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Las palmeras mueren de pie

Una plaga que ataca a los cocoteros altos devasta la costa Atlántica de Guatemala. El sabor y el paisaje de la tierra del coco corren grave peligro.

Palmeras se ven afectadas por plaga en Izabal. (Foto: Carlos Sebastián)

Palmeras se ven afectadas por plaga en Izabal. (Foto: Carlos Sebastián)

Recostado en una hamaca, esperando que suba la marea Gerardo Ba asegura que en Punta de Palma la vida ya no sera? la misma. Antes, al amanecer sali?a a pescar jaiba, camaro?n y pescado. Luego, buscaba pla?tanos maduros en una mata de su patio. Dejaba para el final el paso ma?s emocionante: treparse a una de las muchas palmeras altas de la playa, con el machete al cinto, mientras sus seis hijos esperaban abajo que los cocos cayeran. Asi? Della Candelaria, su esposa, teni?a lo necesario para preparar un “tapado”. Evelyn Magaly, de siete an?os, y Nelson Omar, de cinco, observaban ansiosos co?mo su madre parti?a los cocos por la mitad y les sacaba la carne. El cascaro?n era para ellos. Soli?an jugar de barcos en la orilla del mar.

Todo cambio?. Gerardo au?n no se explica lo que sucedio?. Los cocos empezaron a caer al suelo, incluso los ma?s tiernos, podridos por dentro. Las hojas de las palmeras se tin?eron de amarillo, hasta secarse por completo. Hoy, en la playa quedan so?lo troncos, como postes, y palmas que esta?n muriendo a causa de la enfermedad conocida como “Amarillamiento letal del coco”, la misma que ha arrasado con la mayor parte del cocotero alto en Jamaica, Me?xico, Belice y Honduras.

Una chicharra pa?lida y minu?scula cuyo nombre cienti?fico es Myndus crudus transmite la enfermedad inyectando el veneno a la palma La plaga aparecio? en Me?xico en 1982 y diez an?os ma?s tarde extermino? al 95 por ciento de los cocoteros altos de Belice. En 1996 llego? a Honduras por La Ceiba y se esparcio? hasta Puerto Corte?s. El huraca?n Mitch, en 1998, se encargo? de traer la enfermedad a Guatemala

Tras las primeras sen?ales de alerta, el Ministerio de Agricultura, Ganaderi?a y Alimentacio?n, MAGA, junto al Instituto Iberoamericano de Cooperacio?n para la Agricultura, IICA, efectuaron en noviembre del an?o pasado el primer monitoreo en las costas guatemaltecas.

Si bien el litoral Paci?fico se encuentra libre de la plaga, el amarillamiento se ha ensan?ado en contra de los cocoteros altos del Atla?ntico, en donde los pobladores dependen econo?mica y culturalmente del coco. Por su sabor y cualidades, e?ste es indis- pensable para fabricar aceite, pan, bocadillo y ma?s de cincuenta comidas que son parte de la cultura gari?funa. Los cocoteros sirven adema?s como proteccio?n y material de construccio?n para los pobladores de Izabal.

Iro?nicamente, en Punta de Manabique, Punta Cocoli?, Livingston, Baltimore y Punta de Palma, la tierra del coco, las palmeras se esta?n muriendo y sus frutos son cada vez ma?s escasos.

Paisaje en decadencia

Montado en “Tornado”, su lancha de pasajeros, Lorenzo Choc recorre a diario el litoral Atla?ntico. Vive en Livingston, aunque sus rai?ces son q’ eqch ‘ ies. Hace ma?s o menos un an?o, este lanchero y sus colegas del muelle de Puerto Barrios empezaron a notar el cambio en la vegetacio?n. “Al principio crei?mos que era el gorgojo que siempre ha molestado a las palmas”, recuerda Choc. “Pero esta enfermedad si? ha hecho matazo?n de cocos. Ahora pasa uno y donde quiera se ven las palme- ras muertas”.

El mes pasado, Choc llevo? a unos turistas a los Cayos de Belice y constato? el deterioro de la zona. “Todos preguntaban ¿que? les paso? a los a?rboles?”, recuerda. “Da miedo que aqui? la cosa se ponga asi?. En Belice ya no queda ni un coco alto”.

Los temores de Choc no esta?n alejados de la realidad. Segu?n un estudio realizado en 1999, el 95 por ciento de las palmas de coco de Corozal, Paseo de la Naranja, Distrito de Belice, Cala de Stann y el pueblo de Dangriga, han muerto a causa del amarillamiento letal.

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Cecilio Reyes, empleado de la finca Baltimore, se sostiene con las “manellas”, mientras corta los cocos de una palma Maypan, un hi?brido que si? resiste el amarillamiento letal. (Foto: Carlos Sebastián)

Durante el monitoreo que el MAGA realizo? a finales del an?o pasado, a trave?s de un muestreo efectuado por la unidad fitozoosanitaria, apenas un 16 por ciento de los cocoteros altos del Atla?ntico habi?a contrai?do la enermedad. “Hemos podido determinar que? regio?n se encuentra infectada”, explica Pablo Giro?n, director del a?rea. “Sabemos que el Paci?fico esta? libre de contagio y estamos contemplando acciones para evitar que siga propaga?ndose”. Sin embargo, quienes viven en la regio?n comprueban que cada di?a se enferman ma?s cocoteros.

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