor presión de la Sociedad Fairbridge, otros 16 niños fueron enviados.
La recomendación clave de los inspectores, a la cual el secretario de Estado británico estuvo de acuerdo, fue que cada decisión de enviar a un niño fuera discretamente archivada.
La Sociedad Fairbridge siguió enviando niños, aunque se concentró en aquellos cuyas madres querían unirse a ellos más tarde.
La respuesta de David Hill es enojo, incluso hoy.
Con lágrimas en los ojos, dice: “Me sorprende lo vulnerable que me ha hecho sentir”.
“El gobierno británico no sólo siguió aprobando el envío de niños, sino que financieramente subvencionó las instituciones que había puesto en una lista negra no y que no eran aptas para los niños y que terminaban condenados”.
La Escuela Granja de Molong cerró finalmente en 1973.
La Sociedad Fairbridge ahora es parte de la asociación de caridad Prince's Trust y todavía organiza actividades vacacionales para menores.
Prince's Trust dijo que nunca estuvo involucrada en la migración de niños, “pero tenemos el archivo de la antigua Sociedad Fairbridge. Estamos cooperando plenamente con esta importante investigación”.
Bindoon permaneció abierta hasta 1966. Ahora se utiliza como una universidad católica.
La Comisión Real Australiana estimó recientemente que el 7% de los sacerdotes católicos del país estaban involucrados en abuso infantil.
Y ese es el alcance de las denuncias de abusos sexuales en las iglesias católica y anglicana en Reino Unido de la Investigación Independiente sobre Abuso Sexual Infantil (IICSA, por su sigla en inglés).
______________________________
Investigación Independiente sobre Abuso Sexual Infantil
- La investigación sobre abuso sexual infantil en Inglaterra y Gales examina las denuncias formuladas contra las autoridades locales, las organizaciones religiosas, las fuerzas armadas y las instituciones públicas y privadas
- La pesquisa comenzó con el escándalo de Jimmy Savile, el presentador estrella de la BBC en las décadas de los 70 y 80, que cometió más de 200 delitos sexuales durante más de cuatro décadas.
- Se espera que la investigación tarde unos cinco años en completarse.
- La primera fase consistirá en 13 investigaciones separadas.
“Nos enviaron al infierno”
Sesenta años después, el interno de Benton Clifford Walsh cree firmemente que esta investigación puede ayudar a responder algunas de sus preguntas sobre la culpabilidad del gobierno y las instituciones británicas.
“Nos enviaron a un lugar que era un infierno. ¿Cómo no lo sabían ?, ¿por qué no investigaron?Y si investigaron, entonces eran incompetentes o hubo un encubrimiento”.
El programa de migración de niños también proporcionará una amplia evidencia en el efecto a largo plazo del abuso sexual infantil. Algo que puede convertirse en un tema central de la investigación.
El historiador y también interno de Fairbridge, David Hill, estima que a las víctimas que entrevistó les tomó 22 años en promedio para que se sintieran capaces de revelar lo sucedido.
Pero también proporcionará una última oportunidad para que los niños perdidos de Reino Unido regresen a la tierra de su nacimiento y cuenten sus historias.
El enojo no se ha ido y sus infancias han dejado cicatrices invisibles que han durado toda una vida.
Uno de los niños migrantes con los que hablamos nos pidió que no lo nombráramos, después de regresar a Bindoon armado con un martillo.
¿Su objetivo? La ostentosa sepultura del hermano Paul Keaney, el fundador de la institución.
Cuando terminó, había hecho el suficiente daño a la losa de mármol para que los actuales propietarios de Bindoon se vieron obligados a quitar lo que quedaba.
Fue un pequeño golpe contra una historia de crueldad infantil.