Al fondo de la entrada se encuentra el estadio municipal, que luce gramilla seca —en donde la hay—, y espacios de tierra en donde más de algún futbolista habrá ido a caer y darse unos buenos raspones en las rodillas.
Las porterías son como los de otros muchos campos pueblerinos: solo están colocados los postes, pero no las redes. Una pequeña tribuna de metal también está instalada en uno de los costados, en el cual niños, jóvenes y adultos asisten para festejar los tradicionales domingos futboleros.
Un día entre semana llegan los niños de la escuela para sus clases de educación física. Allí corren felices, y tal parece que no les importa las grandes polvaredas movidas por los pies.
Justo frente al estadio está la estación del Cuerpo de Bomberos Municipales. Al lado, una cremería y una pastelería. Frente a estos comercios, un puesto provisional con maquinitas de juegos, en donde, extrañamente, se ven algunos niños jugar en horas de la mañana —es que quizás ya habían hecho sus tareas o estaban inscritos en la escuela por la tarde—.
Un sitio interesante para visitar es el templo católico, construido en 1978, aunque los religiosos de “Santiago de los Zacatepéquez” —como indica una plaqueta— se asentaron el 25 de julio de 1543, en Pajul, y después se trasladaron hacia 1700 a la región actual.
La iglesia fue elevada a parroquia el 10 de noviembre de 1744. “El 23 de noviembre del 2009 se celebraron 466 años de presencia católica en este pueblo”, está escrito, con orgullo, en otra plaqueta.
Aunque la estructura es relativamente reciente, se aprecia su riqueza arquitectónica. Dentro se encuentran vitrales coloridos —amarillos y púrpura— que llevan al centro una cruz. Además, filas de imágenes de santos en ambos costados.
En la entrada hay dos enormes efigies, una del siervo Juan Diego, y otra de la Virgen María. En tanto, del techo cuelgan cuatro lámparas doradas de nueve focos cada una.
Frente a la iglesia está la municipalidad. Y entre ambas estructuras, el parque, que cobra vida cuando los niños salen de estudiar, cerca de las 11 horas. Ahí llegan algunos a acostarse en algunas de las bancas para echar una breve siesta o simplemente para platicar.
A un costado de la comuna se sitúa un pequeño centro comercial, el cual tiene una pasarela que conecta con la cuadra del mercado y tiene dos relojes de agujas.
En los alrededores del mercado hay comedores y varios comercios. Adentro se consigue de todo para la despensa, frutas, verduras o carnes. Incluso ventas de ropa —las populares pacas—.
Es interesante contemplar el ambiente con la compra de una bolsita de mango verde o maduro, naranja, sandía o pepino. Es mejor si se le acompaña con limón, sal y pepitoria. Para los amantes del picante, una buena cucharada de chile cahabonero.
También es sabroso degustar chuchitos, jocotes en miel o el tradicional pulique, o bien, refrescarse con las granizadas.
Un sitio de interés es el Museo Regional de Santiago, el cual tiene cuatro salas: la primera en donde hay datos demográficos, históricos y turísticos del municipio; la segunda, donde muestra la estructura económica y social del lugar; en la tercera se muestran las costumbres y tradiciones. La última es una sala de exposiciones. El precio es de Q5 para los nacionales, y de Q30 para los extranjeros.
Del más allá
Dicen que malos espíritus perturbaban la paz de los muertos enterrados en el cementerio local, así como la de los vivos. Por ello, es tradición que en Santiago y Sumpango —municipio vecino— se fabriquen barriletes, los cuales hay que elevarlos al cielo. Se cuenta que el sonido hecho por el papel contra el viento ahuyenta a los espíritus malignos.
De acuerdo con el Museo de los Barriletes de la localidad esa festividad empezó entre 1900 y 1910, aunque los de gran tamaño empezaron a hacerse entre 1950 y 1960. Esto se efectúa cada 1 y 2 de noviembre, cuando los colores del papel de china surcan el cielo y son sostenidos desde el precario cementerio de Santiago.
Santiago Sacatepéquez
- Este municipio se encuentra a 34 kilómetros de la Ciudad de Guatemala.
- El acceso más fácil es por la carretera a San Lucas, por el kilómetro 32, donde está el mercado y varios restaurantes.
- El pulique es la comida tradicional del lugar.
- La feria de la localidad se celebra el 25 de julio, en honor al apóstol Santiago.
- La festividad de los barriletes gigantes se efectúa el 1 y el 2 de noviembre de cada año.