Venidos de todos los departamentos del país e inclusive de otros países centroamericanos se fueron formando las columnas, vestidos de azul, rojo, verde y amarillo. En las primeras horas de la madrugada comenzaron a movilizarse los grupos de fieles que comenzaron a ingresar al Hipódromo a partir de las 4 de la mañana, quienes pacientemente bajo una leve llovizna, esperaron a la llegada del Papa prevista para las 8.30 horas.
Llega el Papa
Al amanecer el sol alumbró sobre el Hipódromo rebosante de feligreses, quienes animandos coreaban canciones y gritos de ánimo mientras esperaban el inicio de la ceremonia. El pueblo guatemalteco eufórico mostró su cariño hacia Juan Pablo II a su ingreso al recinto. Las primeras lágrimas brotaron al ingresar el papamóvil al Hipódromo a la hora prevista. “Vi al Santo Padre en dos visitas anteriores. No pensé que todavía alcanzaría a verlo una tercera vez”, dijo emocionada Josefa Xil Balac, de 80 años. La anciana, de rostro alegre y con vestido típico, llevaba seis horas esperando en su lugar para ver de lejos el papamóvil, pero no le importó.
En la ceremonia participaron todos los obispos de Guatemala, sacerdotes, la orden de Hermanos de Belén en sus ramas masculina y femenina -fundadas por el Hermano Pedro-, religiosos de otras órdenes, autoridades de gobierno, los jefes de gobierno de siete países de Centroamérica, el primer ministro de Belice y de las Islas Canarias y más de setecientos mil feligreses.
La ceremonia
Bajo un cielo gris, con la imagen del beato al fondo, colocado entre dos columnas y adornado con miles de rosas blancas, el Sumo Pontífice proclamó santo al Hermano Pedro de San José de Betancur, en un acto litúrgico que puso fin a un proceso largo de beatificación y canonización que duró 304 años.
Previo al acto de canonización y dar inicio a la misa que duró dos horas y 38 minutos, el arzobispo metropolitano, Rodolfo Quezada Toruño, le dio la bienvenida al Santo Padre. En su discurso, Quezada Toruño le agradeció al Papa su esfuerzo por venir al país, a pesar de sus quebrantos de salud y aprovechó la oportunidad para recordar al obispo Juan Gerardi, asesinado en 1998. Además, señaló que el Papa no solo es un gran amigo de Guatemala, porque la ha visitado tres veces, sino porque trajo un mensaje de paz. Resaltó también la imagen de entrega y opción por los más pobres que tuvo el nuevo santo, a quien cariñosamente llamó “Nuestro Hermanito Pedro”.
Luego de proclamar el Evangelio, el cardenal José Saraiva, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, le solicitó al Papa que canonizara al Hermano Pedro. Durante la petición, Saraiva hizo una pequeña reseña del Hermano Pedro, de quien resaltó su ejemplo de caridad y predilección por los más pobres.
A las 9.45 horas, el Papa dijo: “Declaramos y definimos santo al Hermano Pedro de San José Betancur”, mientras miles de fieles gritaban de felicidad, se escuchaba el repique de campanas y el estallido de miles de cohetillos en todo el país. Después del pronunciamiento, Saraiva le solicitó al Papa su aprobación para publicar la Carta Apostólica de Canonización, lo que el Vicario de Cristo respondió: “Sí, lo ordenamos”. Los 750 mil asistentes lanzaron vivas al Papa y al nuevo santo, mientras ondeaban las banderas del Vaticano y Guatemala.
Notablemente agotado, aunque más reconfortado que el día de su arribo, el Papa Juan Pablo II leyó su homilía entre continuos jadeos, sentado en el enorme altar del Hipódromo construido ex profeso para la celebración, con una duración de 30 minutos, y que fue interrumpida en más de 10 ocasiones por aplausos y ovaciones.
El Papa llamó a los indígenas de América a construir “con responsabilidad el futuro”, y defendió su derecho a realizarse “plenamente en la justicia, el desarrollo integral y la paz”. Muchos feligreses durante la homilía emocionados derramaron lágrimas. “Deseo expresar mi aprecio y cercanía a los numerosos indígenas. El Papa no os olvida y, admirando los valores de vuestras culturas, os alienta a superar con esperanza las situaciones, a veces difíciles, que atravesáis”, expresó el Pontífice.
Recomendó: “Construid con responsabilidad el futuro, trabajad por el armónico progreso de vuestros pueblos. Merecéis todo respeto y tenéis derecho a realizaros plenamente en la justicia, el desarrollo integral y la paz”. El Santo Padre también hizo referencia los niños, jóvenes y mujeres que sobreviven en condiciones difíciles, e hizo un llamado a superar sus deficiencias. Otro de los aspectos resaltados fue el trabajo del nuevo santo Hermano Pedro; a propósito, el Papa aprovechó para exhortar a los crisitanos a seguir sus pasos.
“El nuevo santo, con el único equipaje de su fe y de su confianza en Dios, surcó el Atlántico para atender a los pobres e indígenas de América; primero en Cuba, después en Honduras y, finalmente, en esta bendita tierra de Guatemala, su tierra prometida. El hermano Pedro es una herencia que no se ha de perder y que se ha de transmitir, para un perenne deber de gratitud y un renovado propósito de imitación”, expresó el Papa en su homilía.
Juan Pablo II participó de lleno en la misa de Canonización del Hermano Pedro, durante 2 horas y 40 minutos; dijo que este personaje había forjado su espiritualidad con la oración. Pese al mal de Parkinson que le aquejaba, el Sumo Pontífice no necesitó ayuda de ninguno de sus colaboradores. Leyó completamente la homilía, y sólo fue auxiliado en la recolección de las hojas.
En la celebración se escucharon dos de los 20 idiomas mayas. Monseñor Quezada Toruño pronunció palabras en kaqchikel: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Asímismo, algunas frases de una canción del coro y el evangelio también fueron pronunciadas en idiomas mayas.
Entre las ofrendas que le obsequiaron, el Sumo Pontífice recibió un juego de vasos sagrados de parte de los peregrinos canarios; en representación de los hogares antigüeños le fue otorgado un escudo papal tallado en maderas finas, la orden Bethlemita le otorgó un cuadro con un Belén, y las religiosas bethlemitas le entregaron una casulla. La Municipalidad de Antigua Guatemala le concedió las llaves de la ciudad, y la Capitalina, le ofreció la maqueta del nuevo monumento al Hermano Pedro que se construiría en la zona 13.
El pueblo guatemalteco mostró su cariño hacia el Papa con consignas a lo largo de la ceremonia. La estridencia de los aplausos contrastó con el silencio que invadió el recinto en los momentos de reflexión: setecientas cincuenta mil personas unidas por una fe, con la cansada respiración del Santo Padre como único sonido de fondo, quien con un “Guatemala te llevo en mi corazón”, hizo vibrar los corazones de los fieles.
Júbilo en Antigua Guatemala
Arrodillados, con velas en las manos, lágrimas de júbilo y aplausos, cientos de feligreses presenciaron la canonización del Hermano Pedro a través de dos pantallas gigantes, en el Templo de San Francisco el Grande, en la Antigua Guatemala, lugar donde reposan los restos del nuevo santo.
Cuando a las 9.42 de la mañana el Sumo Pontífice declaró Santo a Pedro de San José Betancur, en las calles de Antigua se escuchó el repique de campanas, unido al sonido de cohetillos y bocinas de vehículos. Todos se abrazaban de alegría. “Este es un momento espiritual que nos llena de infinita alegría y que todos los guatemaltecos debemos vivir en gracia de Dios”, expresó fray Edwin Alvarado, encargado del programa de canonización.
Algunos feligreses congregados en Antigua expresaron su preocupación por la salud del Papa, por el esfuerzo que realizaba en cada palabra que pronunciaba. En el interior del templo se podía observar la imagen del canonizado con una aureola dorada. En la tumba fue colocado un nuevo letrero que dice: “Sepulcro del Santo Hermano Pedro”.
Capital paralizada
El gobierno decretó para este día asueto oficial. Comercios con las persianas bajas y un silencio inusual en algunas arterias viales fueron parte de la “paralización” que vivió la capital durante la visita del papa Juan Pablo II. En otros puntos del país, los devotos siguieron los actos religiosos a través de los medios de comunicación. Al recorrer la capital, se pudo observar escasa actividad. Supermercados, colegios, centros comerciales, bancos, entidades gubernamentales, peluquerías, mercados y otro tipo de establecimientos no operaron en la mañana, y por la tarde algunos de ellos abrieron sus puertas.
En los dos días que duró la visita del Papa a Guatmala, disminuyó la violencia a nivel nacional, reportaron los cuerpos de socorro y la Policía Nacional Civil. Hechos como robo de vehículos, asaltos, robo a mano armada y muertes por impacto de bala fueron mínimos, comparados con las cifras reportadas días atrás.
Guatemala y Tenerife, hermanadas
Canarios en Guatemala y España celebraron la canonización del Hermano Pedro con misas, cantos, sonrisas y lágrimas entre los feligreses en ambos países. Del otro lado del Atlántico, en Tenerife, España, los compatriotas del santo Hermano Pedro realizaron varias actividades simultáneamente con Guatemala.
Se oficiaron misas en Vilaflor, donde nació el Hermano Pedro. Además, se colocó una aureola a una imagen tallada del Santo. Una eucaristía fue celebrada en la cueva de Granadilla, donde el ahora santo se refugiaba para orar. “En Adeje, tres pantallas gigantes ubicadas en la iglesia permitieron que centenares de feligreses observaran la canonización, y en ciudad La Laguna, se colocó una estatua del Hermano Pedro en una plaza pública”, informó el periodista Jorge Espinel, del diario Al día de Canarias.
Desde muy temprano, los más de 450 canarios que vinieron a Guatemala a la ceremonia de canonización salieron del Hotel Meliá hacia el Hipódromo del Sur. Los canarios llegaron cantando y saludando. La multitud veía con agrado al grupo proveniente de la tierra que vio nacer al Hermano Pedro. Al día siguiente de la canonización se realizaron varias actividades con motivo del hermanamiento entre el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y la Municipalidad de Guatemala.
Testimonio viviente
Los testimonios sobre milagros del Hermano Pedro son numerosos, pero el que le valió la canonización fue obrado en un niño de Vilaflor, Tenerife, España. Se trata de Adalberto González, quien fue el primero en comulgar en la misa con el Papa. El milagro, sometido a la rigurosa comprobación por la Santa Sede fue la curación de Adalberto, quien a los cinco años padecía de cáncer intestinal, que los médicos calificaron de incurable. Adalberto, quien tenía 22 años en 2002, vino a Guatemala para la ceremonia de canonización. “Me siento muy feliz; tenerlo cerca es emocionante”, fueron las pocas palabras que González dijo al finalizar el acto religioso. Mientras caminaba, varias personas se acercaban a tocarlo y pedirle bendiciones. “El Hermano Pedro os dejó aquí muchas cosas”, comentó Candelaria Lorenzo, una canaria visitante.
La novia del joven del milagro, Noemí Trujillo, indicó: “Fue un privilegio ver tan cerca al Papa; esto se quedará en el recuerdo toda la vida”. El médico Rafael Ramón, quien diagnosticó el cáncer a González, dijo haberse emocionado: “La ceremonia me puso los pelos de punta; es como que entras en trace”. Por su parte, José Luis Fumero, alcalde de Tenerife, quien encabezaba la comitiva canaria, opinó que la “organización estuvo bien. La gente, muy correcta y eufórica. Eso sí, no me sentía extranjero; me sentía un hermano de otro pueblo a la otra orilla del Atlántico”, dijo.
La despedida
Desde el mediodía, millares de fieles se apostaron en las calles que recorrería el Papa rumbo al Aeropuerto, especialmente las avenidas de La Reforma y Las Américas. “Juan Pablo II, te quiere todo el mundo”, ovacionaba la multitud a la espera del Papa.
“Muchas gracias por la hospitalidad. Que Dios bendiga a Guatemala y a los guatemaltecos. Adiós”, fueron las únicas palabras de Juan Pablo II al despedirse la tarde del 30 de julio de 2002, en el Aeropuerto Internacional La Aurora, luego de una visita de 27 horas. En un telegrama de despedida enviado al presidente Alfonso Portillo, Su Santidad manifestó: “Quiero expresar una vez más a vuestra excelencia -presidente Portillo- al Gobierno y a todo el pueblo de Guatemala mi más viva Gratitud por sus sinceras muestras de acogida, a las que correspondo pidiendo al Todopoderoso conceda a esta noble nación la ansiada prosperidad, fruto de la paz y reconciliación fraterna”.
En un acto corto de despedida en el aeropuerto, el Santo Padre fue despedido por el presidente Portillo, su esposa Evelyn Morataya y su hija Gabriela, así como por altos funcionarios de Gobierno y el cuerpo diplomático. El Papa subió el avión sin ayuda de la plataforma. Se despidió de los presentes con la bendición y partió hacia México, donde canonizó al indígena Juan Diego Cuauhtaltoatzín, vidente de la Virgen de Guadalupe.
“El encuentro de los peregrinos” fue el tema oficial de la Canonización del Hermano Pedro, realizado por artistas guatemaltecos en 2002. (Video: Youtube)