BBC NEWS MUNDO
Quién fue Louisa Adams, la única primera dama extranjera de Estados Unidos antes de Melania Trump
Por segunda vez en la historia, la primera dama de Estados Unidos viene del extranjero. El que la esposa de Donald Trump naciera en Eslovenia (en el este de Europa) no supuso ningún impedimento para que el magnate se convirtiera en el nuevo presidente estadounidense.
Pero hace casi 200 años, el lugar de nacimiento de la cónyuge del ocupante de la Casa Blanca sí fue un problema para Louisa Catherine Johnson, o Louisa Adams, esposa de John Quincy Adams, presidente de EE.UU. entre 1825 y 1829.
De padre estadounidense y madre inglesa, Louisa Adams nació en Londres en 1775, un año antes de que EE.UU. declarara su independencia de Reino Unido.
Su padre, Joshua Johnson, había llegado como comerciante a Inglaterra y en 1790 fue nombrado cónsul de su país en Londres.
- Melania Trump responde a las dudas sobre su visado de trabajo tras la polémica por sus fotos desnuda
En 1794, John Quincy Adams, el futuro presidente de EE.UU., entonces de 27 años, era diplomático y fue a representar a su país en Europa.
Ese año comenzó a ir a la casa de los Johnson en Londres, donde conoció a Louisa y se enamoró de ella.
Viajes por Europa
Tres años después, en julio de 1797, Adams, de 30 años, y Louisa, de 22, se casaron en la capital británica.
John Quincy Adams siguió su carrera diplomática en Prusia (actual Alemania). Pero en 1801, fue elegido senador por Massachusetts, estado en el norte de EE.UU., y se mudó con su familia a ese país. Era la primera vez que Louisa pisaba América del Norte.
El matrimonio ya tenía tres hijos cuando en 1809 Adams retomó el camino diplomático y partió con su familia a Rusia. Louisa tuvo ahí a su cuarta hija, que murió al año de nacida.
En 1814 fueron a Gante (en la actual Bélgica), y después a Londres, hasta 1817.
Ese año, John Quincy Adams fue nombrado Secretario de Estado por el entonces presidente James Monroe y la familia se trasladó a Washington D.C.
La casa de Louisa se convirtió en el centro de vida social de los diplomáticos y los políticos de la ciudad.
Dura campaña
Louisa organizaba meriendas de té , fiestas y otros eventos sociales en su hogar, que años después ayudaron de alguna forma a Quincy Adams a ganar la presidencia de EE.UU.
Cuando empezó su campaña electoral en 1824, el candidato tenía algunos factores en contra.
Los estados del sur no querían votar por Adams porque se oponía a la esclavitud, según recoge la periodista Jackie Mansky en la revista Smithsonian.
Además, los partidarios de Andrew Jackson, principal oponente de Adams, llamaban la atención sobre el origen británico de su esposa.
“No había pasado mucho tiempo desde que EE.UU. había dejado de ser una colonia de Inglaterra. Había habido una guerra a fines del siglo XVIII y otra en 1812, en las que muchos de los líderes de la época habían peleado. Así que todavía había sentimientos negativos y suspicacias entre los dos países”, explicó a BBC Mundo Louisa Thomas, autora del libro “Louisa: la extraordinaria vida de la señora Adams”.
“El hecho de que ella fuera británica, hacía que la vieran un poco como enemiga”, agrega.
Además, según Thomas, Adams no era muy popular, sino más bien, frío y callado.
“Pero los tés de Louisa mantuvieron a su marido bajo la mirada de la sociedad. Louisa lo hacía ver 'socialmente aceptable'”, dice la biógrafa de la primera dama.
Los asistentes a las fiestas de Louisa eran los que finalmente lo elegieron como presidente.
Cuatro candidatos participaron en las elecciones y ninguno obtuvo más del 50% de los votos. De acuerdo a las normas de la época, en esa situación, la Cámara de Representantes debía designar al mandatario.
La Cámara votó finalmente por John Quincy Adams.
“Los tés de Louisa fueron solo un factor de la decisión. No la razón. John Quincy Adams provenía de una familia muy estadounidense. Su padre era uno de los fundadores de la nación y había sido presidente. El origen de ella no importó tanto como el de él. Además, había sido un buen secretario de Estado“, comenta Thomas.
Primera dama
Sin embargo, los años en la Casa Blanca, fueron duros para la primera dama. Sufría de depresión y su vida social ya no era tan rica.
Como explica su biógrafa, una vez que Adams alcanzó la presidencia, ya no necesitaba que su esposa “organizara fiestas”.
“Su esposo no le prestaba atención y Louisa ya no sentía que tuviera un propósito”, detalla Thomas.
Además, los partidarios de Andrew Jackson seguían señalando el origen británico de la primera dama.
En febrero de 1827 apareció un texto anónimo en el periódico Philadelphia Evening Post. “Pero no quedaba dudas sobre la identidad de la autora”, escribe Thomas en su libro, es decir, sobre que había sido escrito por la señora Adams.
La publicación buscaba acabar con los rumores de que la esposa del presidente era británica.
El artículo decía que el padre de Adams “había actuado atrevidamente durante la Revolución (por la independencia de EE.UU.), arriesgando su vida para ayudar a sus compatriotas, haciendo grandes sacrificios”.
“Es un texto muy extraño … Nunca antes la esposa de un candidato, mucho menos la esposa de un presidente, había hecho una declaración pública sobre sí misma… El artículo no le hizo ningún favor… Ella lo escribió para absolverse de las acusaciones de que estaba obstaculizando la campaña de John Quincy… Estaba manchada como británica”, explica Thomas en su libro.
Además del rechazo por su origen británico, Adams tuvo que enfrentar una tragedia mayor durante su estadía en la Casa Blanca: en 1829 uno de sus hijos se suicidó.
Retiro
Al final de su primer periodo, Adams se postuló a la reelección, pero no realizó una campaña activa y perdió las elecciones ante su antiguo rival, Andrew Jackson.
Los Adams se retiraron a Massachusetts, pero en 1831, el expresidente fue elegido para la Cámara de Representantes de EE.UU. y volvió a Washington. Permaneció en esta institución 17 años y durante su gestión promovió la abolición de la esclavitud, según la revista Smithsonian.
Quincy murió en 1848 y Louisa, en mayo de 1852, a los 77 años, en Washington. Pero fue enterrada en Massachusetts y no en la ciudad que alguna vez la había tratado como extranjera.