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Debates históricos: frente a frente

Desde aquel primer cara a cara entre John F. Kennedy y Richard Nixon el 26 de septiembre de 1960 en Estados Unidos, los debates en televisión se han convertido en una pieza clave en las campañas presidenciales.

John F. Kennedy y Richard Nixon en uno de los debates televisados en 1960. (Foto: Hemeroteca PL)

John F. Kennedy y Richard Nixon en uno de los debates televisados en 1960. (Foto: Hemeroteca PL)

El más famoso es, sin duda, el primero que enfrentó en 1960 a Kennedy y Nixon. El candidato demócrata se preparó a conciencia durante los dos días anteriores, meintras que Nixon acudió con las manos en los bolsillos, mal afeitado y después de haber participado horas antes en varios actos de campaña.

Kennedy y Nixon participaron en otros cuatro debates pero el que quedó para la historia fue aquel primero en el que claramente el demócrata quedó mucho mejor que su rival.

Tras el asesinato de Kennedy, la conmoción de la guerra de Vietnam y el Watergate después, no se reanudaron los debates en televisión hasta 1976 con Gerald Ford y el demócrata Jimmy Carter.

De aquel debate quedó grabado el error de Ford al asegurar que Europa del Este no estaba bajo la dominación de la Unión Soviética, ni lo iba a estar durante su gobierno. Lo peor fue que, al día siguiente, Ford se negó a corregir el error en una muestra de lo errático de su campaña que le costó la presidencia. 

Cuatro años después, Ronald Reagan derrochó todo su saber para imponerse ante Carter. La habilidad de Reagan volvió a quedar demostrada en 1984 ante el demócrata Waler Mondale.

Bill Clinton demostró todas sus dotes de gran comunicador en los debates con George Bush (padre) por su desparpajo, el dominio de la escena y la forma directa de llegar a los ciudadanos. 

Luego Al Gore llega con el objetivo de mostrar el lado más atractivo de su personalidad como era costumbre en las convenciones demócratas. Por su parte George W. Bush llega con la idea de evitar errores y mostrarse, como Reagan, ameno y divertido. 

Todo cuenta

Todos los detalles del debate son importantes, incluido el escenario, la posición de los candidatos y hasta las cortinas. 

Por ejemplo en el primer debate de 1960, “la gente que oyó la radio, pensó que había ganado Nixon; pero quien lo vió por televisión creyó que había ganado Kennedy. Y fue una cuestión de imagen”, afirmó Hugh Raisky, diseñador del escenario del debate presidencial de 1992. 

“A Nixon -sigue diciendo Raisky- le habían puesto maquillaje como para una película de cine, no para televisión. Y en vez de disimular la barba, apareció como si le hubieran despertado a las cinco de la madrugada”. 

Prensa y campaña

Sobre este tema opina Walter Mears, ex vicepresidente de la Associated Press opina que el debate es un acto de campaña más. Los objetivos de los candidatos y de los periodistas son los mismos. Los candidatos desean que sus actividades sean difundidas y los periodistas quieren difundirlas precisa y completamente.

Sin embargo, cumplir esos objetivos es complejo en la práctica. Por ejemplo, los candidatos se equivocan a veces y los periodistas dan cuenta de sus errores. Por ejemplo, el candidato demócrata Hubert Humphrey, entonces vicepresidente, indicó en un discurso que bajo su presidencia disminuría la guerra en Vietnam, pero ante la presión del presidente Johnson, Humphrey se echó para atrás de esa postura, lo cual salió en la prensa y le perjudicó. 

Aunque el debate no es decisivo para la victoria de un candidato, influye fuertemente además de otros factores. En el caso de Kennedy en 1960, además del manejo acertado en televisión, la recesión económica de ese tiempo, influyó en la victoria final electoral de Kennedy. 

El presidente Carter “perdió” en la televisión ante Reagan en 1980, pero habían otros factores que de todas maneras lo perjudicaban (la situación económica, los rehenes en Irán) ante el electorado. 

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