El plan fijó a los constructores la cantidad de espacio libre que deberían dejar en cada obra, según características de los barrios, ya fueran éstos residenciales, industriales o comerciales.
Además, restringió la circulación de bicicletas y carretas en el centro de la ciudad.
La medida abarcó de la quinta a la octava avenidas, y de la sexta a la dieciocho calles.