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La Semana Santa comienza el Domingo de Ramos

Con el Domingo de Ramos se inicia la Semana Mayor, durante la cual se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Procesión de Jesús de los Milagros, iglesia de San José a su paso frente a Catedral (Foto: dron Jesús en Guatemala)

Procesión de Jesús de los Milagros, iglesia de San José a su paso frente a Catedral (Foto: dron Jesús en Guatemala)

Hoy, primer día de la Semana Santa, se celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén para festejar la Pascua, en medio de una multitud que lo recibió como a un rey, con palmas y ramos, y gritaba: “¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!”

Al mismo tiempo toda la ciudad se conmovió y preguntaba: “¿Quién es Éste?” Y la gente respondía: “Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea”.

Desde el siglo IV, la Iglesia saca la procesión de las Palmas y bendice los ramos de todos los fieles, los cuales se guardan hasta el año siguiente. Durante la semana de Lázaro o a más tardar en la de Dolores se llevan a las iglesias para que sean incinerados, ya que con sus cenizas reinicia la Cuaresma.

En el caso de Guatemala, el Domingo de Ramos es peculiar, lleno de alegría y colorido. Los ramos bendecidos provienen de una palma especial que se da en la costa occidental y en la bocacosta del país, llamada palma real o monaca (orbygnia cohune).

En los departamentos de Escuintla, Suchitepéquez, Quetzaltenango y en las montañas de Sacatepéquez se cortan las hojas de esta palma real y con ellas se elaboran “los ramos benditos”, cortando o deshilachando la hoja de palma. Éstos son adornados con corozo, que proviene de la misma palma, o con flores propias de la temporada, como la estaticia morada o claveles rojos y blancos.

Desde el viernes se pueden observar a un costado de la Catedral de Escuintla, vendedoras que elaboran, los ramos que serán bendecidos durante la misa de hoy. Las palmas se producen en las parcelas ubicadas a orilla de ríos, en la parte baja del departamento, adonde llegan comerciantes capitalinos para comprarlas y luego revenderlas.

“El manojo de palmas vale Q25, y los ramos que hacen las vendedoras cuestan Q5. La venta masiva es el domingo por la mañana, con las personas que vienen a misa y que luego salen en la procesión con los ramos bendecidos, los cuales son colocados en los umbrales de las puertas, como parte de la tradición, y según se dice sirven para espantar a los demonios, explica la vendedora Dominga Jacobo.

El historiador Celso Lara cuenta que en algunos lugares se cree que cuando una persona sufre un susto por alguna circunstancia, debe beber una infusión hecha con las palmas “y le vuelve el resuello”. También se tiene la creencia de que los ramos son portadores de buena suerte, y se colocan en la entrada de la casa, para que siempre esté protegida de “las malas influencias”, terremotos o inundaciones.

En la capital es costumbre que los ramos se bendigan a primera hora. De ahí tiene lugar la procesión: la más típica es la de Jesús de la Borriquita, de la iglesia San Miguel de Capuchinas, que recorre los viejos barrios de la capital. Este día los vecinos arreglan la fachada para saludar al Cristo triunfante.

“A diferencia de los demás cortejos procesionales que salen en Semana Santa, ésta representa fiesta, y ese gozo de Jesucristo triunfante es el que debe reinar en el corazón de todas las personas”, asegura Augusto Pineda, devoto de Jesús de las Palmas.

El padre Bernardino Rodríguez, cuenta que el Domingo de Ramos es el pórtico de la Semana Santa, día en que se anticipa la victoria de Cristo sobre la muerte. “Los ramos son el símbolo de la victoria, señal de triunfo. Jesucristo entra como un Rey”, añade.

Explica que este día tiene dos dimensiones: la primera, el anticipo de la Pascua y del triunfo de Jesús, y la segunda, el inicio de la pasión y muerte de Jesucristo. “Por un lado está el grito por el triunfo y la victoria, y por otro, la representación profunda de su pasión y muerte”.

El lunes y el miércoles santos se hacen diversas celebraciones de orden menor, pero en la tarde del jueves comienza el Sacro Triduo Pascual, punto culminante del año litúrgico, destinado a recordar que Cristo murió, bajó a los infiernos y a los tres días resucitó de entre los muertos.

Jesús de las Palmas

La imagen de Jesús de las Palmas o de “la borriquita” se venera en el templo dedicado a San Miguel Arcángel y es presidido por Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. 

Desde el punto de vista estilístico es un claro ejemplo de la transición entre el estilo neoclásico y el barroco tradicional. Su construcción dió inicio en 1779. Es importante destacar la originalidad de la fechada que es única en la ciudad capital. 

Algunas de sus principales reliquias son sus altares, los que fueron trasladados desde la antigua Ciudad de Santiago de los Caballeros. Además en sus muros se encuentran valiosas pinturas de Tomás de Merlo. El 7 de agosto de 1789 la iglesia San Miguel de Capuchinas fue consagrada solemnemente por el entonces arzobispo Cayetano Francos y Monroy, cuyo cuerpo reposa en el interior del templo. 

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En 1874 el general Justo Rufino Barrios clausuró el convento y exclaustró a las monjas. A excepción de la iglesia y del lugar que ocupa la Universidad Popular, el resto de la propiedad fue repartido por el régimen liberal entre personas allegadas a los dirigentes.

Esta construcción religiosa también sufrió los embantes del terremoto de 1976, pero hoy luce majestuosa, resguardando entre sus joyas escultóricas a la Consagrada Imagen de Jesús de las Palmas, que sale el Domingo de Ramos por la mañana.

La imagen del Señor de las Palmas es única en su género tallada a principios del siglo XIX por Raymundo Vielman y Manuel Barillas Castilla, originalmente tenía la advocación del Sagrado Corazón y en 1948 se adaptó para sentarlo en un borrico. El asno fue burilado por Francisco Masaya en 1954. Fue consagrada el 23 de Noviembre de 2008 por monseñor Rodolfo Cardenal Quezada Toruño en el interior de la Catedral Metropolitana.

Jesús Nazareno de los Milagros

El investigador Gerardo Ramírez Samayoa reveló que el Nazareno fue donado en 1736 por un habitante de la ciudad de Santiago de Guatemala (hoy Antigua), su nombre era Lorenzo de Paz. Es probable que por eso se haya relacionado a la escultura con Alonzo de la Paaz, pero, ya que la imagen aparece en los inventarios hasta 1740 y 1751, es más seguro que el Nazareno que se venera en el templo de San José fuera tallado por Juan de Chávez, Juan José Mérida o Carlos Bolaños.

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Su apelativo de Los Milagros se debe a que fue donado por De Paz a la ermita de la Cruz del Milagro, erigida porque, en 1683, tembló la cruz milagrosamente. La ermita fue remozada en 1731, posiblemente después de su ampliación De Paz quiso hermosearla con el Nazareno. 

Después del traslado de la antigua ciudad capital al Valle de la Ermita o de la Virgen, el templo de San José fue construido en la parte noreste de la traza urbana, y dio nombre a uno de los barrios más tradicionales de la naciente urbe.

A petición del gremio de carpinteros se solicita edificar una iglesia dedicada a San José, la cual fue aprobada por las autoridades en 1778. La construcción, de pequeñas dimensiones en comparación con otros templos, se bendijo el 25 de noviembre de 1783.

Muchos edificios de la ciudad sucumbieron debido a los terremotos de 1917-1918, por lo que se hizo necesaria, por lo que se hizo necesaria su reedificación; entre ellos estuvo este templo. Pero la nueva estructura fue dañada nuevamente por el terremoto de 1976. Como consecuencia de los destrozos fue necesaria su total demolición.

El 4 de junio de 1978 se colocó la primera piedra del actual templo y bendecida la nave central en 1982, dando veneración especial a Jesús de los Milagros y a la Virgen María de los Dolores. Por disposición del arzobispo, monseñor Próspero Penados del Bario, en 1994 el templo fue elevado al rango de Santuario Arquidiocesano, en 1997 fue consagrado.  El Nazareno fue consagrado el Domingo de Ramos de 1993 en un acto frente a la Catedral Metropolitana. Por su parte la Dolorosa fue consagrada el segundo viernes de Cuaresma de 2014 por Mons. Óscar Julio Vian Morales, arzobispo metropolitano.

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